La frase la inmortalizó el ex presidente norteamericano Bill Clinton durante la campaña electoral previa a las elecciones de noviembre de 1992 en Estados Unidos, las que lo llevaron al gobierno de la primera potencia del mundo. “Es la economía, estúpido”, fueron las palabras que el entonces candidato le dijo a uno de sus asesores respecto de cuál era el eje de las preocupaciones y por dónde pasaría la pulsión del voto mayoritario de los estadounidenses. Los resultados le dieron la razón.

Una de las tantas ideas fuerza con las que se instaló en su momento la candidatura presidencial del actual jefe de Estado, Mauricio Macri, fue la de la “capacidad de gestión”, centralmente de la situación económica. No es algo que pueda atribuirse sólo a Macri. Hay un sentido común construido de que el empresario, por la formación que le brinda su actividad, es mejor administrador. Esto podría abrir un debate muy extenso sobre cómo se han armado los grandes grupos de negocios no sólo en la Argentina si no en buena parte del mundo y la importancia del rol estatal en la formación de estos conglomerados. Es un tema arduo y para un abordaje en sí mismo. 

Lo que a nadie se le puede escapar es que parte del “marketing” político de Cambiemos era la “capacidad de gestión” de su líder principal. Entre las “pruebas” que mostraban esa idoneidad estaban los “éxitos” deportivos en el club Boca Juniors y las obras de infraestructura en la ciudad de Buenos Aires, que con todas las comprensibles polémicas que generan y el debate sobre su “utilidad” son el sostén principal de la administración del PRO que acaba de ser revalidada por los porteños en las urnas.

Todo esto era parte del aura que rodeaba a Macri cuando asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2015. Ahora, a sólo una semana de abandonar la Casa Rosada, luego de cuatro años en el poder, ese hálito parece haberse desvanecido. Según una encuesta del consultor Ricardo Rouvier, para la mayoría de la población el “empresario exitoso” fracasó de modo rotundo en varias materias, pero en una en particular: Economía.

El sondeo de 1200 casos a nivel nacional comenzó el 23 de noviembre y finalizó el lunes 2 de diciembre. Uno de los ejes que abordó tenía como disparador la siguiente pregunta: “Durante el gobierno de Macri, ¿cuál de las siguientes cuestiones mejoraron en el país y cuáles cree que empeoraron o están igual que antes?” Había seis áreas en las que se podía responder. Una de ellas era “la situación de la economía” y los resultados fueron lapidarios para el gobierno saliente.

El 59,3% consideró que la situación empeoró durante los cuatro años de administración macrista; un 20,3 contestó que estaba igual de mal; y sólo un 14,5 que mejoró, con un 5,9 que optó por no responder. Esto implica que entre los que creen que el panorama fue cuesta abajo (seis de cada diez), más los que piensan que estuvo estancada, se alcanza al 80 por ciento.

Si se cruzan estos datos con los resultados de la última elección, en las que Macri alcanzó el 40% de los votos, queda claro que un sector importante del electorado volvió a respaldar al presidente a pesar de considerar que la situación económica del país empeoró. Y muestra-también hay que señalarlo-que la consigna de Clinton tiene sus límites. La idea, muy difundida en los sectores políticos del bloque nacional-popular, de que la situación material de las personas es lo que determina la conducta electoral no puede ser asumida como regla de oro. Puede haber un gobierno que mejore los ingresos y pierda las elecciones y otro que los empeore hondamente y de todos modos consiga una buena base de respaldo social. Las creencias, la ideología, pesan. 

Otro indicador que muestra el resquebrajamiento de cierto sentido común instalado es la consideración de la opinión pública, según la encuesta de Rouvier, de cómo le fue al gobierno saliente en la materia “Seguridad”. Es un eje central de la derecha en todo el mundo, que apela a la promesa de mayor autoritarismo estatal (mano dura) para ofrecerle a la población una respuesta “rápida” a un problema complejo. Para el 50,1% de los consultados, la seguridad está igual que antes del gobierno de Cambiemos, casi un 30 respondió que empeoró y sólo un 14,8 piensa que mejoró.   

Hay algunos datos que pueden resultar paradójicos, en especial para una época en que el armado de causas penales, en especial contra opositores de toda índole, fue un hábito. Sin embargo, en la materia en la que mejor le fue a Macri fue “Justicia”. Un 40,6% sostuvo que mejoró, frente a un 33,1 que piensa que empeoró y 17,1 que señaló que siguió igual que antes. Es una señal llamativa que muestra que la importancia de la disputa cultural.