De todas las ideas que la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, llevó a La Plata, hubo una que ponderó sobre las demás: el reclamo de libertad para Milagro Sala. Con esa consigna comenzó y terminó el discurso que dio al recibir el premio Rodolfo Walsh por la Facultad de Periodismo de La Plata, que le fue entregado por la decana y concejala del Frente para la Victoria, Florencia Saintout, en un acto en el que participaron referentes políticos, sociales y de derechos humanos. También denunció la persecución político mediática contra su predecesor, Luiz Inacio “Lula” Da Silva y la estrategia de quita de derechos de los gobiernos neoliberales en la región. En el encuentro, Hebe de Bonafini entregó un pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo, el máximo galardón que entrega la Asociación, a la mandataria derrocada con un impeachment (juicio político) el año pasado.

“Quiero proponer una consigna hoy: Libertad a Milagro Sala”, dijo apenas comenzó Rousseff, que culminó su discurso aclarando que en todas las actividades de las que participe en la Argentina expresará esa consigna. La ex presidenta habló este jueves ante unas tres mil personas que colmaron el polideportivo de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), al recibir el premio otorgado en el marco del Encuentro Internacional por la Emancipación de las Mujeres que realiza la Facultad de Periodismo junto al Concejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).

Rousseff también utilizó ese escenario para describir la situación de su país desde el impeachment (juicio político) que la derrocó el 31 de agosto de 2016 y que describió como un “golpe parlamentario”. En ese camino, denunció que el gobierno y el establishment brasileño “están construyendo una segunda etapa del golpe que consiste en impedirnos que participemos en las elecciones de 2018”.

“Nosotros tenemos el candidato con mayor aprobación en los sondeos, que es el ex presidente Lula (Luiz Inacio Da Silva). Quieren impedir que él participe de las elecciones. Por eso creemos que para revertir lo que ocurre en Brasil hay que profundizar el proceso democrático”, remarcó. Y apuntó a los medios de comunicación -“los controlan cuatro familias de Brasil”- como uno de los sectores impulsores de las dos etapas del golpe.

En ese camino, remarcó que “los gobiernos populares son una necesidad para nuestros pueblos”, y sostuvo que “debemos apoyar la salud y la educación como pilares fundamentales”. Y adelantó que un informe que se presentará en los próximos días dará datos del aumento de la desigualdad y la reducción de derechos: “en los últimos 365 días los trabajadores perdieron un derecho por día, son 365 derechos perdidos en un año”, insistió.

La ex presidenta recibió el premio Rodolfo Walsh a los mandatarios latinoamericanos de manos de Saintout. “El premio está del lado de los que luchan y no de los que lloran, está del lado de los que comprendieron que ser revolucionarias es indignarse y luchar contra las injusticias en cualquier parte del mundo”, explicó la decana.

Antes Hebe le había dado el pañuelo, que se puso en la cabeza y recibió una ovación. Sobre el escenario estaban el titular de Clacso, Pablo Gentilli y la ex ministra de Políticas para la Mujer de Brasil, Eleonora Menicucci. Debajo del escenario, ocupando toda la primera fila aplaudían las Madres de Plaza de Mayo y Rosa Bru, la mamá Miguel, el estudiante periodismo desaparecido en democracia. Detrás, en una especie de corralito, estaban el ex juez Carlos Rozanski, el decano de Humanidades, Aníbal Vigueras, militantes de organismos de derechos humanos, referentes universitarios y los embajadores de Venezuela y Nicaragua, Carlos Eduardo Martínez Mendoza y José Luis Villavicencio, respectivamente.

También estaba el intendente de Ensenada -en ese distrito está instalado el predio de la UNLP- Mario Secco; el ex vicepresidente, Amado Boudou, y otros dirigentes como Cristina Álvarez Rodríguez -que le llevó de regalo a la ex mandataria un ejemplar en portugués de La Razón de Mi Vida, de Eva Perón-; la dirigente del FPV porteño, Gabriela Cerruti; la diputada nacional Fernanda Raverta, y sus pares provinciales, Lauro Grande y Miguel Funes, entre otros. Más atrás, sobre las gradas, se apiló la militancia: agrupaciones estudiantiles y organizaciones políticas peronistas y latinoamericanistas, que durante el acto corearon “fora temer”, intercalado con los cánticos propios.

El acto comenzó con un video en el que la saludaron la cantautora Teresa Parodi, el periodista Víctor Hugo Morales, el titular de CTA, Hugo Yaski, la referente de los maestros de Cetera, Sonia Alesso, y la Abuela de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, entre otros.

Fue Hebe quien habló primero y valoró su militancia en los ’70 en la resistencia a la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, que le costó tres años de prisión durante los que fue duramente torturada. “Dilma dio su vida, casi perdió su vida en las mazmorras de Brasil para llegar a ser presidente”, la reivindicó la Madre de Plaza de Mayo. “Con el pañuelo, Dilma recibe el abrazo de nuestros hijos”, la agasajó.

Rousseff, luego, retribuyó: “estar con Hebe de Bonafini es estar con un símbolo del coraje, de la pasión y del amor para la lucha de ideales y de la esperanza. Quiero reconocer en ella a todas estas Madres”. El reconocimiento se produjo en momentos en que Argentina está en estado de shock por los beneficios a los genocidas y el reverdecer negacionista. En ese contexto Rousseff también retribuyó el abrazo de los desaparecidos y reivindicó su militancia con un recuerdo: contó que cuando estaba presa en Brasil había sabido de la resistencia contra la dictadura que se vivía en La Plata. “Una compañera que había estudiado acá nos decía que aquí había un centro de lucha”, contó. La nombró como una ciudad símbolo de la lucha y la resistencia.

También saludó a Rosa Bru. Y dedicó un párrafo especial a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner -“la considero mi amiga”, aclaró- por la sintonía que vivieron los países durante sus presidencias: “Caminamos juntos, soñamos y luchamos por una Patria Grande junto a toda Latinoamérica y para eso construimos mecanismos de aproximación”, recordó.

Como si se tratara de un espejo en portugués, Dilma subrayó el proceso de juzgamiento mediático que sufre junto a Lula. Y reivindicó, a modo de antídoto, el rol central de la política en la democracia. “Sin política, no hay democracia”, dijo.

Finalizó como había empezó, con la consigna que planea repetir a cada oportunidad: “Libertad a Milagro Sala”.