Contrareloj, el oficialismo negoció las modificaciones necesarias para no dejar pasar la oportunidad de profundizar la estrategia de la demagogia punitiva y avanzar con el proyecto que  endurece las penas para los delitos que se comentan en el  marco de un espectáculo deportivo.

Luego de la frustrada final de la Copa Libertadores que provocó la salida del ministro de Seguridad de la Ciudad, Martín Ocampo, Cambiemos decidió no sólo intentar llevar adelante un estrategia de control de daños sino también capitalizar, de alguna manera, una posible solución a la problemática que rodea al fútbol pero que salpica a las fuerzas de seguridad, a los dirigentes de los clubes y a funcionarios judiciales.

Esa respuesta política al debate que trepó al tope de la agenda mediática fue un proyecto de ley que contenía penas que no estaban en armonía con el resto de las que establece el Código Penal. Esa fue la principal crítica de la oposición.

El miércoles, mientras en el recinto se llevaba adelante la primera sesión extraordinaria del año, Cambiemos abrió la negociación con la oposición, en especial con el Frente Renovador. Cerca de las 20:00 se llegó a un acuerdo que fue rubricado esta mañana en un plenario comisión.

El trámite legislativo vertiginoso concluirá hoy mismo en lo que concierne a la Cámara de Diputados ya que finalmente fue incluido en el temario de la sesión. Restará, si se cumple el deseo del oficialismo que espera tratarlo hoy, que la semana que viene lo discuta el Senado.

De esta manera, la norma que, según el discurso del oficialismo, viene a resolver un problema con el que el fútbol argentino convive desde hace por lo menos 30 años será debatida tan sólo durante una semana sin recoger la visión de dirigentes y especialistas.