Si en el universo oficialista de Cambiemos sobresalen los volantazos, al menos en la estrategia electoral para provincia de Buenos Aires, la campaña de Unidad Ciudadana (UC) sorprende por su estabilidad. Se eligió la modalidad de dar voz a los afectados por el ajuste, que los candidatos no ocupen la centralidad, privilegiar la cercanía y la empatía, desterrar la épica grandilocuente de otros tiempos. Esa decisión se mantiene más allá de lo que pase en la semana. O de lo que publiquen los diarios. Como un boxeador que se siente ganando la pelea, los candidatos del kirchnerismo y el espacio mayoritario del peronismo –con Cristina Fernández al frente– no abandonan bajo ninguna circunstancia las formas reinventadas de este 2017. Es un aggiornamiento que disparó definiciones como «duranbarbización» pero que, en rigor, busca la reconstrucción de una mayoría contundente desde el sentido común. 

En contraste con los giros discursivos de Cambiemos y del massista frente 1País, UC mantendrá su foco puesto en la amplificación de las voces de los argentinos de clase trabajadora, de sectores populares y de sectores medios que viven con angustia el presente y observan con desesperanza su futuro. Uno de los datos cualitativos que explica esta decisión es el creciente temor a perder el empleo, una de las principales preocupaciones sociales que surgen en los sondeos de opinión pública desde el mes de abril. 

Este escenario de cierta confianza y mantenimiento de una estrategia global con respeto de sus distintas etapas se reflejó ayer en el lanzamiento de la versión capitalina de UC, en las barrancas de la Avenida del Libertador y Agüero, a metros de la Biblioteca Nacional.  Toda la estética que incorporó Cristina a partir del acto en el estadio de Arsenal de Sarandí se replicó en la presentación de los primeros dos candidatos a diputados nacionales y legisladores porteños.  

La clave del estreno en pleno Palermo estuvo en el protagonismo de los vecinos anónimos de la Ciudad: sobre el pequeño palco en el que estaban los dos primeros nombres para Diputados, Daniel Filmus y Gabriela Cerruti, y la dupla que encabeza para la Legislatura, Mariano Recalde y María José Muiños, se subieron también Gustavo Seoane, socio de una cooperativa de trabajo que producía teclados digitales para DirecTV y que tuvo que reducir su carga horaria para pagar menos tarifas; la bailarina Jimena García Blaya, quien se vio obligada a cerrar el Café Müller, espacio de formación en danzas de Villa Crespo; Magalí Vilaseca, estudiante de profesorado y madre, a quien le quitaron la Beca Bicentenario y cuya hija no consiguió vacante en un jardín de infantes, y la jubilada Marta Nunez, de Liniers, que experimentó en carne propia el deterioro de la cobertura de PAMI. Tras escuchar sus historias, la multitud que participaba del acto se unió en un gesto pensado para ser registrado por los fotógrafos: todos levantaron una tarjeta amarilla, como si fueran árbitros de fútbol que buscan amonestar a un jugador. Cada tarjeta contenía una crítica al gobierno de Mauricio Macri.

La modalidad de campaña adoptada tuvo un nuevo capítulo en la visita de Cristina al hospital materno infantil Teresa Germani de la localidad de Laferrere, La Matanza. Fue recibida por el director ejecutivo de la maternidad, el médico Florencio Casavilla, y acompañada por el número 2 en la dupla para el Senado, Jorge Taiana; la intendenta anfitriona, Verónica Magario, y el candidato a diputado Fernando Espinoza. Cristina dialogó con todo el personal del hospital. Cuestionó la decisión del macrismo de paralizar las obras en el centro de salud. «Es de cavernícolas», comentó, con incredulidad. En los alrededores de la maternidad la esperaba una multitud que se había enterado de la visita de modo extraoficial, a través de las redes sociales. El mandato que circuló de no llevar identificaciones del PJ, del FpV o de agrupaciones locales, no cayó del todo bien entre gente habituada a los rituales de la cultura peronista.

 A tres semanas de las PASO, la campaña de UC se despliega sin alteraciones ni reacciones improvisadas ante los movimientos del adversario. Lo que sí ocupa a la ex presidenta es una de las facetas clave de toda puja electoral: el armado de una estructura de fiscalización confiable y blindada para el día del comicio. El equipo que asumió esa responsabilidad está en manos de los diputados Teresa García, Eduardo “Wado” De Pedro y Carlos Castagneto, los tres de extrema confianza de CFK. «