El máximo Tribunal se pronunciará mañana sobre el cálculo de ajuste de los haberes jubilatorios que rige desde hace una década. La jugada del Gobierno para la interpretación mediática del pronunciamiento y el equilibrio de fuerzas entre los jueces.

Pese al enorme cabildeo de emisarios y llamados telefónicos que intentan por estar horas torcer el criterio de tres de los cinco jueces de la Corte Suprema, el máximo Tribunal se apresta a sancionar mañana un fallo que mantendrá la base de cálculo de los haberes previsionales fijada desde hace una década. El gobierno presenta el fallo como una suerte de decisión irresponsable de la Corte que podría generarle, en tiempos de déficit cero, un golpe al equilibrio de las finanzas públicas.

Sin embargo expertos en temas previsionales coinciden en que lo único que se evitará será un nuevo ajuste en el sector pasivo. Es decir que no incrementará lo que ya se está pagando sino que impedirá que se recorten esas erogaciones. No es que gastará más sino que no podrá gastar menos en los jubilados.

Tres jueces de la Corte, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, tienen su voto definido. Dirán que la base de cálculo para el haber inicial de los jubilados será el Índice de Salarios Básicos de la Industria y la Construcción (ISBIC), que rige actualmente y que el gobierno pretende cambiar por la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE). ¿Qué significa eso? En resumidas cuentas, que los nuevos jubilados cobrarán menos de lo que les corresponde. Y ello se proyectará en mermas a los reajustes futuros.

La Corte prevé decirle “no”. Por ahora, el fallo saldrá por mayoría. Pero a raíz de algunos episodios recientes en que decisiones trascendentes se encaminaban en el mismo sentido y terminaron siendo fallos unánimes, todo puede cambiar.

Los cambios de criterio que posibilitaron la unanimidad fueron calificados como “volantazos” en el interior de la propia Corte. “La lectura hacia afuera pudo haber sido que quisieron dar una imagen de solidez, pero para la interna fue una pésima señal. Si venís sosteniendo ‘blanco’ durante todo el proceso, no podés cambiar a ‘negro’ dos horas antes de firmar el fallo”. La alusión, claro está, lanza el dardo contra el nuevo presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz.

Sobre la vicepresidenta de la Corte, Elena Highton de Nolasco, la expectativa es un tanto diferente. “Ella siempre tiene un fallo a favor y otro en contra, y a último momento decide cuál juega. Siempre está mirando cómo se forma la mayoría”, razonan fuentes cercanas al Tribunal.

El gobierno busca victimizarse por las eventuales consecuencias del fallo pero, en rigor, no se trata de lo que realmente puede afectarlo. Hace un año se sancionó el nuevo índice de cálculo de los reajustes que se producen dos veces por año sobre los haberes de la clase pasiva. Y lo hizo, además, de manera retroactiva.

Esas dos son las cuestiones que más preocupan a la Casa Rosada. En la administración de Cambiemos suponen que, si les fallan en contra en una cuestión menos gravosa, también podrán hacerlo en las verdaderamente importantes.