Han pasado pocos días desde la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, tras el anuncio preacuerdo con el FMI. Tiempo habló con varios consultores políticos para analizar todas las aristas del escenario que se abre dentro de la coalición gobernante

El politólogo y director de Opina Argentina, Facundo Nejamkis, sostuvo que el interrogante que se abre ahora es si esa renuncia va a significar una aceleración de un proceso de diferenciación del kirchnerismo respecto del presidente Alberto Fernández. “Es muy difícil que Máximo haya tomado una decisión de estas características sin que la vicepresidenta esté al tanto. Es muy difícil que esto no sea leído como un nuevo capítulo de una situación muy tensa entre el presidente y su vice. Y entre el principal espacio político del Frente de Todos, que es el kirchnerismo, y una parte del peronismo que no tiene el mismo nivel de articulación y representatividad, pero que tensiona al gobierno hacia otro lugar. El interrogante es si significa un paulatino corrimiento del gobierno o si eso se va a dar más lentamente y no va a tener impacto aún en las decisiones legislativas. Y va a quedar reservada la diferenciación y las tensiones para la etapa electoral. Me parece que es temprano para definir lo que va a pasar”, le dijo a Tiempo.

Nejamkis incluye la decisión del diputado en una continuidad de rispideces que incluyen la relación dialoguista del presidente con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al principio de la pandemia y las cartas de Cristina (la primera en 2020 cuando habló de “funcionarios que no funcionan” y la segunda tras la derrota en las PASO). “Es muy difícil no leer esa renuncia en esa misma clave”, indicó

Por su parte, la politóloga Bárbara Bravi consideró que no ve rupturas dentro de la coalición, pero sí grietas que debilitan la autoridad presidencial. “Lo que se mantiene es una base para legitimar el gobierno. Una base de consenso muy finita porque estas acciones pueden desencadenar posturas más firmes. El problema dentro del FdT, que se da también en la oposición, es la falta de un liderazgo concreto. Tenemos que diferenciar dos cosas, las decisiones que se toman de manera pragmática y las que responden a convicciones de tinte identitario, simbólico e ideológico. Lo venimos viendo en un relato y en una narrativa que responde al gobierno de Néstor y Cristina. Por otro lado, toda la política que se está construyendo tiene miras hacia las elecciones del 2023. Todas estas acciones tienen dos correspondencias: una hacia el lado pragmático y, por otro, la construcción de poder. Estas cosas erosionan la figura del presidente, debilitándolo. Han tratado de construir un grupo como el albertismo y lo que se ve es que no hay un sector con tanta fuerza”, indicó la docente universitaria.

El director de la Consultora Dicen, Hilario Moreno Del Campo, cree que el Frente de Todos tiene dos dificultades importantes: las internas (de los espacios que lo componen) y las externas (de cara a la sociedad).

“En las primeras existen diferencias respecto a qué hacer con el FMI, de una idea de economía más tímida o prudente de Guzmán. Y otra posición de fuerte impulso, al consumo, que es del kirchnerismo. De esa diferencia de fondo se derivan otras en múltiples temas y áreas estatales. Pero la dimensión más importante es la externa. El problema ahora es que el camino actual no funcionó bien en el 2021 y hay dudas respecto al 2023”, explicó. 

“La dificultad, entonces, es que habiendo perdido en el 2021, las internas salen a flote y la posibilidad de resolverlas están atadas a las chances   de éxito en el 2023. Si alguien emergiera como posible ganador dentro de dos años, las internas se saldarían más o menos rápido. Hasta que eso no ocurra es difícil que se cierren”, agregó.

Con respecto a los costos o beneficios de hacer públicas las diferencias, los tres coinciden que, en este caso, no ayuda a la coalición de gobierno. Nejamkis considera que esto evidencia la falta de espacio para debatir y resolver las tensiones que se dan en todo frente electoral. “A ninguna coalición política electoral le sirve que las diferencias se salven públicamente porque siempre es mejor tener un espacio más institucionalizado donde  procesar esas diferencias. El problema no es que las haya, que eso está bien y es sano, sino que el Frente de Todos no parece tener ninguna instancia donde esas diferencias puedan discutirse y tener una definición. Por otro lado, en el caso de esta coalición, el presidente no es la figura más fuerte en términos políticos. Eso hace que todos los procesos en los cuáles aparece una conflictividad pública alrededor de cualquier decisión que el gobierno tiene que tomar, hay como resultado cierta desacreditación de la autoridad presidencial porque pareciera ser que los socios de la coalición tienen que dirimir públicamente con el presidente las diferencias que no pueden dirimir en privado”, afirmó.

Por su parte, Bravi consideró: “Para el gobierno es negativo. Necesita hacia afuera mostrar un consenso en una decisión y esto es una baja en la base de legitimidad. Un gobierno que toma una decisión y que ni siquiera es apoyada por su propio espacio, genera incertidumbre. Y eso es peligroso”.

Moreno del Campo sostuvo que frente al escenario actual, la posición de Máximo no tiene el mismo efecto y potencia que la carta de Cristina. “No veo que resuelva algún problema político ni con el acuerdo con el Fondo. Para mejorar los ingresos de los sectores populares, el acuerdo parece menos malo que lo que se espera del Fondo. Ahora bien, los obstáculos para mejorar ingresos parecen más internos (salarios y distribución) que externos. La deuda principal es con los ingresos que hace 6 años que se vienen deteriorando. Y en eso, la decisión de Máximo no veo que aporte o fortalezca una salida”, detalló.