Tras el anuncio de la continuidad de la Fase 3 para el AMBA, intendentes de Juntos por el Cambio anticiparon que reclamarán más aperturas al gobierno de Axel Kicillof: buscan reactivar la construcción privada y la gastronomía.

Los pedidos ya habían sido realizados en la última videoconferencia que mantuvieron con el mandatario el jueves para hablar sobre la cuarentena que arranca mañana. El intendente de La Plata, Julio Garro, fue uno de los que pidió también públicamente que se reactive la construcción privada ya que, en el caso de la capital provincial, hay 300 obras paralizadas.

“La construcción necesita reactivarse. Es un sector fundamental en el desarrollo de la ciudad. Genera miles y miles de puestos de trabajo y además favorece la llegada de capitales externos que invierten en La Plata”, sostuvo Garro y detalló que «hay obras pequeñas, medianas (duplex, pequeños edificios, locales comerciales) y grandes que están pendientes de iniciarse, y miles de vecinos que quieren construir su primera casa, no pueden hacerlo».

Para ir ganando tiempo, ya se reunió con las cámaras constructoras para revisar los protocolos que presentarán al gobierno de Kicillof. Y puso como ejemplo que la obra pública sí está autorizada en La Plata y marcha sin problemas. La construcción privada está incluida en las actividades permitidas en la Fase 4, pero La Plata -igual que el Conurbano- está lejos de pasar a esa fase por la cantidad de contagios y es por eso que pide «flexibilidad» en este punto.

Garro, junto a otros jefes comunales de JxC como Diego Valenzuela de Tres de Febrero, también habló de flexibilizar otro sector que mueve la economía: el gastronómico. En este punto, también comenzaron a trabajar en protocolos para que en bares y restaurantes se pueda consumir al aire libre. Esa actividad está permitida hoy en Fase 4.

En San Isidro, sin embargo, el municipio habilitó por su cuenta el viernes esa posibilidad bajo el nombre “Take Away Plus”, para que los vecinos puedan comprar y sentarse a consumir alimentos y bebidas en bancos y sillas de bares, cafés y restaurantes al aire libre, respetando la distancia social de 2 metros. No está permitido el uso de mesas y, además, los locales deben servir todo en material descartable. «Creemos que esta modalidad va a ayudar al sector gastronómico de San Isidro y va a permitir a los vecinos un espacio para disfrutar siguiendo protocolos de seguridad», dijo Posse.

La iniciativa no resultó bienvenida en el Ejecutivo bonaerense. «Es una locura», aseguraron en la Gobernación y consideraron que este tipo de “pruebas piloto” corren por cuenta del intendente y que, «cuando surge un brote, después dan marcha atrás».  «