Luego del FMI y el G20, el próximo paso para el presidente Alberto Fernández en su gira europea es el cambio climático. Y ambas citas guardan relación para el gobierno. La postura de la Argentina en la Conferencia del Clima (COP26) que comienza hoy en Glasgow, Escocia, y que se extenderá hasta el 12 de noviembre, tiene dos ejes centrales. Por un lado, ratificar el Acuerdo de París contra el Cambio Climático; y por el otro, insistir con la idea de promover un canje de deuda por acción climática, es decir, destinar un porcentaje del dinero que se le debe al Fondo Monetario Internacional para financiar una transición ecológica. Algo que hasta ahora el FMI nunca suscribió con ningún país.

Fernández y el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, serán los encargados de exponer en el encuentro global más relevante sobre el tema. Cabandié ya había anticipado que “nuestro país va a llevar una postura firme para debatir los medios de implementación necesarios para la acción climática”. Y amplió: “Significa establecer los modos de financiamiento necesarios para llevar adelante la transición ecológica de los países en desarrollo”.

Una propuesta concreta de la Argentina es la creación de un comité de financiamiento climático, integrado por los países ricos y los que están en desarrollo, para “que definamos la arquitectura financiera de los fondos necesarios para incrementar el porcentaje de energías renovables en nuestro país –agregó Cabandié–; dejar de depender de recursos fósiles que son emisores de los principales gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global”.

Contradicción

La Argentina suscribió el Acuerdo de París, que estableció compromisos para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono desde el año 2020 con el objetivo de limitar el calentamiento global por debajo de dos grados centígrados y sumar esfuerzos para limitarlo a 1,5 en relación con los valores preindustriales. Pero el compromiso asumido por el país y las acciones que lleva adelante no convencen a las organizaciones ambientales.

“Argentina está entre los 30 países que más emisiones de gases de efecto invernadero generan. Por ejemplo, la combinación de deforestación, más ganadería y agricultura son responsables de casi el 40% de las emisiones del país. La grave crisis climática en la que nos encontramos nos obliga a actuar en consecuencia. Los compromisos de Argentina deben ser más ambiciosos y concretos. No alcanza con ir a prometer que se va a cumplir la Ley de Bosques. Actualmente la mitad de la deforestación es ilegal, por lo que resulta fundamental que se penalicen los desmontes y los incendios forestales; y que Argentina establezca una meta de Deforestación Cero para el corto plazo”, señaló Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.

Desde la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) advirtieron que “las políticas del gobierno que brindan incentivos económicos a los combustibles fósiles son totalmente contradictorias con los anuncios vinculados a un proceso de transición energética con bajas emisiones para alcanzar la carbononeutralidad en 2050”.

En el documento “Los subsidios a los combustibles fósiles 2020-2021, ¿seguir viviendo sin tu amor?”, FARN detalló que, durante el año 2020, el país destinó 45.573 millones de pesos, o el equivalente a 645 millones de dólares, “a la promoción de hidrocarburos, lo que equivale a 11 millones de Asignaciones Universales por Hijo”.

El trabajo remarca que, en un contexto de crisis económica, social y ambiental, profundizada por la pandemia, el Estado sigue apostando a la industria extractivista. “Con el dinero que se proyecta destinar a subsidiar los combustibles fósiles, hacia 2045 se podrían cubrir los costos necesarios para la transición a una matriz de generación eléctrica 100% renovable”.  «

Los ojos del mundo puestos en China y la ausencia de Putin

Faltaban apenas tres días para el comienzo de la COP26 y China, el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero, entregó sus nuevos compromisos climáticos.

El gigante asiático se comprometió a alcanzar su pico de emisiones «antes de 2030», y lograr la neutralidad de carbono «antes de 2060», objetivos que ya había adelantado su presidente Xi Jinping.

Estas nuevas contribuciones, presentadas en la web de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, prevén reducir la intensidad del carbono (las emisiones de CO2 en relación con el Producto Bruto Interno) en más del 65% con respecto a 2005. Sin embargo, los antecedentes de China no invitan al optimismo. Especialistas advierten que la propuesta no es suficiente para limitar el calentamiento climático planetario por debajo de dos grados, que fue el compromiso asumido en París en 2015.

En tanto, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ya confirmó que no viajará para participar del encuentro en Escocia, aunque desde el Kremlin aclararon que la cuestión ambiental es una «prioridad» para el mandatario. A comienzos de octubre, durante un foro de energía en Moscú, Putin afirmó que “se esforzará por alcanzar la neutralidad de carbono en su economía a más tardar en 2060″, una estrategia ambiciosa teniendo en cuenta que Rusia es otro de los grandes contaminadores del mundo. Según medios rusos, la idea del país es reducir sus emisiones en un 80% de aquí al 2050.

SIN PRECEDENTES

La propuesta de «canjear» deuda externa por acciones concretas a favor del medio ambiente, sobre todo en países en desarrollo con sus contextos agravados en la pandemia, no tiene precedentes. Lo que buscan es que se condone parte de la deuda y destinar esos fondos a ciertas metas ecológicas, por ejemplo, sumar infraestructura para la transición ecológica con energías renovables, bajar la tala en zonas verdes o disminuir subsidios al sector minero.

Desde el FMI evitaron hasta ahora dar un apoyo concreto a la idea, aunque no la rechazaron: «Tiene el potencial de contribuir al financiamiento climático y facilitar una acción acelerada en los países en desarrollo», dijo la titular del Fondo, Kristalina Georgieva.