La Basílica de Luján fue este sábado la escena de una foto esperada por el oficialismo. La misa por «la paz y la fraternidad», organizada como repudio intersectorial al atentado contra CFK, finalmente no contó con presencia de Juntos por el Cambio, que había resuelto esquivar la convocatoria. No sólo por rechazo y porque consideran que ya hicieron los aportes institucionales suficientes, sino porque todos están concentrados en las elecciones comunales que realizará este domingo la localidad cordobesa de Marcos Juárez.

A pesar de los faltazos manifiestos y anticipados, en la principal coalición opositora saben que el ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, explora posibilidades de una interlocución. En la Cámara de Diputados la invitación de Luján fue girada a los 257 miembros. Según se justificó un jefe de bloque, fue el reenvío de un mail por parte de una autoridad del cuerpo y ninguna convocatoria formal. Nadie tomó el guante desde que esta semana el jefe de la bancada radical, Mario Negri, le salió al cruce a De Pedro cuando lanzó la primera mención al respecto. «El ministro del Interior dijo hoy que es momento de convocar al ‘diálogo político para bajar un cambio’. (…) Creo que el primer aporte que debería hacer el ministro es retractarse», lanzó el legislador para facturarle un tuit posterior al ataque a CFK, donde dijo que el intento de asesinato era el resultado de «tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos» y de «los que sembraron un clima de odio y revancha».

Por fuera del ataque preventivo de Negri, De Pedro ya había instalado el tema y el encargado de dar cuenta de eso fue el gobernador jujeño y titular del Comité Nacional de la UCR, Gerardo Morales. «A mí me parece que el Gobierno todavía no tiene claro el esquema de diálogo. Wado está haciendo un gran esfuerzo y luego viene el Presidente y dice que no está convocando al diálogo», lanzó esta semana, pero luego Fernández repudió las amenazas de muerte que recibió Mauricio Macri y el gesto calmó a los más duros. Ante las consultas de este diario, los socios de la coalición opositora insisten en que la única instancia para alguna interlocución es el Congreso, pero tampoco tienen claro para qué en este momento, donde consideran que cualquier acercamiento del Gobierno es un abrazo de oso en vísperas del año electoral.

En JxC por debajo de las desconfianzas también hay diferencias sobre hasta dónde llegar con las críticas al Gobierno. El diputado neuquino del Pro, Francisco Sánchez, recién se retractó esta semana de su pedido de aplicar la pena de muerte para delitos de corrupción. Lo hizo luego de que sus pares lo criticaran en público y en privado. No era una cuestión moral, sino que no querían quedarse pegados con un planteo que los debilitaba ante la opinión pública. Las vinculaciones de los autores del atentado a CFK con grupos de ultraderecha son un tema incómodo, especialmente para los diputados como Sánchez, que se sienten más cerca de opciones políticas que están a la derecha de JxC y del Pro. La retractación es una necesidad política y no una convicción del legislador, que está enfrascado en la interna de su provincia para pelear la gobernación el año que viene.

Los intentos de diálogo podrían cambiar su tono o disiparse por completo luego de las elecciones de este domingo en Marcos Juárez, el municipio cordobés que es gobernado desde hace ocho años por el macrista Pedro Dellarossa. La primera vez que ganó fue el 7 de septiembre de 2014 y la victoria fue experimento exitoso de los socios que ya tramaban Cambiemos, pero que terminó de corporizarse al año siguiente, cuando la UCR aprobó en Convención Nacional una alianza de centroderecha con el Pro. Desde entonces esta localidad con 20.000 electores se ha transformado en una instancia clave para Juntos por el Cambio, porque le permitió capitalizar ese predominio en la provincia que gobierna el peronista Juan Schiaretti y donde su amigo, el expresidente Mauricio Macri, cosechó el 60% de los votos luego de la caravana del «Sí se puede».

Esta vez los pronósticos no son afines a JxC, porque Sara Majorel, la candidata que busca mantener el predominio macrista, aparece en segundo lugar en las encuestas, con una desventaja de siete a diez puntos detrás de Verónica Crescente, candidata del partido Unión Vecinal, que se alió con Hacemos Córdoba luego de romper relaciones políticas con el intendente. La candidata que lleva la delantera fue funcionaria de Dellarossa y renunció al cargo por diferencias internas. Ahora cuenta con el respaldo del vecinalismo y un acercamiento con Schiaretti que este jueves la respaldó en el cierre de campaña.

Majorel también aprovechó la nacionalización de Marcos Juárez. En los últimos diez días recibió las visitas de Morales, de Patricia Bullrich y del alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta. Los dos dirigentes del partido amarillo ampliaron su recorrida y el jefe comunal sigue en la provincia. Algunos dirigentes locales arriesgan que se quedará hasta conocer el resultado de este domingo.

La idea de los dirigentes opositores es exhibir una señal de unidad en un distrito donde al radicalismo logró unificar la conducción partidaria pero sigue enfrentado ante el crecimiento del senador Luis Juez, del Frente Cívico, que está empeñado en transformarse en el candidato a gobernador de JxC y medirse con Martín Llaryora, intendente de Córdoba Capital y el elegido por Schiaretti para su sucesión. Con ese mar de fondo, los 20 mil electores de Marcos Juárez aportarán una decisión que seguirá teniendo impacto nacional y tendrá un impacto directo en los preparativos de la campaña para 2023, pero desde un comicio local donde el Frente de Todos no compite.  «