Poco antes de las seis de la tarde de este sábado, la esquina de Juncal y Uruguay era un caos. Había corridas y gritos en medio de la creciente represión que desató la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. Los efectivos de infantería avanzaron sobre un grupo de manifestantes. Habían derribado uno de los vallados dispuestos alrededor del edificio donde vive la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En el medio del despliegue quedó al desnudo el nivel de individualización que hizo la fuerza sobre los manifestantes para detenerlos. Entre sus ejecutores participó el comisario mayor Jorge Azzolina, el mismo policía que en 2016 fue un nexo clave entre el estafador Mariano Martínez Rojas y la patota que atacó la redacción de Tiempo Argentino, en la madrugada del 4 de julio para impedir la salida del diario.

Junto al avance de un carro hidrante que buscó desalojar la calle, los policías se lanzaron a detener gente detrás de la línea de escudos. No estaban desprovistos de información. Todo el dispositivo era filmado por distintos uniformados y cada momento también se pudo reconstruir gracias a videos que se viralizaron y las fotos captadas por celulares. Las imágenes de ese momento confirman el nivel de individualización que tenía la policía sobre distintos funcionarios del gobierno nacional y del bonaerense. Por eso sorprendió la ventilación de audios de los mandos policiales donde se escucha claramente a uno de los jefes del operativo avisar que tanto el gobernador Axel Kicillof como el ministro bonaerense Andrés «El Cuervo» Larroque eran “un manifestante más”. No era un anuncio sino un recordatorio de que no tuvieran freno alguno para detenerlos. Lo mismo sucedió dos horas después cuando el diputado nacional Máximo Kirchner intentó ir a visitar a su madre y fue rodeado por un grupo de policías que le impidieron el paso y le pegaron patadas y bastonazos en medio de insultos y agresiones.

Azzolina durante la represión en las inmediaciones de la casa de Cristina Fernández de Kirchner.

La instrucción de individualización no sólo fue cumplida con dureza. También con precisión. Así fueron detenidos pocos minutos antes de las 18 el diputado provincial Matías Molle, el exdiputado Facundo Tignanelli y el director Comunicación de la AFIP, Fabián Rodríguez, que llegó a la manifestación junto con Kicillof. Posiblemente en ese momento fue individualizado hasta que lo detuvieron. En ese momento los detenidos pudieron advertir que había un policía, con pullover verde y pechera celeste, que les daba órdenes a los que detenían a los manifestantes. Así marcó a los tres que cayeron al asfalto de la calle Uruguay a fuerza de patadas y bastonazos.

Es el mismo policía que este lunes fue recibido por el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta en el Instituto de Seguridad Pública para redoblar la apuesta, defender el operativo y solidarizarse con los 12 uniformados heridos. Se trata del comisario mayor Jorge Guillermo Azzolina, uno de los jefes del operativo y el mismo efectivo acusado de haber sido un nexo clave entre la policía, el autopercibido empresario Mariano Martínez Rojas, y la patota que atacó la redacción de Tiempo Argentino el 4 de julio de 2016.

Jorge Azzolina estaba al frente de la comisaría 31 el 4 de julio de 2016, cuando se atacó la redacción de Tiempo.

Según señaló la abogada María del Carmen Verdú, de Correpi, y al frente de la querella de la Cooperativa Por Más Tiempo, el comisario Azzolina fue la persona que contactó a Martínez Rojas, con Juan Carlos Blander, vinculado a la seguridad de espectáculos masivos, que contrató a la patota protagonista del ataque a la redacción, y al cerrajero, cuyo rol fue determinante para el ingreso al edificio. Luego golpearon y arrastraron hacia afuera a tres trabajadores de la cooperativa. Nada de eso habría sucedido sin la planificación previa y la contratación que Azzolina facilitó para contactar a Martínez Rojas con Blander.

Con ese nivel de premeditación la patota que irrumpió en la madrugada lo hizo con la protección de los policías de la comisaría 31 que reportaban a Azzolina. El comisario estuvo al frente de la 31 hasta enero de 2017, cuando Rodríguez Larreta cambió las jefaturas de las 53 comisarías dentro del proceso de fusión de la Policía Federal con la porteña. Desde esos años, Azzolina fue señalado en la investigación penal que llegó a la Sala I de la Cámara Federal por la apelación de la cooperativa contra el sobreseimiento que benefició a Azzolina en primera instancia. El caso estuvo en manos de los jueces Leopoldo Bruglia, Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi, que ratificaron la decisión, basados en la pérdida de los registros de movimientos de los móviles que intervinieron en el operativo. Curiosamente esa documentación fue extraviada y no existe ninguna explicación sobre la ausencia de esas pruebas.

El comisario mayor Jorge Azzolina, en la audiencia por el ataque a la redacción de Tiempo Argentino.
Foto: Captura Zoom

El caso no impidió que Azzolina llegara a Comisario Mayor, el cargo que ahora tiene. Es parte de la jerarquía de la policía y este lunes fue uno de los 20 efectivos heridos que se mostraron con Larreta.

Este sábado, antes de las 18, Azzolina estaba nervioso y no paraba de fumar. Nada le impidió señalar a los funcionarios detenidos y que los trasladaran a una camioneta policial donde los mantuvieron esposados durante una hora sin ninguna orden judicial. El comisario mayor estaba furioso porque no lo atendía la fiscalía. Nunca les leyeron sus derechos ni les explicaron las razones de la detención. Tampoco dio ninguna explicación a los detenidos sobre los golpes, patadas e insultos que recibió cada uno.

Azzolina es uno de los 20 heridos que estuvieron con Rodríguez Larreta porque se golpeó un brazo con una de las vallas. Ni se inmutó cuando le advirtieron que había detenido sin orden judicial a un diputado provincial y a otro que había sido legislador. También le recordaron que tenía entre los esposados a un vocero cuya detención no iba a pasar inadvertida para la prensa.

Recién comenzaron a ponerse nerviosos cuando comenzaron a juntarse funcionarios y diputados bonaerenses, porteños y nacionales, para reclamar la liberación de los presos en la camioneta. Una hora antes los habían visto caer bajo los golpes policiales. Las fotos muestran como a uno lo patean en el suelo y a otro lo ahorcan por la espalda. Era  Tignanelli, que había caído por los golpes policiales, mientras un uniformado agarraba a Rodríguez por el cuello para impedir que auxiliara a su compañero. Los dos terminaron en el piso y entre las patadas pudieron ver que Azzolina estaba delante de ellos. E

Este lunes Rodríguez Larreta se fotografió con el comisario mayor a su derecha. Dijo que estaba «orgulloso» por el operativo y le dio otro guiño a un jefe policial que no detiene su carrera de ascensos, a pesar del oscuro historial que quedó al desnudo hace seis años.