La primer ausencia ocurrió el 10 de diciembre del 2015 y significó la ruptura de una tradición de Estado. Mauricio Macri fue el primer presidente de la democracia que no mencionó a las Islas Malvinas en su discurso inaugural frente al Parlamento. Al día siguiente nos enteramos que sin razón alguna las Malvinas eran eliminadas de su jerarquía de Secretaría de Estado en el organigrama de la Cancillería.

Seguidamente, lo que estuvo ausente fue el firme reclamo por la soberanía en ocasión de la entrevista de Macri con el entonces Primer Ministro Británico David Cameron en el transcurso de la reunión del G20. Todavía nos preguntamos por qué nuestro presidente evaluó la reunión como «muy linda» cuando el comunicado del Foreing Oficce manifestó que Reino Unido no se avendría a dialogar sobre Malvinas con Argentina. También nos preguntamos por qué estuvo ausente la respuesta de nuestra Cancillería a ese comunicado, como también se evitó la protesta por la visita del Ministro de Defensa de la Corona a las Islas. Visita en la que se anunció el incremento del presupuesto militar británico por causa del «peligro argentino».

Posteriormente lo que quedó oculto tras un «paraguas» fue la defensa de nuestros recursos naturales en el Atlántico Sur con la firma del vergonzoso acuerdo Duncan-Fornadori, en donde Argentina se comprometió a «remover los obstáculos» para que se lleven nuestras riquezas. Si el objetivo fue cambiar soberanía por voto (a la candidatura de la Canciller Susana Malcorra), en lugar de voto se obtuvo Veto. Veto que también utilizó Macri para eliminar los derechos de los excombatientes, votados por unanimidad en el Congreso.

Nuevamente estuvieron ausentes nuestros intereses al acordar en Londres otro vuelo desde las Islas a «terceros países» y la entrega de información para que depreden nuestros recursos ictícolas. Por otra parte, también se anunció desaparecerán nuestras Malvinas de los billetes de 50 pesos, serán reemplazas por un cóndor. Seguramente fueron todos estos antecedentes de desmemorias, ausencias y ocultamiento los que tuvo en cuenta la diseñadora gráfica y las autoridades políticas del Ministerio que la supervisaron al decidir eliminar las Malvinas del mapa de Argentina. Pero de donde no podrán borrarlas, es del corazón de los argentinos que reclaman hace 184 años contra la usurpación colonial y lo seguirán haciendo hasta que definitivamente pueda volver a flamear nuestra bandera en las Islas.