Eran las 4 de la madrugada cuando apareció Cristina Fernández en el palco del gimnasio cubierto de Arsenal. Habían pasado siete horas desde el arranque del escrutinio provisorio. Quienes la aguardaban y ella misma, que sonreía y levantaba las manos, acababan de vivir una jornada irrepetible. Algo muy raro. El recuento que se inicia con el escaneo de los telegramas que envía el Correo y que luego digitaliza la empresa española Indra había comenzado con 6 puntos de diferencia a favor de Cambiemos. A las 4, la diferencia se había reducido a 0,03 puntos porcentuales. Una remontada que no tardó en generar su propia épica. Pero que al mismo tiempo reflejaba, con una crudeza nunca antes vista, la discutida práctica de manipular la carga de los telegramas con un sesgo muy favorable al oficialismo. El objetivo había sido dar la impresión de que en Buenos Aires había una tendencia contundente, casi lapidaria, a favor de la alianza PRO-UCR. La mayor parte de los medios extranjeros, por ejemplo, había cerrado sus coberturas con esa información.

“Nunca, se los juro, de corazón, nunca pensé que iba a tener que pedirle perdón a todos los argentinos y argentinas por este bochorno que hoy hemos vivido”, comenzó CFK. Fue su primera frase referida a la sospechosa parábola que exhibió el avance del escrutinio. Un cambio de tal dimensión sólo puede ser posible cuando se incorporan datos de algunos distritos, y se postergan otros, de un modo absolutamente racional y malintencionado.


“Esto que hemos vivido hoy, este montar un show para que salga en el horario prime time de la televisión, como si se tratara de un timbreo o de subirse a un colectivo para simular algo, todo esto es una ofensa a la democracia. Y también a todos los ciudadanos que hoy fueron a depositar su voto. Porque lo que se merecían era conocer cuál fue el resultado de las elecciones de la provincia de Buenos Aires”, cargó la ex mandataria y primer candidata a senadora de Unidad Ciudadana.

Tras los cuestionamientos a las irregularidades del recuento, Cristina pronunció las palabras que sus simpatizantes esperaban desde temprano. “El resultado es que hemos ganado las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Pero quiero decirles algo también. Es lo que siento, lo que pienso, lo que creo. Estas elecciones no las ganó Cristina, ni ninguno de los candidatos de Unidad Ciudadana. Las ganaron todos estos hombres y mujeres que nos están acompañando”, subrayó. 

En el palco, a su lado y atrás, la flanqueaban los integrantes de la lista de diputados nacionales –se veía en primer plano a Roberto Salvarezza y a Fernando Espinoza- y el número 2 de la dupla al Senado, Jorge Taiana. 

Sobre el escenario también estaban los argentinos de a pie que habían compartido con ella diálogos significativos a lo largo de la campaña. Eran Camila, una joven presidente de un centro de estudiantes; María, coordinadora en un centro de jubilados de Lomas de Zamora; Pablo, agricultor de nacionalidad boliviana pero con más de 10 años en el país, a quien la propia Cristina había presentado en aquel lejano acto de Arsenal, de junio pasado.


“Se creen que son impunes”

En el búnker de Unidad Ciudadana se percibía el impacto y la indignación causados por el proceder del Correo y de la empresa INDRA. También circulaban críticas muy duras a las autoridades políticas de la Dirección Nacional Electoral. El candidato a diputado nacional y dirigente radical Leopoldo Moreau, por ejemplo, intentó comunicarse tres veces con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Esas tres veces Frigerio se negó a atender, según informó el equipo de prensa de CFK.

Al mencionar el caso de Santa Fe, la ex presidenta retomó las críticas a la “manipulación” que se había ejecutado en la carga de las mesas de votación. 

“Lo de provincia de Buenos Aires no es todo. Está sucediendo lo mismo en Santa Fe donde un compañero nuestro, Agustín Rossi, está a 0,8% (de pasar a Cambiemos y ubicarse en el primer puesto) y todavía falta que ingresen el 17% de las mesas de Rosario”, denunció. 

“Se creen que son impunes. Pero no se puede hacer cualquier cosa todo el tiempo porque finalmente pasan episodios como el de hoy”, advirtió.


Tras dedicar un largo párrafo a la progresión tan cambiante que mostró el escrutinio, Cristina volvió al eje de su campaña. Entonces se dirigió a los votantes, tanto a los que la eligieron en la PASO como a aquellos que podrían sumarse en la general del 22 de octubre. 

“Dos de cada tres ciudadanos en la provincia de Buenos Aires votaron contra este ajuste, al que lo quieren llamar cambio o reforma, pero del que todos sabemos que es el más brutal ajuste. Por eso vamos a pedirle al gobierno que escuche lo que las urnas han mostrado: que cambie el rumbo económico. La realidad, cuando es tan grave, tan lacerante, siempre aflora. Y el gobierno debe escuchar esa voz”, exigió.

La ex presidenta se refirió luego a las cuatro medidas -en el futuro quizá proyectos de ley- que está planteando para el futuro inmediato. “Queremos que se pare de destruir trabajo, que se genere más y mejor empleo. Queremos que ningún argentino se encuentre al día siguiente, cuando va al taller, con la persiana baja y un aviso (de despido). Queremos que los mayores vuelvan a tener sus medicamentos y que los puedan pagar. Y que se revisen las tarifas, porque la gente no las puede afrontar», exhortó. 

Antes de despedirse y de agradecer a la gente, a los periodistas y a los candidatos que la acompañaban a pesar de la hora, CFK le dedicó una chicana al presidente. A Macri, valga recordar, sus rivales políticos suelen atribuirle escasa contracción al trabajo. “Tal vez pensaron que esta noche nos íbamos a ir a dormir. Pero no, porque nosotros no somos vagos, nosotros no nos vamos, nunca dejamos el trabajo a medias”, ironizó Cristina.

Una PASO electrizante: recuento muy raro, remontada récord

En las primeras horas del escrutinio, los números para la provincia de Buenos Aires mostraban un desempeño de Cambiemos bastante mejor al que se esperaba. Los resultados también exhibían un crecimiento en la implantación federal de la entente PRO-UCR a lo largo del país: el oficialismo nacional ganaba en ciertas provincias en las que gobierna el PJ en sus distintas variantes. 

Los datos causaron preocupación entre los colaboradores del comando de Unidad Ciudadana. Los rostros serios, los datos intercambiados en voz baja, proliferaban en los rincones. 

Cerca de las 23:30, cuando ya había terminado el raid mediático de Macri, el ex titular del Conicet Roberto Salvarezza y la gremialista Vanesa Siley, ambos candidatos a la Cámara Baja, aparecieron juntos frente a las cámaras. “Vamos a esperar un poco más, porque tenemos datos propios que pueden dar una sorpresa”, avisó Siley con una sonrisa y en medio de un tumulto de periodistas sobreexcitados. 

Treinta minutos después de la medianoche, la diferencia entre Bullrich y CFK se había recortado a 2,07% con el padrón escrutado en un 66,88%. El escrutinio había comenzado a las 21, con Cambiemos 6 puntos por encima de Unidad Ciudadana.

La expectativa en las instalaciones de Arsenal crecía a medida que avanzaba la incorporación de telegramas. Los periodistas revisaban las pantallas de sus computadoras mientras que un grupo de jóvenes mataba la ansiedad bailando de canciones de rock nacional y hip hop. Sonaban el Indio Solari, los Redondos, Miss Bolivia, Estelares y Callejeros. El clima en el centro de prensa había empezado a mejorar.

La ex presidenta seguía la evolución de los números desde el segundo piso de un edificio contiguo, perteneciente al mismo predio, fundado por Julio Humberto Grondona. Se trata de un hotel de dos plantas del club Arsenal: allí suele concentrar el plantel de la primera división. A medida que avanzaba el escrutinio, los números de Unidad Ciudadana seguían acercándose a los de Cambiemos. Los candidatos de UC no ocultaban su ansiedad. Tampoco la emoción.

Cerca de la 1:00, cuando la diferencia con Cambiemos te había reducido a 1 punto porcentual, el dirigente radical Leopoldo Moreau y la ex subsecretaria de Políticas Universitarias del kirchnerismo, Laura Alonso, aparecieron ante los periodistas. Moreau tenía los ojos enrojecidos. “Estamos absolutamente seguros de que en un rato se va a saber la verdad. Estamos confiados y tranquilos”, anunció ante un tumulto de movileros. Poco después, en un clima que iba cobrando cada vez más fervor, algunos militantes empezaron a corear “Lo damos vuelta/ la puta que lo parió”. Se estaba viviendo la PASO más electrizante desde que se puso en marcha la ley de Reforma Política y el nuevo mecanismo de definición de candidaturas. En ese momento de la madrugada, mientras se detenía por un momento la recuperación de Unidad Ciudadana, un periodista de Clarín escribía un tuit que expresaba el clima de esas horas: “¿Era necesario facilitarle a Cristina esta remontada épica?”


El avance del recuento provisorio –la carga de los telegramas en manos del Correo y de la empresa española Indra- se detuvo un lapso bastante largo poco después de las 1:20. Las mesas escrutadas ya representaban el 89% del padrón. Fue entonces cuando Moreau aprovechó para hacer las declaraciones más fuertes de toda la noche. 

«Ahora está ocurriendo algo muy serio. El gobierno decidió secuestrar el voto de los bonaerenses hasta que hablara el presidente. Después, en el Correo, a pesar de que durante buena parte del día trabajó el 100% de los data-enter (los trabajadores que reciben los telegramas escaneados y los cargan), se decidió licenciar a la mayoría de ellos, para que quedara trabajando sólo el 20%. Eso hizo mucho más lenta la carga del escrutinio justo cuando la sociedad más quiere saber lo que está pasando”, denunció Moreau en un tono firme. La multitud que esperaba en el búnker lo ovacionó con gritos y aplausos.

Antes de que hablara Cristina, Moreau se había convertido en el vocero más efectivo para una madrugada compleja. 

La madrugada de un recuento tan raro que seguramente terminará en la Justicia. ¿Qué resultado arrojará el escrutinio definitivo? 

En una semana se sabrá la respuesta.