Cuando me enteré de tu problema de salud, soñé que viajaba a Buenos Aires para verte y, al encontrarnos, me decías: “¡Qué suerte! Pudiste viajar”. La desilusión de saber que no superaría la burocracia migratoria norteamericana revelaron la realidad del sueño: efectivamente tuve suerte.Hoy, después de tu partida física, celebro tu vida y agradezco haber sido parte de ella.

Repasando el discurso frente a la policía en 1973, cuando tenías mi edad, doy gracias por tu dignidad y convicción para decir verdades en los momentos más difíciles. Cuando pienso que estas virtudes te llevaron, junto a toda tu familia, a una década de exilio, agradezco tu fortaleza y tu habilidad para empezar de nuevo. En secreto, desde el otro lado del muro, me ilusiono con la remota posibilidad de haber heredado algo. Fuiste mi superhéroe con sobrepeso.

Al mismo tiempo, agradezco que la experiencia de México forme parte de nuestro presente. Desde tus viajes anuales al distrito federal, al rechazo ala comida picante, tu conocimiento del derecho penal de este país y tu afición por los “Acereros” de Pittsburgh, gran favorito de los mexicanos, transformaron a este país en una experiencia cotidiana. De hecho, las palabras de despedida de Max, tu nieto mexicano, me animaron a escribir. En México la fuerza se consigue en cantidades.

Leyendo y guardando cuidadosamente las publicaciones de estos días, observo que tu partida evoca, además de tu renuncia a la Procuración, el fin de una generación. Entiendo que la juventud setentista camine cada vez menos visiblemente entre nosotros, no obstante,el ahínco y los valores de justicia y defensa de los Derechos Humanos que vos y otros demostraron desde esos tiempos deben ser guía para el presente. Una vez más, estos cimientos sólidos nos vuelven afortunados.

Las notas, tweets y los mensajes se mezclan con mi intento desesperado por preservar todos mis recuerdos con vos. Allí se funden el gran orador y el recomendador de series, el procurador y ministro y el tío que compra chocolates y ositos, el catedrático e investigador y el que recomienda una dieta con medialunas en el desayuno. Entre lagrimas y algo de negación por tu partida vuelvo a celebrar tu vida y el accidente que nos dio el mismo apellido. 

Te quiero y te voy a extrañar un chingo.