Apenas votó el domingo por la mañana, Mauricio Macri eligió hablar con la prensa con una dedicación que nunca puso las veces que salió de la escuela Wenceslao Posse después de visitar el cuarto oscuro. A diferencia de los últimos años, no sufragó como candidato pero se pronunció como si lo fuera. «Imagino dos años difíciles, pero Juntos por el Cambio va a actuar con mucha responsabilidad, ayudando a que la transición sea lo mejor posible”, dijo el expresidente para cristalizar el objetivo que la coalición esperaba cumplir este domingo: decretar el principio del fin del Frente de Todos en el poder y sacarlo de juego en una lenta agonía hasta 2023. Horas después, el escrutinio provisorio disipó semejante expectativa y le concedió una victoria de alcance nacional que le alcanzó a JxC para condicionar al oficialismo en ambas Cámaras con distinta intensidad, pero no para enterrar a su mayor adversario político.

Quizás lo piense ahora que está en Qatar, pero esas fueron las últimas palabras públicas del expresidente en las elecciones de este año, porque ese domingo Macri no volvió a hablar. Estuvo en el escenario central del bunker de Costa Salguero pero no ofreció ningún discurso. En la noche de la victoria, distintas fuentes deslizaron que quería y no lo dejaron, pero los organizadores, que reportan al alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, eludieron las versiones y aseguraron que tampoco lo hizo en los cierres de campaña para las primarias y las generales.

Lo cierto es que Macri fue el único de los principales dirigentes de la coalición que no habló cuando la tendencia del escrutinio provisorio era irreversible y confirmó las dos realidades internas que surcan al PRO desde el domingo: quienes apostaron al crecimiento nacional de la coalición para aumentar la presencia en el Senado quedaron empoderados y los garantes de la candidatura de la exgobernadora María Eugenia Vidal fueron víctimas de sobrevender las expectativas de una victoria que, según habían pronosticado hace dos semanas, iba superar los 48 puntos de las PASO y meter hasta nueve diputados con una cosecha superior al 50 por ciento.

El conteo demostró que la estrategia de inflar la performance de la lista de JxC dejó un sabor agridulce en el equipo de campaña larretista. Vidal pudo retener casi todos los votos de las primarias, pero no pudo sumar uno más y protagonizó la elección más baja que tuvo el larretismo en los últimos años. Dentro del resultado porteño también hubo un revés simbólico desalentador para el territorio donde el PRO tiene hegemonía hace 14 años: la lista de Vidal ganó en todas las comunas, salvo en la 8 del sur porteño, justo el lugar que eligió el larretismo para hacer un primer cierre de campaña concentrado en esa postergada zona de la capital.

Los datos que pronosticaron la baja en el resultado de septiembre le quitaron el optimismo y el buen humor a los escuderos larretistas. Y contrastó con la euforia que tenían Macri o la titular del PRO, Patricia Bullrich, que capitalizó la victoria en los 12 distritos por fuera de Buenos Aires donde ganó JxC. Junto a la UCR fue la impulsora de la campaña que se concentró en las ocho provincias que elegían senadores. El objetivo que lanzó después del 12 de septiembre fue sumar cinco bancas en la Cámara alta y quitarle el quórum propio al oficialismo.

Con esa misión cumplida, Bullrich quedó empoderada en la interna del partido amarillo por partida doble. Viene de haber sido una de las pioneras en cultivar vínculos políticos con el economista de ultraderecha Javier Milei, que lideró la fuga de votos por derecha que JxC intentó contener, rodeando a Vidal con el economista ultraliberal Martín Tetaz y el exministro de la Alianza Ricardo López Murphy. La alquimia alcanzó para evitar que la sangría fuera mayor, pero «La Libertad Avanza» finalmente llegó a los 17 puntos y sumó casi tres puntos y medio respecto a los 13,66 de las PASO. Milei llegó a ese resultado luego de haber traccionado más a la derecha el discurso de JxC, un fenómeno que el economista se adjudica como un logro. Su impacto se disparó luego de que Macri ventiló que mantuvieron una reunión antes de las PASO. Luego dijo que esperaba sumarlo para confluir en 2023 y agudizó las diferencias con Rodriguez Larreta, Vidal, la UCR y la Coalición Cívica, que se niegan a tejer acercamientos con el flamante diputado electo. Milei confirmó el encuentro poco después, elogió al expresidente,  y dijo que el magnate no es parte de la casta. Para algunos larretistas fue casi un justificativo dirigido al votante porteño de JxC que dudaba a quien votar y que luego del gesto de Macri podía sentirse con menos dilemas para votar a Milei.

Esos movimientos de Macri siguen frescos en la memoria (y en las sospechas) de quienes lo consideraron una mochila de plomo durante toda la campaña. Los más desconfiados aseguran que fue una movida premeditada que va más allá de mantener la conversación con el electorado más ultra de JxC que puede seguir fugándose hacia Milei. También apuntó a condicionar a Vidal y a Larreta, dos impulsores de su jubilación anticipada que no tuvieron éxito en la aventura de sacar a Macri del camino hacia 2023. Por el contrario, el magnate se mueve cada vez más como un candidato y, así como se reunió con Milei, mantiene «encuentros por cuestiones específicas» con políticos y empresarios como si estuviera construyendo una futura candidatura.

El TEG del 2023

Macri mantendrá su estrategia de intercalar viajes en el exterior y protagonizar intervenciones locales en los medios para mantener en pie la incógnita sobre su futuro político. Sabe que tiene jugadores de peso en frente y de su propio partido. Bullrich mantiene firmes sus aspiraciones para disputar la candidatura presidencial del PRO y la semana pasada, cuando concluía su gira federal, visitó Jujuy y se reunió con el gobernador Gerardo Morales, uno de los dirigentes de la UCR que ya blanqueó su ambición por pelear en 2023. Ambos dijeron que podrían ir juntos en una fórmula que resulta difícil de imaginar, pero que les sirve para mantener sus aspiraciones cuando todos los competidores internos se preparan para una pelea que será encarnizada y que recién terminará dentro de dos años.

Ése fue el clima que marcó la noche de Costa Salguero, signada por el impacto de los desequilibrios internos que dejaron los resultados en el momento que separa el final de las legislativas y el arranque formal de la carrera que termina en 2023.

La dueña de casa, la exgobernadora María Eugenia Vidal, concluyó su cambio de domicilio a la Ciudad. Sin embargo, a la luz de los resultados obtenidos por el exvicejefe Diego Santilli, quedó claro que podría haber continuado su carrera en la provincia que gobernó durante cuatro años sin grandes sobresaltos electorales. Su partida del mayor distrito electoral del país comenzó a ser llenada por Santilli, que también concluyó las elecciones con un sabor agridulce. Se impuso por menos de un punto y medio a Victoria Tolosa Paz, del Frente de Todos.

La lista de JxC tuvo una cosecha del 39,81% y la escudería oficialista remontó la derrota de casi cuatro puntos de las PASO y llegó al 38,53. Las dos fuerzas metieron 15 diputados cada una y aportaron una pieza clave para la paridad que dominará a la Cámara de Diputados a partir del 10 de diciembre. Hasta que el escrutinio definitivo corrija o ratifique los números del domingo, el Frente de Todos tendrá 118 escaños, dos menos de los 120 que posee actualmente, y JxC tendrá 116, uno más que los 115 que controla.

En ese virtual empate el oficialismo buscará todos los aliados posibles para llegar al cuórum de 129 y reanimará la intrincada conversación con el lavagnismo que hasta ahora no sabe si sumará a Florencio Randazzo.

Para JxC se reeditará la tensión que se vivió en las elecciones con Milei: apenas asuma, junto a José Luis Espert, compartirán un bloque de cuatro votos que el mayor interbloque opositor no podrá eludir a la hora de buscar aliados. En esa negociación comenzarán a afianzarse los puentes y contactos entre el mayor interbloque opositor y el nuevo bloque de ultraderecha, con el que tanto Macri como Bullrich quieren confluir.

Para un recién llegado a la provincia como Santilli, el resultado de este domingo se trató de un paso muy importante en su carrera política, pero la victoria tuvo sabor a poco porque su propio equipo, al igual que le pasó a Vidal, auguraba una victoria superior a los cinco puntos: fue la expectativa que encerraba el «Colo» para llegar a la Cámara de Diputados con un capital electoral que le hiciera el camino más fácil para construir su candidatura a gobernador en 2023.

Más allá de la provincia y la Ciudad de Buenos Aires, la foto nacional refleja una victoria contundente de JxC que no alcanzó para revertir por completo los números en el Congreso. En todo el país sumó el 42,10% de los votos, superó por casi diez puntos al 33,36% que reunió el FdT. Fueron 9.603.324 votos que implicaron un crecimiento de más de medio millón de votos respecto a las primarias de septiembre.

En ese mapa también laten dividendos políticos que serán parte de otro reclamo dentro de la interna de JxC. Detrás de las 13 victorias en todo el país, la UCR cocina el relanzamiento de su ofensiva para disputar el liderazgo de JxC con el 2023 en el horizonte. En el Comité Nacional del partido advierten que detrás de la victoria nacional hubo aportes determinantes del radicalismo en Corrientes, Mendoza, Misiones, Santa Cruz, La Pampa y Córdoba. También suman a Jujuy en la lista de méritos, aunque la estrategia de Morales de quedarse con los dos de los tres diputados nacionales que tiene la provincia quedó trunca ante la cosecha del Frente de Izquierda, que logró meter a Alejandro Vilca.

La acumulación del radicalismo tiene una escala inmediata antes de fin de año: la próxima Convención Nacional del partido que definirá a los nuevos integrantes del Comité Nacional que actualmente preside Cornejo. Morales quiere sucederlo como parte de su estrategia para liderar el contragolpe que prepara la UCR para agudizar la pelea por la hegemonía dentro de JxC.