El radicalismo que se autodenomina popular y que se proclama heredero de la tradición yrigoyenista y alfonsinista realizó este viernes un acto en el Centro Cultural Caras y Caretas, en el barrio de San Telmo. Se trató del encuentro nacional del Movimiento Nacional Alfonsinista-Forja y de la agrupación juvenil Los Irrompibles, que a su vez forman parte de Unidad Ciudadana. Entre bombos, boinas blancas, remeras rojas, sombrillas rojiblancas, gritos de “¡Alfonsín, Alfonsín!” y cantitos históricos y nuevos de la juventud radical, los militantes del ala progresista del radicalismo escucharon a los diputados nacionales Máximo Kirchner, Leopoldo Moreau y Vanesa Siley, como también al legislador porteño Leandro Santoro. Tras cuestionar en durísimos términos al gobierno de Mauricio Macri, los oradores dedicaron la mayor parte de sus discursos a analizar de qué modo y con qué actores sociales debe encararse la búsqueda de la unidad del llamado ‘campo popular’.

En una intervención de aire reflexivo más que excesivamente épica, con anécdotas y frases con humor que despertaron risas en el salón, Máximo llamó a pensar la unidad desde la necesidad de construir una “alternativa seria que tenga puntal y base, que una vez en el gobierno no se desintegre bloqueando la aplicación de las políticas para las que fue votada”.

“No sirve una unidad que tenga pies de barro. Tenemos que construir una unidad que pueda comprometerse con la sociedad y darle aquello que se prometió”, profundizó el fundador de La Cámpora e hijo de la ex presidenta Cristina Fernández. “Para todo eso hay que mantener muy altas las banderas, para tratar de darle a los argentinos algo más que un discurso único”, agregó.

En ese párrafo, Máximo coló una ironía sobre la pretendida renovación en las formas que a veces ensaya el peronismo: “Pongamos cuatro sillones, chill-out (estilo musical, proveniente de la música electrónica, que se utiliza mayormente para armonizar y relajar), luz azul y parezcamos modernos”, provocó.

Diputado nacional por Santa Cruz, Máximo desmenuzó las políticas del macrismo en un tono muy crítico. Fue el caso, por ejemplo, de los créditos que se ofrecieron entre agosto y noviembre de 2017 a los jubilados y a las familias beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo a partir de la Tarjeta Argenta del ANSES.

“A los jubilados les prestaron esos fondos pero después se los sacaron con la sanción de la Reforma Previsional. Por eso, si quieren hacer algo por los jubilados, que vuelvan a poner la fórmula de actualización de jubilaciones que existía antes”, remarcó.

En otro tramo de su discurso, el dirigente camporista exhortó a los presentes y a toda la militancia kirchnerista de Unidad Ciudadana a “mantener muy alto las banderas” que durante tantos años levantaron los organismos de Derechos Humanos “hasta que encontremos un gobierno que pueda generar una síntesis que nos permita llevar a cabo esta política”.

Una alianza de abajo hacia arriba

El acto arrancó con el discurso de Moreau. El histórico dirigente de la UCR delimitó qué tipo de unidad debe construir la oposición. “Para enfrentar con éxito al macrismo en el 2019 tenemos que derrotarlo cultural y simbólicamente. Y esto no se logra con fotos de dirigentes, sino con un acuerdo estratégico entre la política, la producción, el trabajo y los movimientos sociales. Desde Unidad Ciudadana nos abrazaremos con todos los que, en el Parlamento y en las calles, se propongan terminar con la pesadilla del gobierno de los grupos dominantes”, fueron sus palabras.

Un rato antes, Moreau había identificado “al bloque de poder” que está en el gobierno desde hace dos años. “Es un entramado de grupos dominantes: el Partido Judicial, los grupos mediáticos, las principales empresas. Un bloque de poder conservador que aplica una receta neoliberal. Y que pretende establecer una sociedad de jerarquías, para lo cual pretende cambiar la estructura social de la Argentina”, describió.

“El gobierno de Cambiemos –siguió Moreau, en un in crescendo que ganaba en fervor– es un gobierno de vaciadores. Vinieron a vaciar la heladera de los trabajadores, a vaciar los comercios de consumidores, intentar vaciar la cultura y vaciar también la Memoria.”

Adornado con banderas con los colores de la UCR, el auditorio del Centro Cultural Caras acompañaba los discursos con un revival de consignas de los ‘80. Entre los clásicos se colaban cantitos emblemáticos del kirchnerismo. Sonaron desde el “somos la vida/ somos la paz/ alfonsinismo en el proyecto nacional” hasta el “oh/ yo no soy gorila/ soy soldado/ de Cristina”.

Dirigente de extracción sindical –es la secretaria general del gremio de Judiciales (Sitraju) y forma parte de la Corriente Federal de los Trabajadores-, Siley aportó un enfoque distinto. Cuando le llegó el turno, subió a la tarima del acto y explicó la estrategia oficial para imponer una Reforma Laboral regresiva que debilite a los sindicatos.

“Lo primero que tenemos que entencer es que la quieren hacer por distintas formas. La primera alternativa que intentaron fue a través del proyecto que presentaron en el Senado: esa se la frenamos. Pero ahora la quieren imponer de manera camuflada”, denunció. Y agregó: “En la asamblea inaugural del Congreso, Macri dijo que le preocupaba la brecha salarial entre hombres y mujeres. Fueron lindas palabras, todas testimoniales y enunciativas. Pero cuando enviaron el proyecto, entre sus artículos incluía reformas a la Ley de Contrato de Trabajo, a la Ley de Asociaciones Sindicales y a los convenios colectivos”, remarcó.

“Si ellos creen que las mujeres nos vamos a comer la curva de que utilicen nuestras banderas históricas para concretar la flexibilización laboral, están muy equivocados”, zanjó Siley.

Lector formado en Antonio Gramsci y estudioso también de Ernesto Laclau, Santoro hizo una fuerte crítica a la idea de unidad entendida como una “unidad superestructural”, reducida a los dirigentes. “Hay un enfoque equivocado sobre la unidad. Parece que buscamos la unidad de los dirigentes políticos, cuando debería ser la unidad de los segmentos económicos y sociales de los agredidos por el modelo. Por eso, para hacer posible esa unidad, hay que construir nuevas mayorías y nuevos sujetos. La otra unidad, esa unidad para la foto, se va a armar o desarmar de acuerdo a las corrientes de opinión pública”, señaló. “Tenemos que construir una unidad de abajo hacia arriba, desde la base de todos los sectores sociales, políticos y culturales que pueda generar una contraofensiva al neoliberalismo del gobierno de Cambiemos”, insistió.

En otro momento de su discurso, Santoro advirtió que el rápido arraigo social de las ideas y los valores del macrismo no es un fenómeno casual. “Ellos no son paracaidistas polacos. Hay cierta aceptación social a lo que ellos representan, hay que reconocerlo. Pero eso tiene que ser confrontado con otra ética”, aconsejó.

El planteo de Santoro incluyó un desarrollo de lo que él llamó como los cuatro mitos que promueve el macrismo en su construcción cultural: “el mito de la fiesta populista”, “el mito del enemigo interno”, “la idea de una Argentina meritocrática” y “el mito de la política gradualista”. A partir de estos cuatro ejes, dijo Santoro, Cambiemos construye un sentido común que lleva adelante “una reforma cultural de carácter violento”.

“Ante esa construcción cultural, que es un relato, nosotros tenemos que organizar un relato contrahegemónico. Y para eso tenemos que apelar a la ética. Nuestra batalla es por la ética militante, que se funda en la vocación de servicio y en la vocación de poder. Y que tiene tres componentes: el humor, la ternura y la pasión. Todo eso nos debe ayudar a innovar, a crear, a salir de la zona de confort. Para transformar desigualdades que llevan décadas. Porque nunca podrán convencernos de que aceptemos la desigualdad como algo natural”, concluyó el legislador porteño.