Incluso en la relevancia que se le adjudica a una campaña electoral se ve la puja de culturas políticas que recorre este momento de la Argentina. Para el macrismo, las elecciones se ganan básicamente con una buena campaña y un manejo acertado de la comunicación. Hasta tal punto es así que antes de la contienda de 2015, el consultor Jaime Durán Barba sostenía que la alianza con la UCR había debilitado a Mauricio Macri porque le impedía su relato –el preferido de Jaime Durán– de lo «nuevo contra lo viejo». En el equipo comunicacional del PRO había y hay un menosprecio estructural por el peso de la construcción política, de las alianzas, del trabajo territorial.

En el peronismo es al revés. Uno de los logros más importantes de la estrategia electoral del binomio Alberto Fernández-CFK fue haber logrado la unificación de casi todo el peronismo detrás de la fórmula. La reagrupación sumó a figuras como Sergio Massa, que había creado su propia fuerza política hace casi seis años, cuando él mismo se soñaba como el sucesor de Cristina, con un discurso que proponía cambio, pero cuidando la esencia del modelo económico. Eso fue lo que luego prometió Mauricio Macri para poder construir la mayoría que le permitió llegar a la presidencia.

Volviendo a la coyuntura, ¿cuáles han sido los aciertos y los errores en las campañas para las próximas PASO?      

“»El oficialismo tuvo dos complicaciones. Sufre una merma de votos por derecha, con José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión. Eso lo obligó a tomar un discurso conservador y buscar un equilibrio complejo para no descuidar el centro», dijo el investigador, politólogo, Mario Riorda. «La estrategia de destacar las obras, que apela al voto ‘racional’, retrospectivo, por gestión, es clásico de todos los oficialismos –agregó el académico–. El gobierno también la está usando, pero no le alcanza con eso por la propia situación económica.» 

Riorda destacó que «el macrismo tiene una gran capacidad adaptativa en campaña, así que desplegaron un discurso agresivo, que apunta al voto por miedo, en este caso ideológico, a dividir el mapa entre corruptos versus honestos, lo viejo versus lo nuevo, y el supuesto riesgo democrático. Lo que consiguió con eso fue polarizar».  

El escritor y publicista Jorge Schussheim, por su parte, remarcó: «Las campañas de propaganda política tienen efecto cuando hay diferencias pequeñas. Influyen en porcentajes bajos. En este caso, según las encuestas, en las que también es difícil confiar, está peleado. La campaña de Macri es buena, aunque está muy basada en las fake news. Macri se agacha y toca el asfalto con la mano. En realidad no hay muchas rutas nuevas, pero eso no es central en una campaña. El macrismo sabe comunicar, cosa que el kirchnerismo hace un poco peor».

Riorda, al analizar el despliegue proselitista del peronismo, sostuvo que «había una serie de desafíos. Por un lado, la nominación de Alberto Fernández implicaba testear el nivel de transferencia de votos de Cristina a su candidato. No es un logro sencillo y salió bien porque la transferencia es total. Lo segundo era lograr la unidad del peronismo y también se consiguió».

El politólogo marcó algunos puntos débiles de Todos.  «Costó construir un discurso más conexo de Alberto hacia el votante de centro. El rol secundario de CFK fue quedando claro con el paso de los días y la existencia de distintos núcleos de decisión sobre la campaña, dada la heterogeneidad de la coalición, hace más difícil coordinar, aunque creo que en estos días se ha encarrilado más. Fernández también hace su campaña del miedo, señalando los riesgos que implican cuatro años más de Macri.»

Schussheim discrepó con respecto a la efectividad de la estrategia negativa. «No comulgo con la idea de confrontar tan fuerte con el presidente. En mi experiencia hablar mal de otro no sirve demasiado, tampoco le sirve al gobierno si lo hace. Lo que me parece efectivo es lograr que el otro hable bien de uno o mal de uno. Como dijo Salvador Dalí: las malas críticas son las que venden.»

Los especialistas consultados por Tiempo coincidieron en que el despligue de Roberto Lavagna, por ahora, muestra más debilidades que fortalezas. «No vi nada especial -dijo Schussheim–. Me parece que no influye demasiado en este escenario. Hay encuestas que tratan de averiguar qué van hacer esos votantes después de las PASO y supongo que si hay efecto balotaje se repartirán entre las dos fuerzas predominantes.»

Riorda, por su parte, sostuvo: «Una cosa era Lavagna como candidato destacado de una propuesta con varios referentes de peso. Pero al perder a Massa y a (Juan) Schiaretti se complicó mucho. Ahora su rol está más reducido al que podría haber tenido. De todos modos no pareciera que va a sacar una cifra poco importante en las primarias. Habrá que ver la situación después».  «