El gobierno logró aprobar la Ley de Presupuesto al amanecer del jueves con la plaza de los Dos Congresos vacía. Atrás habían quedado la represión, la cacería, las detenciones y las liberaciones. Si bien los sindicatos desconcentraron de manera organizada, el conflicto se trasladó a la comisaría de Floresta, a donde llevaron a los detenidos, y el oficialismo avanzó con la sesión. El proyecto fue aprobado horas antes de que llegara el buró del FMI al país, e ingresó presto el viernes al Senado, donde mañana será presentado por Nicolás Dujovne este lunes.

A diferencia de otras movilizaciones masivas, pero al igual que en diciembre, cuando se trató la Reforma Previsional, la concentración del miércoles no se organizó alrededor de un escenario central, un documento acordado y una lista de oradores. La represión se desató temprano, a eso de las tres de la tarde, mucho antes del horario de salida del trabajo, y la razia se extendió por muchas cuadras más allá del epicentro político.

Según analiza María del Carmen Verdú, de la Correpi, «hay un cambio en la lógica represiva». «Hay un avance bélico lineal sobre el terreno de desplazamiento de las fuerzas policiales. Primero sale el hidrante, dispersa a la gente, se abre la primera línea, salen las motos, rodean a las personas y los caza», enumeró la abogada.

Atraparon a dirigentes políticos y sindicales, pero como ya pasó en movilizaciones anteriores, también se cazó gente al voleo, como el ciudadano turco que se tuvo que pasar el viernes explicando en los medios que no participó de la marcha y pasaba casualmente por ahí.

Según pudo saber Tiempo, la decisión de las organizaciones políticas y sindicales fue movilizar lo más organizadamente posible y ante cualquier eventualidad, tener un prolijo plan de retirada, puntos de reencuentro, registro y difusión de las detenciones, y teléfonos de los abogados de la Correpi a mano.

También estaba el objetivo de repetir la experiencia de las movilizaciones a favor del aborto legal:  pasar la noche frente al Congreso para seguir el debate y la votación. La CTA Autónoma y la Ctep ya habían acampado desde el día anterior y pensaban volver a pasar la noche en las afueras del Palacio. Pero eso no fue posible.

«No hubo corridas ni hubo encerronas. Había un recorrido establecido y un punto de concentración, que era Constitución. Lo mismo por la avenida 9 de Julio, la gente se fue tranquila, marchaba rápido pero tranquila. De hecho, en las fotos se ven las banderas al revés, que muestran cómo la decisión fue darse vuelta y desconcentrar. Necesitaban la plaza vacía para votar, para que no se repitiera la foto de diciembre», analiza Verdú.

En diciembre, la votación de la Reforma Previsional derivó en un violento despeje de la plaza de los Dos Congresos lo que le valió a Mauricio Macri la primera gran caída de imagen en todas las encuestas. Esta semana, la exigencia era otra. El vienes llegaba el FMI al país.

Federico Chechele, de ATE Nacional y la CTA Autónoma, aseguró que, a diferencia de las marchas sectoriales, en estas movilizaciones masivas no aparece ningún jefe policial de calle con el que habitualmente dialogan los referentes de las organizaciones a medida que avanzan por el recorrido.

«La pasamos mal cuando nos sacan del Congreso y nos llevan por Alsina. Nos arrearon como las vacas y a los tiros durante seis cuadras hasta 9 de Julio. Vimos de todo, servicios y personal de civil agarrando gente. Ya en la 9 de julio fue una cacería, por eso tenemos 11 de los 26 detenidos a pesar de haber tomado la decisión de replegar para cuidar a los compañeros», cuenta el sindicalista.

ATE Nacional marchó con Dragado y Balizamiento y la juventud sindical de Juan Pablo Brey. En tanto, el Frente Sindical concentró en Entre Ríos y México, y no llegó a entrar en la plaza debido a la masividad y las vallas. Allí estaban el camionero Pablo Moyano, Omar Plaini de canillitas y Daniel Yofra de aceiteros.

El debate en el Senado –se estima que la ley llegue al recinto el 14 de noviembre– y la realización del G20 entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, se marcan con rojo en el calendario de las organizaciones políticas y sindicales opositoras y el del propio gobierno nacional.

Desde ATE Nacional advierten que «a medida en que la cosa empeora», van a seguir movilizándose. «Nosotros vamos a seguir estando en la calle. Ellos van a ser recordados como los tipos que aprobaban leyes con represión», sintentiza Chechere.

Cuando anunció la intervención de las Fuerzas Armadas en seguridad interior, el 23 de julio de este año, Macri adelantó que los militares actuarán como «apoyo logístico en la zona de fronteras», así como ante «eventos de carácter estratégico». Para Verdú, la Cumbre del G20 puede ser «la primera vez que los militares actúen en un ámbito urbano». «

Estigmatización de La Poderosa

La ministra de Seguridad Patricia Bullrich acusó a la organización La Poderosa de provocar disturbios y mintió sobre su forma de participación en la marcha del miércoles, cuando fueron detenidos los militantes Nacho Levy y Francisco Pandolfi, en un capítulo más de su ensañamiento contra la organización que logró la condena de dos gendarmes torturadores.


«Había grupos de izquierda, grupos kirchneristas y organizaciones sociales que atacaron al Congreso y rompieron los bancos en la plaza», dijo y volvió a cargar contra la Garganta Poderosa: «Había una camioneta blanca entre los medios de comunicación que era de la Garganta Poderosa, una organización que trabaja en barrios y que actuó de logística, porque de allí salieron todo tipo de elementos, palos y otro tipo de cosas».


Desde La Garganta Poderosa afirmaron que a la marcha fueron en subterráneo y colectivo y desmintieron tener una camioneta. «No se ve a un solo compañero de La Poderosa tirando una sola piedra», sostuvo Levy.