Apenas el presidente venezolano Nicolás Maduro juró su segundo mandato el 10 de enero, la Casa Rosada se preparó para transitar «un verano caliente» en materia diplomática, como la «culminación» de un discreto tejido político que atraviesa a la administración de Cambiemos desde hace tres años. Una semana después de la jura de Maduro, las confirmaciones más concretas con respecto a la aceleración de la crisis caribeña no sólo llegaron a Buenos Aires desde la embajada argentina. La principal señal de largada retumbó cerca del presidente Mauricio Macri, cuando el senador republicano Marco Rubio anunció públicamente la suspensión de su agenda para participar de una reunión de urgencia en la Casa Blanca, convocada por el mandatario estadounidense Donald Trump para analizar la situación venezolana. Fue 36 horas antes del mensaje que difundió el vicepresidente Michael Pence, para incitar a los venezolanos a salir a las calles.

El otro mensaje fue más íntimo y provino desde el 49° Foro Económico de Davos, en Suiza, cuando el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne se encontró con el economista Ricardo Hausmann, principal asesor económico del autoproclamado «presidente encargado» de Venezuela, Juan Guaidó.

«Presten mucha atención a lo que está pasando en Venezuela», le dijo el docente de de la Escuela de Gobierno de Harvard a Dujovne. La alerta no sólo transformó al titular del Palacio de Hacienda en el primer funcionario argentino en pronunciarse sobre Venezuela, casi al mismo tiempo de la autoproclamación que protagonizó Guaidó. Pocas horas después, cuando Trump y el titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, dieron su primer respaldo al interinato desde Washington, la ciudad suiza fue el epicentro de los respaldos continentales a la autoproclamación de Guaidó. Fue por parte de los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro; de Colombia, Iván Duque, y de la vicepresidenta de Perú, Mercedes Aráoz Fernandez. De esa troika generada en los Alpes suizos surgió el aventón final para que Macri se sumara a la cadena de respaldos.

El gesto argentino no se quedará en los tuits que utilizó para sumarse a las señales lanzadas desde Washington. Esta semana podría comunicarse telefónicamente nuevamente con Guaidó, esta vez para respaldarlo como «presidente encargado». No es la primera vez que el líder del PRO se comunica con el diputado de 35 años. La semana anterior, luego de la jura de Maduro, Macri había hablado con Guaidó, en su calidad de titular de la Asamblea Nacional de ese país, para manifestarle que reconocía a ese organismo legislativo como el único organismo constitucional.

Un alto funcionario del Palacio San Martín confió a este diario que el «telefonazo» inicial de Macri iba a ser emulado por otros mandatarios integrantes del Grupo de Lima, la mesa fundada en agosto de 2017 por 14 países del continente para buscar una salida «pacífica» a la situación en Venezuela. Tras la autoproclamación de Guaidó, ese organismo quedó en un virtual segundo plano luego de los acelerados respaldos promovidos desde Davos y Washington. No sólo por la aceleración de la crisis caribeña sino también por la sorpresa del Palacio San Martín y otras cancillerías de la región, ante el giro de la posición de Trump, que parece haberle dado crédito a las posiciones más duras que promueve el republicano Rubio, que incluyó el llamado de Pence a salir a las calles, un día antes de la autoproclamación y el inmediato reconocimiento de la Casa Blanca. Fueron dos escenas previas, al pedido que hizo Guaidó para pedir «ayuda humanitaria» a Washington y la veloz respuesta que protagonizó el secretario de Estado, Mike Pompeo, para concedérsela. Entre el pedido caribeño y el inmediato eco washingtoniano, late la preocupación de la Casa Rosada y otras administraciones del Grupo de Lima ante una nueva escalada en la «imprevisible» política exterior de Trump.

Ese interrogante fue la principal razón que originó el envío urgente del secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Fulvio Pompeo, a la capital estadounidense  para que la administración Trump les explique los planes de la Casa Blanca ante el desarrollo de la crisis venezolana y qué rol le reclamará Trump a Macri, luego de un año y medio de tironeos secretos entre ambos mandatarios sobre una intervención militar en el país caribeño. Es un punto que inquieta a Buenos Aires desde la visita del vicepresidente Pence a la Argentina, en agosto de 2017, cuando el inquilino republicano de la Casa Blanca dijo que no descartaba esa posibilidad.  «