“Por ahora soy candidato por fuera de Alternativa Federal (AF)”. La frase pronunciada por Roberto Lavagna en los medios de comunicación reafirmó las enormes dificultades que tiene la “tercera vía” para ordenarse. La mezcla de pretensiones cruzadas y necesidades distintas ha llegado a su punto de ebullición y el río se revuelve.

Lavagna sugirió también en sus declaraciones un acuerdo bajo la mesa entre el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y el presidente, Mauricio Macri. Los rumores en los pasillos políticos sobre este “pacto” circulan hace semanas. Fueron impulsados por el hecho de que el Gobierno colaboró con la fractura del radicalismo cordobés al presionar hasta último momento para que no haya una interna entre Mario Negri y Ramón Mestre. No son pocos los boinas blancas que leyeron detrás de esa movida un intercambio de favores entre el presidente y el gobernador. Sería el siguiente: la Rosada colabora con mantener dividida a la UCR mediterránea y Schiaretti hace lo mismo con el peronismo a nivel nacional.

Las teorías conspirativas a veces aciertan y otras tantas son especulaciones difíciles de comprobar. Resulta más sencillo poner sobre la mesa la necesidad que tiene Schiaretti de que haya un tercer candidato nacional para poder “colgar” de esa figura los diputados nacionales por Córdoba sin tener que sentarse a negociar con la fórmula Fernández-Fernández ni con el Presidente. El rechazo al Gobierno nacional en la provincia mediterránea ha crecido mucho al calor del ajuste y quedó muy lejos ese 70% que Macri sacó en el balottage de 2015. Así que la ecuación nacional del cordobesismo precisa de una tercera opción.

Lavagna y Schiaretti se habían reunido un mes antes de la elección cordobesa. Las diferencias quedaron expuestas: el economista  planteó entonces su pretensión de ser un candidato ungido por “consenso” y evitar las primarias, mientras el gobernador ratificó su posición de realizar una interna abierta en Alternativa Federal. Esa reunión finalizó con la “promesa”, de ambos, de no hablar del tema hasta que se realizará la elección mediterránea. Lo cierto es que Lavagna, cuando se reunía con su equipo político, entre ellos el expresidente Eduardo Duhalde, se mostraba convencido de que el cordobés terminaría levantándole el brazo luego de su victoria. Hasta tal punto era así, que a sus colaboradores más cercanos les decía que había que “darle unos días” a Schiaretti, luego de su reelección, para que se pronuncie.

Ese día llegó y el cordobés no dijo lo que los oídos del exministro querían escuchar. Schiaretti ratificó su decisión de respaldar las PASO, entre otras cosas porque de otra forma sería casi imposible evitar la migración de Sergio Massa a las filas de Fernández-Fernández. El tigrense, que cuestionó la “histeria de la política”, no deja de coquetear con saltar de un espacio al otro. Está haciendo valer los ocho puntos que en promedio mide en las encuestas como oro sólido, aunque eso tiene su costo, su imagen negativa sigue siendo de las más altas.

Los radicales, en tanto, van a su Convención sumergidos en la incertidumbre. Al fracaso del gobierno macrista se sumó la caída de la única estrategia electoral que tenía la Rosada, polarizar con la figura de CFK, que al ponerse de candidata a vice desbarató todo el plan que Marcos Peña tenía armado para seguir empujando la demonización de la expresidenta y alimentar con eso la reelección de Macri.

Debate radical

En la UCR circulan dos documentos para la Convención del próximo lunes. Uno propone armar un nuevo frente y ratificar las PASO como mecanismo de selección de candidatos. Este borrador, extrañamente, encuentra unidos a los disidentes, como Ricardo Alfonsín y Federico Storani, y al oficialismo partidario, encabezado por el mendocino Alfredo Cornejo. Es un documento que permitiría la libertad de acción y una suerte de fractura acordada en algunos distritos. El otro borrador lo están impulsando los “yellow radicales”, forma en que con sarcasmo mencionan a los boinas blancas más cercanos al macrismo en el partido centenario. Este segundo paper propone ratificar la pertenencia a Cambiemos sin medias tintas. Lo impulsan, entre otros, Mario Negri, Jesús Rodríguez y el vicegobernador de María Eugenia Vidal, Daniel Salvador, que aspira a renovar su posición en la provincia. Es un río revuelto. No está claro todavía quienes son los pescadores que ganan.