Con acusaciones y denuncias cruzadas, el Partido Obrero (PO) blanqueó en las últimas horas el conflicto entre el fundador de la fuerza, Jorge Altamira, junto al exlegislador Marcelo Ramal, y la conducción del espacio en manos de Néstor Pitrola, Romina Del Plá y Gabriel Solano.

El Comité Nacional del PO acusó a la línea interna liderada por Altamira y Ramal de desobedecer resoluciones partidarias y provocar la ruptura final con la decisión de sostener la consigna “Fuera Macri” para las elecciones presidenciales de octubre próximo.

La conducción de la agrupación troskista evaluó que seguir ese ordenador supone favorecer la estrategia electoral del peronismo-kirchnerismo, y advirtió que los dirigentes que defendieron esa posición operaron con “acción intrigante” frente las resoluciones partidarias.

Sin embargo, el Comité Nacional partidario advirtió que ambos dirigentes no fueron separados de la fuerza. “Ellos decidieron irse”, confrontó.

«Denunciamos que la invocación al programa del Partido Obrero y la CRCI que realiza el grupo de Altamira es una coartada para justificar su política rupturista», afirmó el Comité Central del PO en un comunicado.

La «fracción pública» que ese sector proclamó «violenta del modo más elemental la unidad de acción de una organización revolucionaria”, sentenció la jefatura del PO. Y agregó: “Detrás se esconde la decisión de fundar una nueva organización basada en ‘principios’ caprichosos y facciosos, que responde al personalismo -hoy abiertamente negativo y liquidacionista- de Altamira».

Altamira y Ramal rechazaron que tengan la intención de «formar su propia organización», y atribuyeron la crisis interna que ya acumula varios meses a que quieren expulsarlos por «hacer públicas posiciones contrarias» a la conducción.

Este lunes, Ramal afirmó que ni Altamira ni él romperán con el partido, e insistió en que permanecen “excluidos” por un mecanismo de “censura” derivado de mantener posiciones contrarias a la conducción. “No nos fuimos, ni queremos irnos a otro partido”, puntualizó el economista.

 «Sí hay un debate interno porque tenemos posiciones contrarias, de políticas y métodos, que son rechazados por la dirección del partido. Lo que quieren es una expulsión encubierta que rechazamos desde todo punto de vista», agregó Ramal.