La canción de La mosca “Muchachos” se ha vuelto un canto hipnótico. Se repite una y otra vez como si no fuese posible pensar en otra cosa. La fuerza de una pasión casi unánime.

El mundial no es una guerra, pero sí un duelo entre naciones. Tiene rituales: los 22 gladiadores que se enfrentan en la arena. Los himnos y las banderas desplegadas. Nadie muere tras caer derrotado. Es un duelo pacífico.

Los medios del establishment desplegaron una serie de artículos que apuntaron contra el orgullo nacional que despierta la Selección. “Argentina no enfrentó a ningún campeón”. “Francia, un equipo superior”.  “Messi: el futbolista genial no pudo contener al hombre vulgar”. Esos fueron algunos de los títulos. ¿Por qué le molesta a la derecha el orgullo nacional?

Uno de los motivos es su  alineamiento con el mensaje cultural que emana la potencia hegemónica, que en esta parte del mundo es Estados Unidos. Para los norteamericanos, el único orgullo nacional que debe existir es el estadounidense. Al resto lo considera una amenaza a su seguridad. El nacionalismo trae consigo reivindicaciones y la posible decisión de ampliar el potencial militar para fortalecerse.

EE UU le ordenó a sus presidentes súbditos, como Mauricio Macri, que desmontarán Unasur porque competía con la OEA, donde ellos están incluidos y hegemonizan los debates. Los presidentes súbditos formaron el Grupo de Lima, algo liviano, que podía desarmarse rápido. No se trataba de hacer una Unasur de derecha. Eso sería subestimar al imperio. El objetivo era que no hubiese una construcción institucional que fortaleciera la cohesión política de América del Sur. Porque ese andamiaje podía estar habitado por gobiernos  de derecha en un momento determinado y luego cambiar. Los gringos lo saben.

El establishment argentino representado por los medios dominantes tiene incorporado este discurso. No le gusta que el pueblo argentino tenga orgullo nacional. No se trata de que les moleste la alegría. El orgullo eleva el autoestima y eso es una amenaza para los poderes fácticos locales. La persona que se siente valiosa reclama, exige, pide. Quien considera que no vale nada se conforma con migajas. Para la derecha es central que la sociedad  crea que durante muchos años-los de los gobiernos de Néstor y Cristina-se recibió más de lo que se merecía. Para eso hay que golpear la autoestima.

Durante el gobierno de Macri, los jóvenes intelectuales que se habían nucleado en el Grupo Fragata escribieron un documento en el que sostenían que el macrismo gobernaba la Argentina como si fuese “un país de mierda”.  Dieron en el clavo.

 El mensaje de las fuerzas políticas súbditas de EE UU tiene sus incoherencias. El exjefe de gabinete del gobierno de Cambiemos, Marcos Peña, celebró en su momento que habían retirado a los próceres de los billetes y habían puesto ballenas. Era parte de la misma estrategia cultural.

Después, esos mismos dirigentes viajan a Estados Unidos a manifestar su admiración por el país que pone a sus padres fundadores hasta en la sopa. Ejemplo: las esculturas  en el Monte Rushmore con los rostros de George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln. Son parte de la montaña, como Jorge Luis Borges describía a los inmortales en su cuento El inmortal. La grandeza de la patria y de sus líderes inmortales, así se construye una gran nación. El éxito de la Selección en Qatar no es sólo fútbol, aunque el brillante Lionel Scaloni lo diga para quitarles presión a los jugadores. El triunfo de la Selección tiene efectos profundamente políticos: orgullo nacional y autoestima. Son una amenaza para ciertos sectores.  «