El dislate del presidente Mauricio Macri al sostener la existencia de una supuesta predisposición del Reino Unido a discutir la soberanía de las Islas Malvinas y el documento que firmaron ambas Cancillerías durante la denominada Mini Davos, lejos están de ser errores de una inexperta gestión gubernamental. Para buena parte de los bloques parlamentarios, que incluye a radicales e incluso un sector del PRO, lo ocurrido prueba un «preocupante giro» en la política exterior, sobre todo en el reclamo histórico de la soberanía argentina sobre las islas del Atlántico Sur.

En la oposición el abandono se sustenta en el alineamiento político y económico con los intereses de Estados Unidos. Entre los oficialistas no se llega a esa lectura, pero se aproxima. Por ahora, la decisión del oficialismo es imponerle a la canciller Susana Malcorra, un «cepo parlamentario», en cuanto al diseño de la política exterior ya que, en consonancia con los opositores, les genera «desconfianza».

El diputado y presidente del interbloque Cambiemos, Mario Negri, casi se atraganta cuando leyó el documento firmado por el vicecanciller argentino Carlos Foradori y su par inglés Alan Duncan. Algo similar le ocurrió a Elisa Carrió, titular de la comisión de Relaciones Exteriores. Ambos coincidieron en criticar el sigilo con el que se hizo ya que no estaban siquiera enterados de ello. «Me preocupa la falta de diálogo entre nosotros», deslizóNegri en la reunión de la comisión de Carrió, donde se decidió convocar, por ahora, a Foradori.

Tras bambalinas, la molestia de los diputados de Cambiemos va más allá de un supuesto problema de comunicación. Los radicales entienden que los sucesos, que incluyen las torpes declaraciones presidenciales, desnudan una realidad compleja y es que Macri le cedió a Malcorra la definición de la política exterior argentina. En consonancia con Carrió acordaron organizar «el cepo parlamentario». Esto es recuperar para el Congreso una participación activa en el desarrollo de la política exterior para marcarle límites a la Cancillería, pero que también, si se lee entre líneas, al Poder Ejecutivo, al que ven excedido en su idea por satisfacer a los EE UU y los países centrales. Una decisión que, de paso, le permite a Malcorra desarrollar su tarea proselitista para convertirse en la secretaria General de la ONU. La idea de la UCR no fue rechazada por los sectores más «nacionalistas» del PRO, donde lo ubican al presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó. De hecho, diputados de este sector no abrieron la boca para defender a la canciller durante la reunión de la comisión que preside Carrió. Es una señal política importante, pero ningún oficialista se anima a aventurar el resultado que tendrá este «cepo».

En el FPV no hay dudas de que Macri y Malcorra representan los intereses del poder político y económico de Estados Unidos y quieren desenmascarar ese retorno a las políticas neoliberales de los años noventa. En conjunto con el Frente Renovador, que sólo coincide en impedir el abandono del reclamo de soberanía, decidieron que el tema no se diluya con la presencia de Foradori y resolvieron que ex combatientes y expertos en política exterior expongan en la comisión, como paso previo a una interpelación de Malcorra en el recinto de Diputados. Es poco probable que el oficialismo respalde esa moción, para eso no entregarle una victoria a la oposición, a pesar de que coincidan.