Los restos de Luciano Olivera, el adolescente de 16 años asesinado ayer de un balazo en el pecho por policías que lo persiguieron porque aparentemente se negó a detenerse en un control policial en la ciudad balnearia de Miramar, eran velados esta tarde en un clima de profundo dolor.

La fiscal Ana María Caro entregó el cuerpo a los familiares que hoy velarán sus restos en la casa de sepelios ubicada en Diagonal entre 15 y 17.

Su familia fue acompañada por una multitud este viernes a la comisaría y la municipalidad para reclamar justicia en una manifestación que derivó en incidentes y represión de la infantería de la policía provincial. Piedrazos y botellazos fueron respondidos por postas de goma y gases lacrimógenos durante la tarde del viernes por las calles céntricas de Miramar.

Entretanto, el oficial de la policía Bonaerense Maximiliano González se abstuvo de prestar declaración frente a la fiscal Caro, que lo acusó por el delito de «homicidio agravado por ser funcionario policial en cumplimiento de sus funciones». Ese cargo prevé la pena de prisión perpetua.

González ya fue trasladado a la Unidad Penitenciaria 44 de Batán. Fuentes judiciales informaron que previamente el efectivo mantuvo una entrevista con sus abogados Lautaro Resúa y Carla Medina, quienes le recomendaron no declarar por el momento.

«La autopsia confirma que un único proyectil le perforó el corazón, el pulmón derecho en la parte inferior y también ha tenido una lesión hepática que produjo la muerte casi de manera instantánea y salió a la altura de la espalda», dijo tras la audiencia la fiscal Caro en conferencia de prensa.