La velocidad de la crisis, con acontecimientos que se precipitan, está obligando a todos los sectores del justicialismo a adaptar sus movimientos a la celeridad con que se desarrollan los hechos. Y se profundizan los problemas. Incluso con todas sus diferencias internas, en el mapa del PJ saben que la situación social está inmersa ya dentro de una fase de catástrofe absoluta. Gobernadores, intendentes, dirigentes sindicales y legisladores advierten que el abismo al que se asoma la Argentina no tiene precedente. En ese marco, si el FMI exige un ajuste todavía mayor, repercutirá de tal modo en la vida cotidiana que la representación política, social y sindical tendrá dificultades para contener a sus bases. Una posibilidad que se está evaluando es, según lo que anuncie esta semana el gobierno, pedirle al triunvirato de la CGT que adelante el paro nacional convocado para el 25 de septiembre.

Ante la dimensión de la crisis, y su impacto dramático para millones de argentinos, la dirigencia territorial con responsabilidad de gestión –léase, sobre todo, intendentes– empezó a actuar en consecuencia. El viernes, en un encuentro en la residencia El Colonial del municipio de Merlo, el PJ bonaerense emitió un fuerte pronunciamiento en el que solicitó a los gobiernos nacional y provincial que declaren la emergencia alimentaria, sanitaria, educativa, de servicios públicos y de seguridad. También se planteó que se implemente un plan de ayuda inmediata para las pymes, afectadas por la suba descontrolada del dólar y tasas de interés del 60%, récord a nivel global. «El grave problema de deudas fiscales, tributarias y bancarias puede generar una ola masiva de despidos en todo el país», advirtieron. Otro de los reclamos de la cumbre peronista fue el mantenimiento del Fondo Solidario de la Soja, cuya eliminación, se sabe, afecta a provincias y municipios en la realización de las obras públicas de pequeña y media escala.

La gravedad del escenario explica, también, por qué la mayor parte del PJ quiere evitar que se lo acuse de promover el caos o fogonear la desestabilización. La intención generalizada es que Mauricio Macri complete su mandato y que así se haga responsable de las consecuencias del combo fatal de mega-endeudamiento, liberación total del comercio exterior y el sector financiero, desgravación y eliminación de plazos para liquidar los dólares de las cosechas. Sin embargo, en los distintos sectores de la confederación justicialista empiezan a mirar de reojo una alternativa que no desean, pero que al mismo tiempo no descartan: la posibilidad de que la Casa Rosada proponga adelantar las elecciones presidenciales. ¿Qué hacer en ese caso?

Analizado desde este presente, el amplio universo del PJ está conformado por el polo UMET, que postula la candidatura de Felipe Solá; el espacio #Hay2019, que tiene en el gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá a su representante electoral; la corriente Unidad Ciudadana, nucleada alrededor de la senadora y expresidenta Cristina Fernández; los gobernadores (que a su vez están divididos en «duros» y «dialoguistas»); los intendentes del GBA; la rama sindical (con sus diferencias internas, entre el triunvirato y el sector autodenominado #21F, encabezado por Hugo Moyano). En cualquier estrategia de unidad subsiste siempre una duda: ¿qué hará el sector que conforman el senador Miguel Pichetto, el exdiputado Sergio Massa y el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey?

Estos tres nombres tienen un rasgo en común, aunque Pichetto y Massa ya se están moviendo en tándem y por eso asistieron juntos –y por sorpresa– a la reunión que mantuvieron el miércoles pasado algunos gobernadores del PJ en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), en el Bajo porteño. El factor que unifica a Urtubey, Pichetto y Massa es que pretenden armar un polo de poder peronista que excluya del armado a CFK y a la construcción de Unidad Ciudadana. Por el contrario, la estrategia de Rodriguez Saá, Solá y del también presidenciable Agustín Rossi, al igual que del titular nacional del PJ, José Luis Gioja, es organizar una gran PASO sin exclusiones de ningún tipo. Y que contenga, por lo tanto, a uno o más representantes del kirchnerismo, incluyendo a la propia Cristina. Esa primaria tendría alguna innovación, como el uso del sistema D’Hont sin piso, para favorecer el compromiso de los candidatos y espacios políticos que no prevalezcan en el resultado.

La torre de Babel del peronismo empieza, entonces, a encontrar un punto en común: la decisión de unirse todos en una gran coalición que defina sus candidaturas en una competencia abierta y con reglas que favorezcan la participación. Incluso se menciona que el nombre del frente electoral, que reemplazaría a la denominación Frente para la Victoria, podría ser Frente Patriótico. Se trata de una adaptación a los nuevos tiempos, a las nuevas dificultades, que expuso por primera vez el sanjuanino Gioja. «Yo creo que el peronismo tiene un gran debate en este momento. Cada vez son menos los que plantean la idea de ser complacientes con el gobierno. Y cada vez son más los que advierten la necesidad de organizar la alternativa que la gente necesita», aseguró el exjefe de Gabinete Alberto Fernández en diálogo con Tiempo. «Todos nos necesitamos. Nadie gana solo. Es indispensable la construcción de un Frente Patriótico y establecer reglas de juego de integración, sobre todo si ellos llegan a adelantar las elecciones», se sumó el diputado del Parlasur Gabriel Mariotto. «

El FIT pide una Asamblea Constituyente

Para el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) la política del gobierno de Cambiemos ya ha mostrado su fracaso y la crisis económica, junto con el Gloriagate, ha derivado en una crisis política de «todo el régimen». Por eso, con matices, proponen una salida anticipada del gobierno.
Los partidos que lo componen han instalado un debate público y ultiman detalles para organizar un acto en favor de la convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que asuma el poder político y establezca una serie de medidas de emergencia con el objetivo de poner fin a la fuga de capitales, centralizar la banca y el comercio exterior en manos del Estado y, a la vez, dar cuenta de las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores. Por eso reclaman «que la crisis la paguen los capitalistas».
La propuesta apunta a que representantes electos por el voto popular deliberen y resuelvan en forma soberana y sin límites constitucionales ni políticos.
En diálogo con Tiempo, el dirigente del Partido Obrero y exdiputado nacional por el FIT, Néstor Pitrola, planteó un escenario límite: «Vamos camino a un default. La plata que ha venido del FMI se va por fuga de capitales. Se necesita un replanteo económico de fondo».
Según Pitrola, «no se puede esperar a diciembre de 2019 porque ahora no llegamos a fin de mes. Entrar en el debate electoral es funcional a Macri. El problema es el paro activo nacional ahora para derrotar al FMI, a Macri y a los gobernadores». Por eso, señaló, «planteamos una Asamblea Constituyente con poder para reorganizar el país. No queremos un (Fernando) De la Rúa y después un Duhalde. Estamos planteando un programa alternativo de salida a la crisis y que defendamos hoy el interés de los trabajadores: o derrotamos al FMI o el FMI nos deja en la lona».
Christian Castillo, dirigente nacional del PTS, coincidió con Pitrola. «Hay que derrotar a Macri, que cuenta con la complicidad del PJ y la burocracia sindical, con la huelga general. Planteamos una salida anticapitalista, sintetizada en la lucha por un gobierno de trabajadores», señaló.
Castillo agregó: «Como aún somos una minoría y no se han desarrollado organismos de poder de los trabajadores, llamamos a luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, donde defenderemos un programa para que la crisis la paguen los capitalistas».