Para la derecha sólo hay democracia si ella gana las elecciones. Lo demás es dictadura, fraude, autocracia. Ocurre ahora en Perú. Keiko Fujimori sigue sin aceptar la derrota y las autoridades electorales peruanas no reconocen todavía formalmente al presidente electo, Pedro Castillo.

Ocurrió en Estados Unidos. Donald Trump envió a sus seguidores para asaltar el Capitolio porque perdía. Hubo una imagen digna de las películas norteamericanas que logran una mezcla entre  argumentos exóticos y entretenimiento. Uno de los seguidores de Trump se había presentado con el torso desnudo y una piel de mapache en la cabeza que le cubría la espalda. Se sentó en el sillón que le correspondía al vicepresidente Mike Pence. El mapache fue vicepresidente virtual del mayor imperio que ha conocido la humanidad por unos minutos.

En la Argentina, los argumentos se repiten. “Vamos a ser Venezuela” es un slogan que el antiperonismo viene usando, al menos, desde la campaña de la elección de 2011 que terminó con la reelección de CFK por el 54 por ciento. Por supuesto, lo repitieron en 2019. Y volvieron a perder. 

El otro libreto es el de la autocracia. Comenzó en 2007, cuando Néstor Kirchner decidió no ir por la reelección y fue Cristina la candidata. Eso habilitaba la posibilidad de que Néstor fuera de nuevo candidato en 2011. Entonces el matrimonio podía turnarse en el poder. Dos más dos son cuatro y eso es una  autocracia.

De ser así, quienes despliegan este argumento no se dieron cuenta de que están rodeados de autócratas.

George Bush fue vicepresidente de Ronald Reagan en la década del 1980. Luego fue su sucesor. Cuando buscó la reelección perdió con Bill Clinton. Clinton gobernó 8 años. Impulsó a su vice Al Gore para que lo suceda. Gore perdió-o le chorearon-las elecciones contra el apellido Bush. En este caso fue George W, hijo del expresidente y vice. Fue la era de la autocracia de los Bush.

Luego, Hillary Clinton, esposa de Bill, fue precandidata cuando Obama ganó la interna demócrata. Hillary insistió y ocho años más tarde logró la candidatura pero cayó ante Donald Trump. Por un pelito los americanos se salvaron de la autocracia Clinton. Tuvieron la pluralista, prudente y respetuosa, democracia Trump.

Qué decir de Ángela Merkel. Ni siquiera se turna con su dulce esposo, ya que hijos no tiene. Gobierna a Alemania desde 2005. Ganó 2 años después que Néstor en Argentina y sigue sentada en el Palacio de Bellevue. Lleva 16 años seguidos al frente de la principal economía de Europa, autócrata como pocas.

¿Y en Uruguay cómo andamos? ¿De quién es hijo Luis Lacalle Pau? Su padre es Luis Alberto Lacalle. Fue presidente de Uruguay por el Partido Nacional entre 1990 y 1995. Uruguay vive en la autocracia de los Lacalle.

Sostener que es una excepción que haya familias dedicadas a la política y que varios de sus miembros ocupen un rol protagónico es otra de las falacias de un sector de la Argentina al que le cuesta aceptar la democracia, a menos que gane. En todas las democracias hay familias de políticos con varios candidatos o incluso varios presidentes. Y si ocurre es porque la sociedad los vota. Donde hay autocracia es en la conducción del sector privado. Ahí no vota nadie y todo se hereda o se elige a dedo.