A 25 cuadras de la municipalidad está el barrio Gándara de Olivos, una de las decenas de villas de Vicente López, donde viven 130 familias según el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP). Ocupa casi una manzana y es una postal corriente de los barrios populares con casas de planta baja y primer piso en pasillos, que al angostarse apenas se puede ver el cielo tamizado por la telaraña de cables de electricidad.

Hasta hace unos meses, el barrio Gándara contaba con dos entradas y salidas en cada uno de los extremos por las calles José Ingenieros y Bermúdez. Hasta que el municipio decidió, sin consultar a los vecinos, cerrar una de ellas con un muro. Sí, levantó un muro más parecido al de la frontera entre EEUU y México que un muro de “integración urbana” sobre la salida de la calle José Ingenieros.

Una decisión municipal que pasa por arriba los artículos 13 y 27 de la Ley Provincial 14.449 de Acceso al Hábitat Justo donde textualmente dice que: “La gestión democrática de la ciudad se entiende como un proceso de toma de decisiones que asegure la participación activa, protagónica, deliberante y autogestionada de la comunidad en general y de los ciudadanos en particular” e impulsa la “integración socio-urbana de villas y asentamientos precarios: (…)la eliminación de barreras urbanas, cuando existieran, la mejora en la accesibilidad y conectividad”. No sólo pasó de alto esos dos artículos de la ley citada, sino que el intendente Macri pisoteó la ley 14.449 entera junto con la intención que el municipio adhiera a la misma, expediente que duerme en algún cajón del Concejo Deliberante local.

Pero por sobre todo pasó por arriba a los vecinos del barrio Gándara como sujetos de derecho, que a su hacinamiento cotidiano contraindicado en tiempos de pandemia COVID-19 este muro obliga a que las 130 familias circulen por una sola salida. Situación que aumenta los riesgos de vida frente a incendios (donde ya hubo dos en este año) que se producen en el barrio por las precarias conexiones eléctricas, porque salir del barrio teniendo que cruzarlo de punta a punta puede llegar a ser imposible. Además, se generan inundaciones cuando llueve ya que el muro se transforma en una pseudo represa que evita que el agua escurra hacia la calle.

También en este barrio pasan otras cosas, no sólo el muro de Jorge Macri. Allí viven enormes personas como María, el Chino y Yoli que piensan y hacen cosas todos los días para que su barrio y sus vecinos y vecinas puedan vivir bien como todos merecemos. Llevan adelante un comedor comunitario, participan en cuadrillas de trabajo de infraestructura social de la economía popular y sostienen una posta del “Barrio Cuida al Barrio”.

Hoy a la vista de estas últimas decisiones del intendente Jorge Macri, las pretensiones de que conozca el barrio Gándara al cual nunca puso un pie en 9 años, que cumpla con la Ley Nacional 27.453 de Regularización Dominial para la Integración Urbana y con la Ley Provincial 14.449 de Acceso al Hábitat Justo son ya una utopía. Lo único que le solicito como vecino y como concejal del distrito es que abra una salida para que la vida en el barrio Gándara sea, por lo menos, un poquitito parecida a algo digno. Tan cotidianas son las injusticias en ese barrio, que tan poco se le pide.