El sismo dentro del Gabinete que provocó la última crisis política al calor de la corrida cambiaria reconfiguró el equilibrio de fuerzas dentro del Frente de Todos, en donde el que era socio minoritario ahora tomó un volumen en detrimento del albertismo. En tanto, Cristina Fernández también sumó jugadores y volvió a desplazar a «funcionarios que no funcionan».

En medio del reacomodamiento que produjo la llegada de Sergio Massa a Economía, con la inclusión de Agricultura y Desarrollo Productivo, Cristina logró desplazar a Mercedes Marcó del Pont, «la señora AFIP», como dijo en Chaco, para incorporar a Carlos Castagneto, ex viceministro de Desarrollo Social de Alicia Kirchner durante el segundo mandato presidencial de CFK. A esto se suma un cambio que sucedió hace dos semanas y pasó bastante desapercibido: la llegada de Sebastián Negri a la Comisión Nacional de Valores (CNV), organismo que registra las cotizaciones de los dólares financieros, el dólar MEP y el «contado con liquidación». Ambos mercados operan a través de la compraventa de títulos y acciones, cuya regulación está a cargo de la CNV. Silvina Batakis recaló en el Banco Nación, lo que produjo la eyección del albertista Eduardo Hecker como director.

Otro de los organismos de control de los capitales financieros es la Unidad de Investigación Financiera (UIF), comenzó a ser dirigido por un hombre cercano a la vicepresidenta, Juan Carlos Otero. La AFIP, la UIF y la CNV son los organismos señalados en el proyecto de ley del «fondo para el Fondo», nacido en el Senado, para intentar recuperar la plata fugada durante el festival de las leliqs y lebaqs durante el macrismo, y que hasta el momento tuvo poco interés por los funcionarios que ocupaban esas sillas dirigenciales.

Además, en medio de la intención abarcativa de Massa por acaparar áreas de gobierno, la vicepresidenta logró resguardar a «los Federicos», dos de sus hombres, dentro de la estructura de Economía: Federico Bernal, interventor del Engargas, y Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica. Ambos funcionarios fueron los que resistieron la segmentación que finalmente se terminó implementando. Otro que quedó ratificado fue Darío Martínez, secretario de Energía, que si bien responde a Cristina, no es un hombre de La Cámpora y tuvo que hacer equilibrio durante toda su gestión entre Alberto y CFK. En medio del revoleo de nombres lograron salvar la ropa los ministros Matías Lammens y Jorge Ferraresi, ambos ponderados por la vicepresidenta, uno por implementar el Previaje, una política que «en términos fiscales es expansiva y en términos monetarios de emisión», y el otro por ser del riñón del Instituto Patria.

En tanto, Gabriel Katopodis es un funcionario con peso propio dentro del Gabinete, y es uno de los pocos, junto con la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, que llegó de la mano del presidente Alberto Fernández y nunca fue cuestionado. De hecho, Katopodis e Ibarra eran los funcionarios albertistas que siempre bregaban por la unidad del Frente de Todos cuando crecían las versiones rupturistas.

Katopodis, exintendente de San Martín, también tiene una alianza con Máximo Kirchner en el PJ bonaerense que preside el diputado. Y funcionó como puente entre Alberto y Cristina cuando todavía no se hablaban al afirmar que «Cristina tenía que estar incluída en las decisiones». Ahora podría sumar bajo su órbita a Transporte, que dirige Alexis Guerrera, un hombre del massismo.

El objetivo de estos rediseños es pasar de un gabinete fragmentado a uno más simple, con menos carteras que abarquen más áreas. Por lo pronto, este viernes el único cambio que se confirmó de manera oficial fue la designación como vicejefe de Gabinete al actual jefe de asesores de la Presidencia, Juan Manuel Olmos.

El actual vicejefe de Gabinete, Jorge Neme, es el hombre de Manzur que intentó designar la exfuncionaria menemista procesada y sobreseída por el escándalo del Y2K, Claudia Bello. Ahora recalará en la estructura del nuevo Ministerio de Economía, que encabezará el actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

En tanto, el legislador porteño Claudio Ferreño, hombre de Alberto y presidente del partido que fundó, ParTE, podría suceder en el cargo a Olmos como jefe de asesores, pero también sonaba el nombre de Leandro Santoro para el mismo lugar.

Tras la salida de Matías Kulfas de Desarrollo Productivo, el albertismo continuó perdiendo poder dentro del gobierno. Le siguió la salida escandalosa de Martín Guzmán, la entrada y salida en un mes de Daniel Scioli, y ahora la eyección de Julián Domínguez, quien apenas el lunes pasado fue el encargado de enfatizar la palabra presidencial en La Rural para reafirmar la no devaluación.

De igual modo, este nuevo mapa de poder dentro del FdT es apenas un esquema.  Massa llega con el aval de la vicepresidenta y a pesar de la resistencia del presidente, por lo que algunos se atreven a aventurar que el visto bueno de Cristina al flamante ministro de Economía implica también una supervisión sobre esa área. Habrá que ver si el funcionario que hace su ingreso al Gabinete gusta de las supervisiones. «