Detrás del novelón que protagonizan el presidente Mauricio Macri y la diputada Elisa Carrió, evoluciona una veloz competencia entre los tres socios del oficialismo para contener a sus respectivos electorados dentro de Cambiemos, la alianza que los llevó al poder. Una salvaguarda de gestos políticos, orientados a soportar una pendiente económica declinante que estará signada, al menos durante los próximos seis meses, por el impacto en la población del programa que ahora monitorea el Fondo Monetario Internacional. Quizás para sobrevivir a un tiempo preelectoral que estará determinado por el incremento de la pobreza y el desempleo, los dos socios menores de Cambiemos empezaron a diferenciarse abiertamente del presidente Mauricio Macri, que esta semana cumplió seis meses desde que la primera corrida cambiaria de mayo hizo trizas sus ambiciones para conquistar su reelección en 2019. El presidente coronó el primer semestre de «turbulencia» con una semana que arrancó con las críticas de propios y ajenos contra el pago extra que debían pagarles los usuarios a las empresas de gas por la devaluación del peso, y la cerró con un tenue anuncio en materia de vivienda, para paliar el impacto de esa depreciación en la clase media, el principal electorado de Cambiemos, que tanto la UCR como la CC temen perder y no recuperar al calor de la crisis.

Los radicales se diferenciaron de inmediato. Terminaron largos meses de críticas contenidas: repudiaron públicamente la resolución 20/18 y se adjudicaron la anulación de la medida firmada por el secretario de Energía, Javier Iguacel. Cuando la norma sea corregida por otro decreto, los usuarios no cargarán con esa compensación pero será el Estado el encargado de cubrirla. En rigor, se trata de la propuesta paliativa del radicalismo, presentada luego de demoler desde abril la política tarifaria en materia energética del gobierno. Un quejido premonitorio de los daños que podría generar la suba de las tarifas en los grandes centros urbanos de todo el país.

Carrió también fue parte de los cuestionamientos energéticos desde el año pasado. Pero esta vez, crisis mediante, su diferenciación no golpeó en las debilidades del modelo económico del gobierno. Se concentró en un mensaje más ideológico para la demanda de sus votantes, y arremetió contra el ministro de Justicia, Germán Garavano, a quien amenazó públicamente de pedir su destitución ante el Congreso, mediante la presentación de una solicitud de juicio político. La amenaza fue frenada este viernes, para bajarle tono a la bravata, que arrancó con un reconocimiento público de la chaqueña sobre su pérdida de confianza sobre Macri. El castigo estuvo orientado al presidente, porque Garavano blanqueó su pensamiento, y dudó sobre la pertinencia del desafuero de la senadora y expresidenta Cristina Fernández de Kirchner sin una condena firme, para que sea detenida a pedido del juez Claudio Bonadio, de estrecha pero inestable relación con el gobierno. Las declaraciones del ministro  son la punta del iceberg de la interna palaciega que protagoniza Lilita con los operadores del macrismo en la Justicia. Sin embargo, el destino judicial de CFK es una pieza clave para el gobierno, porque se trata de la polarización con el kirchnerismo que el oficialismo intentará profundizar, de manera ascendente, hasta la realización de las presidenciales del año que viene.

Que se doble pero que no se rompa

Toda una paradoja política para la segunda mitad del mandato de Macri:  mientras le falta un año para poner en juego su reelección, cumple los primeros seis meses de una crisis económica con desenlace desconocido. Los orígenes de la zozobra financiera parecen remotos, pero se remontan a un tiempo donde el dólar no superaba los 20 pesos. La distancia entre esa aparente lejanía y la intensidad y cercanía de los hechos confirman la densidad de la crisis, porque ambos extremos solamente están separados por 180 días.

En la Casa Rosada, ante las consultas de Tiempo, los funcionarios que consumen encuestas privadas contratadas por el gobierno admiten el desgaste de la imagen presidencial. Para los radicales, ese fenómeno es mucho más que una «fatiga por la crisis», es el emergente de las incógnitas sobre la capacidad de Macri para pelear su reelección con éxito.

«Es mejor que se doble Cambiemos a que se rompa. Para eso existen las primarias abiertas. Es una herramienta que Mauricio no quiere, y trató de sacar del juego, pero estamos en octubre, ya no hubo reforma electoral y las PASO son parte del sistema electoral», detalló un destacado radical con tonada del interior, que comparte las concepciones de Macri, pero discrepa con su negativa a evitar primarias presidenciales en el oficialismo.

La UCR tendrá un plenario nacional en Mendoza el próximo viernes y, según señalan dentro del partido, reverdecerán los planteos que ya blanqueó el senador Luis Naidenoff, que recordó la vocación boiniblanca por formar parte de la fórmula presidencial de Cambiemos en 2019 con un integrante de la UCR que llegue a ese lugar como producto de una interna abierta con Macri, y con el que ponga la Coalición Cívica. En Balcarce 50 ese mensaje es prácticamente una blasfemia, tan inaceptable para Macri como las críticas abiertas contra el tarifazo.

Cerca de Carrió explicaron a este diario que «la cuestión electoral no está presente», aunque reconocen que su figura es «clave» en dos distritos básicos para el PRO: la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, donde juega como un comodín de campaña. «Ella sabe que no hay Cambiemos en 2019 sin ella, la pregunta es cómo, y sin perder de vista que no tiene experiencia ejecutiva», se defendió un escudero porteño del PRO, que admite una preocupación mayor «al fuego amigo de los radicales repartidos en dos partidos»: las diferencias que mantiene la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, cuya buena estrella en las encuestas se deteriora velozmente ante la aceleración de la recesión, como resultado de una política económica que cuestiona en silencio y multiplica aprietos sobre su gestión provincial.

Tan estrechos son los contornos del humor social que pronostica el gobierno para el segundo semestre de la crisis que arreció en mayo, que Vidal se mueve entre el dilema de diferenciarse de su jefe político, antes que la pesada carga del ajuste licúe su sobrevida política como la mejor candidata de Cambiemos, mientras termina de horadar el plan de Macri para imponer su reelección. Ante esa crisis del partido amarillo, lilitos y radicales mueven sus fichas y buscan tomar distancia del programa económico que buscarán respaldar, pero a un precio posiblemente más elevado. «