El juzgado federal de Dolores y la Cámara Federal de Mar del Plata esperan una furibunda apelación del periodista Daniel Santoro contra el procesamiento en su contra por los presuntos delitos de «coacción y extorsión en grado de tentativa», en el marco de la causa por asociación ilícita que tiene entre sus principales imputados al falso abogado Marcelo D’Alessio.

La línea argumental –prevén– no sólo apuntará una suerte de ataque contra la libertad de expresión sino que criticará una supuesta valoración arbitraria de la prueba por parte del juez federal Alejo Ramos Padilla y una confusión de roles: Santoro reiterará que no fue cómplice de D’Alessio sino, por el contrario, otra de sus víctimas. «Si hay una víctima en todo esto es mi persona y el leal y libre ejercicio de la libertad de prensa. D’Alessio es una persona, por un lado, de amplios conocimientos y contactos que pueden llevar a dar credibilidad sobre la actividad que decía desarrollar y, por otro, un gran farsante, un personaje digno de estudio dada la multiplicidad y diversa metodología utilizada con fines ilícitos. Poseía una gran habilidad para relacionarse con autoridades, la que complementaba con teatrales puestas en escena generando una convicción de pertenecer a determinados círculos. D’Alessio, a la luz de todo lo investigado, me utilizó», declaró Santoro a la Justicia.

«Él también me estaba investigando a mí –agregó el periodista– porque le estaba pasando a un tercero información de mi caso. Un miembro de una banda no va a ser investigado por su propio jefe, ¿no? Eso y otras cosas más muestran que él me usó».

La apelación contra el procesamiento y millonario embargo contra Santoro llegará probablemente a finales de esta semana o principios de la siguiente a Mar del Plata. Allí se está jugando otra instancia crucial para la continuidad de la investigación que lleva adelante Ramos Padilla: la Cámara Federal marplatense convocó a todas las partes para el 20 de agosto a una audiencia en la que se discutirán las apelaciones contra los procesamientos ya dictados por el juez de Dolores, con excepción (por razones de tiempos procesales) de la del periodista del diario Clarín. Será un termómetro para la investigación.

Los camaristas, que hasta ahora respaldaron la permanencia y continuidad de Ramos Padilla al frente de la investigación, ahora deberán dedicarse a revisar cuestiones de fondo: ¿hubo una asociación ilícita?, ¿los procesados la integraban?, ¿hay otros que todavía no han están siendo investigados por la Justicia?, ¿la causa tiene ramificaciones en servicios de inteligencia y organismos estatales o D’Alessio era un charlatán que vendía humo como si fuera oro, y tenía una singular habilidad para engañar a incautos funcionarios judiciales, dirigentes políticos y periodistas?

Por lo pronto, consiguió ganarse la confianza de Santoro como para que este lo presentara al fiscal Carlos Stornelli, a la diputada Paula Olivetto (interesada en la supuesta corrupción en la empresa estatal Enarsa) y a la diputada nacional Elisa Carrió (para hablar sobre narcotráfico). También lo acercó al juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky y al conductor televisivo Alejandro Fantino.

Más aun: Santoro declaró que el falso abogado efectivamente tiene conocimientos profundos sobre narcotráfico: «Hay cosas que sabe y hay cosas que fabula (…) Era realmente importante tener contacto con las cosas que conocía. Y sobre el narcotráfico –no lo digo en tono elogioso, lo digo por un hecho comprobable– realmente es un especialista que constantemente se lucía con esos temas, dando detalles que a los periodistas nos asombran. Para mí sería muy fácil denostarlo a él, porque obviamente me ha engañado, me ha utilizado, me ha creado una cantidad enorme de problemas familiares, profesionales, jurídicos, pero en el tema del narcotráfico, que hablen con él y le pregunten. Las cosas que explicaba era de alguien que conocía realmente la problemática del narcotráfico».

Tanto es así, que Santoro trazó una hipótesis sobre las reales actividades de D’Alessio: «Él hacía (yo creo, no me consta), pero lo más verídico es que él hacía informes de narcotráfico y los vendía, que cobraba 10 mil dólares a la embajada de Estados Unidos o a otra embajada». Con esos conocimientos en la materia, reconocidos incluso por Santoro –quien se considera su víctima–, D’Alessio tenía una visión crítica sobre la gestión del actual gobierno: «Él siempre criticaba las políticas de narcotráfico, decía que no sabían nada». «