Las frases que sobrevuelan la mesa transmiten el recogimiento que produce cualquier dolor espiritual. También denotan una singular mezcla de temor, indignación, y confianza en la fuerza de la voluntad. Son las 9 de la mañana. El bar está vacío, excepto por la mesa larga que se armó junto a la ventana por la que se ve la calle Riobamba, a metros del Congreso. 
La cinematográfica detención del ex secretario de Obras Públicas José López, capturado in fraganti en un monasterio de General Rodríguez con casi 9 millones de dólares, impactó en los militantes y simpatizantes del kirchnerismo. Despertó los interrogantes básicos–existenciales– que abre un sacudón. ¿Quiénes somos? ¿Qué errores cometimos? ¿Adónde vamos? Son algunas de las preguntas que habitaron en estos días a la base social del Frente para la Victoria y que circulan por la mesa.  
Están Lucila De Ponti (30 años), diputada nacional del FPV y miembro del Movimiento Evita; Lauro Grande (38), diputado bonaerense y parte de La Cámpora; Aritz Recalde (37), sociólogo, docente de la Universidad de Lanús y autor de Intelectuales, peronismo y universidad; y Baltazar Ojea (33), director del Programa de Responsabilidad Social de la UTN y militante de la agrupación alfonsinista Los Irrompibles. 
«Es un golpe profundo. Es un dolor grande para toda la militancia», dice Lauro Grande (LG). «Hay compañeros que se esfuerzan día a día, a veces lindando el sacrificio cristiano, por llevar adelante una unidad básica, un comedor, un merendero en un barrio. Nosotros definimos a la militancia como una opción de vida, y no es sólo un momento, una foto, un lugar, un día, una semana o una campaña electoral. Es toda la vida. Esto nos golpea y nos hace reflexionar sobre lo que somos, lo que queremos y hacia dónde tendríamos que avanzar desde el kirchnerismo, desde el FPV, desde el peronismo. Cualquiera que choree tiene que ser condenado. Tenemos que refundar la militancia en un momento en que la derecha conservadora avanza para quitarle al pueblo las conquistas de los últimos 12 años», completa.
«La militancia de a pie es súper genuina», agrega  Baltazar Ojeda (BO). «Es gente que pone guita, esfuerzo, tiempo, que pone una realización colectiva sobre la individual. Este hecho es como escupirle la jeta al militante pero, al mismo tiempo, entiendo que puede ser una oportunidad para resaltar y jerarquizar el valor de esa militancia.»
«La corrupción no es un tema argentino –indica Aritz Recalde (AR)–. Es estructural a un sistema. Y el sistema construye estereotipos: por eso hace mucho más hincapié en la corrupción pública que en la privada. Hoy, con Panamá y el HSBC, innegablemente, se ve que un sector importante de la acumulación privada se hace fuera de la ley.  La corrupción es un sistema que tiene una pata fuerte en lo privado y que es transversal a las fuerzas políticas. José López o Ricardo Jaime, y uno podría seguir, son una característica de un sector importante de la dirigencia. Lo de López es un hecho de corrupción. Y la Justicia deberá decir qué es lo que es. Ahora, también es usado políticamente. El primer objetivo es debilitar al FPV y fortalecer a Cambiemos. Pero también hay un segundo objetivo: debilitar al Estado y a la clase política.  Porque tras la crítica a la dirigencia lo que viene son las corporaciones. Si los políticos son chorros, ¿quiénes vienen?  Los técnicos, los que tenemos hoy en el gobierno. Si no resolvemos la crisis ético y moral, el país vuelve derechito a otro 2001 porque esta clase política le va a vender el país a las corporaciones.»
–Poner tantos elementos de análisis, ¿no puede sonar como si se pusiera en un segundo plano un hecho delictivo que se vio en las cámaras de todo el país? 
Lucila De Ponti (LP): –La militancia se funda en un compromiso ético. No existe espacio para conductas como las de López. Tenemos que incorporarlo como un imperativo del conjunto. El discurso de que para hacer política, para ganar elecciones, hacen falta recursos y que a veces esos recursos vienen de lugares oscuros es algo que circula en todos los espacios políticos. No es exclusivo del FPV o el peronismo. Esto no evita la autocrítica que hay que hacer. Pero hay cientos de funcionarios y militantes que participaron de la función pública y son totalmente honestos.
LG: –La militancia no es cómplice de los hechos de corrupción. Tenemos que condenar esto. Tampoco hay que hacer lo que hacen muchos compañeros, que quieren ahora hacerse un harakiri. Nosotros elegimos una forma de vivir. No aceptemos la idea de que el FPV y el peronismo son López. 
–Antes circuló la palabra refundación, ¿implica incorporar la ‘ética pública’ al ideario del campo nacional-popular, que está más asociado a la igualdad? 
LG: –Macri es un gran corrupto, que cuando asumió juró por la honradez y no por la Patria. En la marcha de Comodoro Py, cuando citaron a declarar a Cristina, ella habló de un frente ciudadano. Ahí incorporó un término, ciudadanía, que no suele ser parte de nuestro lenguaje político. Pidió que le preguntemos al vecino que votó a Macri si vive mejor o peor que antes. Esa fue una invitación a refundar un espacio político.  
–¿El kirchnerismo no es parte de una transición que empezó en 2001, que mezcla de lo nuevo y lo viejo?
LP: –Eso en parte es así. Pero lo que quiero marcar es que no alcanza con Comodoro Py para una refundación. Tenemos que redefinir hacia dónde queremos caminar y cómo. Esto tiene que ver con la derrota electoral del año pasado y también con lo que pasó estos días (López). Habla del fracaso de algunos aspectos de nuestro proyecto político. 
–¿Cuáles? 
LP: –La dificultad de interpretar las demandas que surgieron a partir de la restauración de ciertos derechos. Hay que ser capaces de reconocer las cosas que no pudimos resolver. Los fracasos.
–¿Esto (lo de López) no debilita al FPV como herramienta electoral? ¿Cómo se evita la desmovilización? 
AR: –Hay una estrategia feroz para usar este hecho, que tiene cierto dramatismo, para ‘matar’ al kirchnerismo. Creo que las organizaciones libres del pueblo que están en el FPV y en el campo nacional-popular tienen que avanzar. Esto hará daño, pero son las organizaciones de base las que están en condiciones de construir de nuevo. 
LP: –Nosotros no podemos pedirle a nuestro adversario que no tenga estrategia, que no tenga operaciones para debilitarnos. Esto de López se dio en el marco de una discusión sobre cómo seguir y cómo ser competitivos electoralmente. Los que estamos comprometidos tenemos que salir hacia adelante, con más política, que también es lo que nos enseñaron Néstor y Cristina. Tenemos que debatir cómo ser mejores que antes. 
AR: –Es cierto, pero tenemos que ordenar al PJ, al Frente Ciudadano y al movimiento obrero. Si no, esto termina muy mal. 
–¿No hay riesgo de dispersión? 
LP: –Yo más bien creo que ya hay un escenario de dispersión. El FPV está desordenado. Algunos compañeros piensan que CFK debe ocupar la centralidad de la resistencia al macrismo y otros creemos que eso debe surgir de los sectores populares. 
LG: –El PRO, Cambiemos, Macri, Magnetto y la corporación judicial quieren que Cristina tenga un certificado de defunción como líder de un movimiento popular. Pero eso no lo van a poder concretar. Hoy, a Comodoro Py, iría el doble de gente. ¿Por qué? Porque están viviendo peor que antes. Además, con la desazón de lo que pasó en General Rodríguez la gente necesitaría escuchar a su líder. 

AR: –López es una parte menor de un problema político más profundo. Algo que se vio en la campaña electoral del año pasado y en los últimos dos años del gobierno. Me parece que no tenemos claro hacia dónde va el proyecto. Si tuviéramos claro eso, López sería un obstáculo más. Este episodio va a radicalizar al electorado anti K. Ahora, ¿hará mucho daño hacia dentro del FPV? No lo sé. Me parece que el problema no es López sino que no sabemos hacia dónde vamos, cómo vamos y con quién.

Y el debate siguió. Porque la pregunta por el futuro –la incertidumbre– está en el aire. «