Las etapas se van cumpliendo, como se había adelantado. Tras la elección del 27 de octubre, que consagró a Alberto Fernández como presidente electo, hubo un primer período de silencio estricto y misterio creciente. La idea era que ningún anuncio secundario –como la identidad de sus acompañantes– opacara la centralidad de la figura del nuevo mandatario, convertido por mandato de las urnas en el vértice del sistema político que se viene. Pero el tiempo fue pasando, la consolidación y omnipresencia de Fernández se convirtieron en hechos consumados y entonces empezaron a filtrarse –desde canales oficiales o extraoficiales– los nombres de los protagonistas que acompañarán a AF en el Gabinete del primer tramo de su gobierno.

Lo que también empezó a quedar claro es que algunas designaciones que se daban por descontado –léase Guillermo Nielsen para Economía o Diego Gorgal en Seguridad– no están confirmadas, más bien lo contrario. Es muy probable que el amenazante contexto regional no esté desvinculado de los cambios y las revisiones que se realizaron a último momento sobre el equipo que acompañará al presidente electo desde el 10 de diciembre.

Una escena clave en el proceso de definición de los ministros y secretarios de Estado del gobierno del Frente de Todos se vivió el último lunes –feriado en la Argentina, se conmemoraba el Día de la Soberanía– en el departamento de Uruguay al 1300, esquina Juncal, uno de los lugares de residencia de CFK cuando se encuentra en la ciudad de Buenos Aires. Allí se realizó una reunión entre el presidente electo, su compañera de fórmula y el diputado Máximo Kirchner. Más allá de las interpretaciones forzadas u obvias de algunos medios que en los últimos cuatro años acompañaron con entusiasmo al gobierno neoliberal de Cambiemos, lo que sucedió en esa charla es lógico y razonable para una coalición que alcanzó el triunfo electoral tras una esforzada arquitectura de reunificación.

Como se sabe, esa voluntad de ir por la unidad llevó tiempo, incluyó decenas de charlas, tironeos y negociaciones bajo cuerda, hasta que se logró descomprimir la desconfianza. Esa estrategia encontró su punto cúlmine cuando la propia CFK anunció su pase a segundo plano para acompañar la postulación de AF desde el segundo lugar de la fórmula. Otro hito clave para la ampliación y representatividad del Frente de Todos fue la incorporación posterior de Sergio Massa. Todos estos antecedentes estuvieron y están puestos sobre la mesa a la hora de definir los nombres del Gabinete, de las jefaturas de los bloques legislativos, de los espacios de poder en el Congreso. Otra de las cuestiones que despierta mucha sensibilidad es la administración de la empresa estatal de energía YPF. Lo mismo puede decirse de la estrategia que se utilizará para promover la llegada de inversiones a la Cuenca de Neuquén para explotar el yacimiento no convencional de Vaca Muerta. Se trata –dato no menor– del principal activo estratégico de un país híperendeudado.

En materia de ansiedades y expectativas desatadas, está claro que el futuro «gabinete económico» de la administración Fernández es el que concentra mayor interés. El suspenso no se debe sólo a una cuestión de nombres. Lo que está en juego es, más bien, el perfil de las políticas y de las medidas de corto y mediano plazo que se pondrán en marcha en las primeras semanas del nuevo gobierno. Por lo que pudo saber Tiempo, los nombres que ya están definidos son el del ministro de Producción, que ocupará Matías Kulfas; el titular del Banco Central, a cargo de Miguel Pesce (el experimentado Arnaldo Bocco irá a la sub-gerencia de regulaciones financieras del BCRA); y en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) estará la primer mujer a cargo del fisco: Mercedes Marcó del Pont.

La duda que subsiste por estas horas es qué formato tendrá el Ministerio de Economía –si habrá una megacartera de Hacienda o con competencias más acotadas– y quién será el funcionario que la encabece. En las últimas horas, tras algunos cortocircuitos producidos por declaraciones suyas ligadas a Vaca Muerta y a la posibilidad de convertirlo en una suerte de caución para la deuda, el nombre de Nielsen perdió fuerza. Algunos inversores extranjeros de mucho peso mantuvieron una videoconferencia en los últimos días con un nombre rutilante del Frente de Todos (uno de los tres o cuatro dirigentes más importantes de la coalición): el interlocutor que los atendió les avisó que Nielsen no será ministro y les anticipó «una sorpresa». Otros nombres que se mencionan, como potenciales candidatos para el Palacio de Hacienda, son el argentino Martín Guzmán, residente en Nueva York, allegado del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, y Cecilia Todesca Bocco, del Grupo Callao, la especialista en Economía que más confianza tiene con el presidente electo. Según pudo saber Tiempo, Todesca Bocco tiene muchas chances de ocupar un cargo bien cercano a Fernández como asesora especial en temas económicos, por lo que no iría al ministerio. En el caso de Guzmán, se valoran sus pergaminos académicos, su experiencia en renegociaciones de deuda y sus relaciones. La duda acaso esté puesta en su falta de conocimiento sobre las presiones, la tensión y las pujas que sobrevuelan y amenazan a cualquier ministro de Economía en la Argentina. ¿Habrá un «tapado»? «