En menos de dos meses serán las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y el voto de la juventud es un desafío para las principales fuerzas políticas que advierten que estos sectores engrosan el voto indeciso. Sin embargo, en el último año hubo un crecimiento en la adhesión hacia los partidos libertarios. Tiempo Argentino habló con especialistas para conocer qué pasa en este segmento de entre 16 y 29 años.

La directora de Comunicación de Analogías, Marina Acosta, indicó que el voto joven es un desafío “porque está bastante distanciado y con un set de demandas relacionadas fundamentalmente con la situación socio-ocupacional”. “Se encuentran angustiados por la crisis, en especial las mujeres, que tienen peores indicadores, es muy notorio. La pandemia profundizó el deterioro y, naturalmente, al no ver resueltas sus demandas con el gobierno buena parte de ellos está requiriendo un plus de gestión estatal y política. Necesitan retomar y reordenar la noción de futuro, que está desestructurada”, explicó la doctora en Ciencias Sociales.

El sociólogo e investigador del Conicet y Clacso Pablo Vommaro sostuvo que existe una cierta dispersión y atomización del voto juvenil que no es ajena a lo que pasa en la sociedad. “Las juventudes expresan un emergente social. Hay cierta incertidumbre y mucho desconcierto vinculado con la pandemia, no solo con la cuestión político-partidaria”, afirmó.

Vommaro también es cocoordinador del Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes de Facultad de Ciencias Sociales (UBA), donde analizaron el impacto de la pandemia en la participación política y encontraron “un pérdida de entusiasmo” entre votantes del Frente de Todos ante la carencia de políticas públicas específicas. “No sé si decayó la adhesión, no sé cuánto se va a expresar en las urnas, pero sí constatamos en grupos militantes que sienten cierto desencanto, como una ilusión medio frustrada. Sin duda que la pandemia ayuda, pero también en este último año y medio no hubo una interpelación a las juventudes desde el oficialismo. Y cuando la hubo por alguna figura –Cristina es la que más lo hizo–, no estuvieron acompañadas por políticas públicas que las sostengan, como sí pasó en el período 2003-2015.  Ese entramado de políticas públicas hacia las juventudes y el sentirse interpelados desde el discurso, pero también desde la práctica, en este año y medio se perdió bastante”, detalló.

“Sabemos que Juntos por el Cambio convoca a las juventudes desde una manera bastante instrumental. Macri habla sobre el Dipy, lo convoca, pero es un uso bien instrumental. ¿Cuál es la política pública que está atrás o la concepción juvenil que está atrás? Es muy vacío, es muy superficial. En cambio, Cristina habla sobre L-Gante y otros, y habla de Conectar Igualdad, de una política pública, sostiene su discurso en un entramado concreto y material. Pero lo que pasa es que ella se refiere a algo que pasó hace seis años. ¿Cuál es el nuevo Conectar Igualdad, la nueva AUH o Progresar? La única medida en un año y medio fue la ley del aborto”, describió el docente.

Por su parte, el sociólogo del Conicet y de la Universidad de Mar del Plata, Pablo Molina Derteano, opinó que los jóvenes fueron atravesados por un proceso de estigmatización durante la pandemia. “Cuando se habló de la cuarentena, los jóvenes aparecían como los que la rompían, los que se juntaban, los que estaban sufriendo un ahogo tremendo. Se produjo un escenario que los desplazó de cierto protagonismo en las políticas. En lugar de que la pregunta sea cómo logramos que los jóvenes tengan trabajo, pasamos a cómo logramos que los adultos mayores no se mueran. Hubo un desplazamiento que se unió con la estigmatización de que los jóvenes rompían con la cuarentena porque no podían controlarse. La pandemia trastocó y los relegó de cierto centro en el que podían estar cuando la problemática económica podía ser cuál era el futuro de los jóvenes, el trabajo. Se pasó de pensar cómo ponemos en marcha de nuevo el aparato productivo e incorporamos a los jóvenes a decir: tenemos que parar todo, ¿cómo sostenemos esto? Pasamos al IFE y otras iniciativas que son de sostenimiento y no tan hacia el futuro, que no los interpela tan directamente”, afirmó el profesor de la UBA.

La  directora de la consultora Trespuntozero, Shila Vilker, sostuvo que resulta difícil sostener el fenómeno histórico de los jóvenes que acompañan mayoritariamente al Frente de Todos por la irrupción del universo libertario que logró adhesión juvenil. “Tenés alrededor de un 15% o 17% que son libertarios, después tenés un espacio mayor para el Frente de Todos. Pero comparativamente con el porcentaje que tenía el oficialismo antes, es menor. Son 15 puntos que antes eran de los espacios más clásicos. El Frente de Todos está arriba del 20%, pero tiene menos de lo que ha sabido tener históricamente. También sabemos que Juntos por el Cambio siempre ha tenido problemas con el voto joven. Estamos viendo que hay un circuito comunicacional que no pasa por los medios tradicionales, que tiene que ver con un universo de comunicación distinto, con influencers y una dinámica comunicacional distinta, que manejan muy bien los libertarios”, explicó la analista, que realizó un sondeo nacional en junio junto con la Consultora Grupo de Opinión Pública (GOP) de Raúl Timerman.

Por su parte, Molina Derteano agregó: “Son jóvenes que son hijos del 2001.Cuando hablamos de una juventud, estamos hablando de un grupo que entiende la necesidad de la movilización y revitaliza lo político. Es muy arriesgado para mí decir que a estos jóvenes no les interese votar o no les interese la política. Para ellos, la política está necesariamente atada a la participación. La movilización y el voto forman parte de eso”. 

Los libertarios, los progres y los ni ni

La analista de opinión y directora de Trespuntozero, Shila Vilker, detectó dos nuevas clasificaciones de juventudes. Distingue un ordenamiento según una cuádruple caracterización, las dos tradicionales, a las que se les suman grupos “libertarios” y “progres”. “Por un lado, están los jóvenes más cercanos al mundo libertario, que los llamamos antisistema, que es un universo predominantemente masculino. Hay un segundo segmento caracterizado como “progres” porque tienen compromisos fuertes con las causas progresistas y del mundo por venir. Tienen más conciencia y compromiso con la ecología, el feminismo, el veganismo, tienen una matriz ecológica. Ambos representan segmentos nuevos. Los antisistemas están convocados más por los libertarios, los progres están un poquito más cercanos a un mundo oficialista, pero no tienen identidades políticas fuertes, no se casan con nada, es como un compromiso mayor con las causas que con los espacios políticos. No se ponen ninguna camiseta excepto la de la causa”, explicó.

Además, detalló que hay una tercera clasificación: “jóvenes viejos”. Ahí entra muy fuerte la idea de progreso, tienen como aspiración la idea de poder hacer lo mismo que hicieron sus padres y al mismo tiempo lo ven como una dificultad. Ven una vida espejada en la de sus padres, pero tienen poca confianza en que lo van a poder lograr”.

La cuarta categoría son los “ni ni”: “Los llamamos así porque no tienen interés ni en la política ni tampoco tienen confianza en sus propias capacidades para encarar el futuro. Si los anteriores eran pesimistas, estos lo son aun más. Es un grupo muy difícil de ser interpelado”, explicó Vilker.