Tal como informaron los diarios de la semana, gobernadores y representantes de 16 provincias, más el presidente del bloque FpV-PJ Miguel Pichetto, se reunieron para acordar qué van a conversar con el presidente a partir del lunes 30. Empezando ese mismo lunes. Estuvieron Catamarca, Córdoba, Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, La Rioja, Misiones,  Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego. Todas las provincias de la oposición. Faltaron las cinco gobernadas por Cambiemos (Buenos Aires, CABA, Corrientes, Jujuy y Mendoza) y tres provincias patagónicas que no se alinean ni con oficialismo ni con el peronismo, y que esperan escribir su propia relación con el gobierno nacional (Chubut, Neuquén y Río Negro). Que la propia provincia del presidente de los senadores peronistas no haya estado representada confirma el carácter posterritorial de Miguel Pichetto en esta etapa.

Este grupo, que integran mandatarios de diferentes espacios y tonalidades, se definió a sí mismo como «oposición constructiva», está integrado por Alicia Kirchner. ¿Eso quiere decir que la hermana y la esposa de Néstor Kirchner, de cuyo fallecimiento se cumplieron siete años, y que fue reivindicado por todos los presentes de la reunión, están en veredas opuestas? Sí y no. No es fácil la política argentina de esta etapa.

No, porque Cristina Kirchner y Alicia Kirchner pertenecen a la misma corriente política, el kirchnerismo. Sí, porque una es gobernadora y otra no está gobernando. Esa es la principal diferencia entre ambas, y se seguirá manteniendo en los próximos años.

Un razonamiento similar se aplica al resto de los gobernadores. Uñac, quien se ha convertido –junto con Bordet y Manzur– en una de las voces de esta división entre peronismo y kirchnerismo, ha dicho que ellos quieren reorganizar el Partido Justicialista, que Cristina Kirchner ha fundado un partido nuevo –Unidad Ciudadana– y que el ciclo kirchnerista ha acabado. Pero lo que verdaderamente los separa es el distinto rol que les espera de ahora en adelante. Es decir: la relación que esperan tener con Mauricio Macri. Lo demás existe: diferencias ideológicas hay. Pero, en última instancia, podrían  resolverse. La disparidad estratégica no.

Uñac, Bordet y Manzur, las tres voces cantantes, tienen algo en común: los tres empezaron sus mandatos el 10 de diciembre de 2015, y aspiran a reelegirse en 2019. Al igual que Macri. En más de un sentido, van hacia el mismo lado. Por eso, lo que se viene por delante es un cierto cogobierno entre Macri y los gobernadores peronistas. El primero gobierna la Nación, los segundos las provincias. Y van a negociar y cooperar.

En la reunión «preparatoria», los gobernadores diseñaron una propuesta unificada para Macri. Quieren armar un espacio para los ministros de Economía de cada provincia se encuentren periódicamente con sus contrapartes nacionales y discutan la ejecución presupuestaria federal. Después, viene la agenda programática. Los gobernadores ponen al tope al Fondo del Conurbano. Ahí, la negociación es tripartita: Ejecutivo Nacional, provincias y Corte Suprema de Justicia de la Nación. 

En la agenda de los gobernadores hay más temas: Coparticipación Federal, el impuesto al cheque, los Aportes del Tesoro Nacional, el reparto de la obra pública. Macri va a poner sobre la mesa el llamado pacto fiscal: acordar con las provincias que las rebajas de impuestos que se decidan no sean luego «compensadas» por las gobernaciones. Pero a Macri, además de la agenda, le interesa la foto: poder demostrar que cuenta con una nueva fórmula de gobernabilidad. «