El oficialismo se prepara para repetir la división del trabajo político electoral que le dio resultado hace dos años atrás. Las tres fuerzas del Frente de Todos volverán a apelar a sus respectivos públicos para que el resultado sea mayor a la suma de las partes. Para mostrar “unidad en la acción”, en las actividades oficiales seguidas de rosca política, se muestran juntos y mezclados los dirigentes y dirigentas de todos los sectores.

Pero para poder repetir la fórmula electoral de 2019 y que funcione tras dos años de gestión, el gobierno se dispuso mostrar resultados en dos áreas clave: la economía y la vacuna. Las paritarias por encima del 40%, el anuncio de la suba por segunda vez en el año del salario mínimo vital y móvil y la obra pública son los tres pilares para evitar la caída de los ingresos de las mayorías y reactivar la inversión. En ese esquema, el conurbano es clave.

La decisión de replicar la estrategia que llevó al Frente de Todos al poder se tomó porque en el oficialismo evalúan que el mapa electoral de 2019 no varió. Mientras que el peronismo sigue hegemonizando en el conurbano y el norte del país, la oposición acapara la franja del centro que va de la provincia de Córdoba a la ciudad de Rosario. “Esa matriz no cambió”, asegura una alta fuente del gobierno.

El oficialismo se entusiasma con obtener un resultado favorable de entre cinco y ocho puntos por arriba de la oposición. Sería la primera vez que el peronismo gane una elección de medio término desde 2005. En su primera elección intermedia, Alberto Fernández espera obtener el respaldo necesario para atravesar la segunda etapa de su mandato con mayor apoyo legislativo en la Cámara de Diputados. Algunos proyectos como la reforma judicial o el etiquetado claro de alimentos no llegan a ver la luz por falta de apoyo político.

Es por eso que la apuesta fuerte es al conurbano a través de la obra pública y la vacunación. En los actos de gestión aparecen el gobernador Axel Kicillof, el jefe de Gabinete nacional Santiago Cafiero, los ministros de Obra Pública Gabriel Katopodis y de Interior Wado de Pedro, junto a intendentes e intendentas de la sección electoral. Después del anuncio oficial, se aprovecha la ocasión para la rosca.

Algo similar ocurre a nivel nacional entre Alberto y los gobernadores. Tras la firma de algún convenio, se sucede la reunión política. Si bien sus mandatarios más cercanos son Juan Manzur, de Tucumán, o Gildo Insfrán, de Formosa, el presidente tiene el objetivo de fortalecer la relación política con los jefes territoriales, incluso con los más esquivos, como el cordobés Juan Schiaretti, quien, de igual modo, no se sumará tampoco en esta elección al Frente de Todos. Sin embargo, el objetivo del oficialismo nacional para esa provincia sigue siendo bajar el nivel de resistencia e ir sumando electorado propio. “Los gobernadores tienen obra pública y respiradores”, señalan en Rosada. Y aseguran: “Alberto mide bien, mide arriba del resto de la dirigencia”.

En el homenaje a Juan Domingo Perón, Alberto Fernández, en su rol de presidente del PJ, destacó los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, a quienes mencionó como continuadores del movimiento justicialista y sostuvo que el primer gobierno de Cristina fue la administración «más progresista que la democracia moderna recuerde, si por progresismo hablamos de abrir derechos».

En la misma semana, lejos de las estructuras partidarias más tradicionales, Cristina Fernández apeló al voto joven en Lomas de Zamora. Y lo hizo con el lanzamiento de una política pública que se convirtió en marca del kirchnerismo: el plan Conectar Igualdad. Sus apariciones en la campaña se llevan a cabo de manera sorpresiva para el resto de la dirigencia y para el electorado.

Su función de conducción política del sector mayoritario de la alianza de gobierno se pone en juego también en esta elección. Es por eso que sus discursos serán cada vez más frecuentes, no solo para aportar el caudal de votos bonaerenses al gobierno nacional sino a la gestión provincial de Axel Kicillof, que todavía gobierna con una legislatura adversa y condicionante.

Sin embargo, la estrategia electoral del kirchenrismo no solo apunta a juntar votos para esta elección sino a sumar militancia joven que renueve las bases. Es que los antes jóvenes de La Cámpora están ocupando lugares de gestión, desde el nivel institucional más alto hasta los primeros mostradores del Estado. Tras cuatro años de macrismo y uno y medio de pandemia, la militancia voto a voto en esa franja etaria se trasladó al terreno digital. 

Danza de nombres en el AMBA

El poder ordena y en el AMBA el oficialismo muestra una danza de nombres mucho más armónica que la oposición. El intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, podrá volver a representar al kirchnerismo en una lista legislativa, como lo hizo en 2013, a pedido de Néstor Kirchner. Es que la alianza de Insaurralde con Máximo Kirchner, presidente del PJ bonaerense, es clave para sumar a los intendentes, en particular los de la tercera sección al sur del Conurbano, a la búsqueda y fiscalización de los votos.

Para aportar prolijidad, la interna peronista bonaerense se saldó en la lista que lo llevó a Máximo a la presidencia partidaria. Allí se acordó que cada sector aportará un candidato o candidata. La platense Victoria Tolosa Paz, titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, es una de las que más resuena también para integrar la lista.

Del otro lado de la General Paz, el legislador y asesor presidencial Leandro Santoro afianza su figura para encabezar una pelea mucho más desigual, en donde solo la feroz interna del oficialismo local podría beneficiar al peronismo en un distrito siempre esquivo. La definición por María Eugenia Vidal como cabeza de lista del macrismo empieza a ordenar a la oposición, pero es una incógnita cómo se procesará hacia el interior de la coalición esa candidatura. «