Desde Casa Rosada tomaron distancia de la interna que atraviesa la CGT, luego de la cena con el presidente, Alberto Fernández, que tuvo el ala más pasiva de la conducción de la central obrera, de la cual, no había participado Pablo Moyano, representante del sector más combativo. En un día de idas y vueltas, desde Presidencia confirmaron a Tiempo que el encuentro fue pedido por los sindicalistas.

Es que el presidente cenó asado con Héctor Daer y Carlos Acuña en la residencia presidencial de Olivos. Lo acompañó el ministro de Trabajo, Claudio Moroni. Entre los comensales estuvieron también Gerardo Martínez, de la UOCRA; José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias; y Andrés Rodríguez, de UPCN, entre otros. Este sector está en contra de que el gobierno implemente una suma fija para levantar los salarios más bajos. Temen que su rol quede desdibujado en la negociación.

Sin embargo, esta ala de sindicalistas afines a Moroni y Alberto está enfrentada al ala más combativa representada por Moyano, Sergio Pallazzo, de La Bancaria, pero también por el Frente Sindical por el Modelo Nacional (Fresimona). Allí militan Mario Manrique (SMATA), Omar Plaini (Canillitas), Juan Pablo Brey (Aeronavegantes), Raúl Durdos (Somu), Graciela Aleñá (Viales) y Cristian Jerónimo (Vidrio), entre otros.

Si bien el encuentro tuvo lugar en la residencia de Olivos, desde Presidencia aclararon que Moyano no fue de la partida porque los que organizaron el encuentro fueron los propios sindicalistas. “Los que fueron lo hicieron porque le pidieron verlo”, aclararon. “No fue un encuentro orgánico con la CGT”, explicaron, a la vez que enfatizaron que Alberto “con Moyano tiene una relación excelente”.

En privado el presidente asegura que no se opone al bono o suma fija, que todavía está sin definir la forma que tendrá. Sin embargo no quiere perder el apoyo de los dos tercios de la central obrera sobre la que todavía puede recostarse.

Por lo pronto, el desplante a Moyano devino en una amenaza de abandono de la cúpula de la central obrera, que con el correr de las horas, y con las reuniones con sindicatos aliados, parece que no se va a concretar. No obstante, el incidente sirvió para dejar bien en clara la frontera entre el sector del sindicalismo peronista que apoya la suma fija y el que se opone.