En esta Argentina de ajuste, en la que las patronales pretenden avanzar como nunca antes sobre nuestros derechos, cabe repasar todos los antecedentes y los sucesos de este hito histórico para nuestra clase. 

Desde 1966 la dictadura militar de Onganía sometía al país a un régimen de entrega. La cara visible a la oposición a la dictadura era el peronismo organizado en la resistencia, la CGT de los Argentinos, los estudiantes, las agrupaciones de izquierda y los curas organizados en la corriente de sacerdotes del tercer mundo. La traición de la CGT nacional, colaboracionista con la dictadura, llevó a los dirigentes provinciales a definir acciones en sus territorios, prácticas combativas y autónomas frente a sus centrales.

El 29 de mayo, el avance de las columnas obreras provocó una reacción represiva por parte de las fuerzas policiales para evitar que llegaran al centro. En los enfrentamientos muere Máximo Mena, obrero mecánico de Smata, trabajador de la fábrica IKA.

Para parar la insurrección popular, el gobernador solicitó intervención del ejército y declaró el Estado de sitio. Al ingresar las fuerzas represivas al barrio Clínicas, la ciudad estaba en manos del pueblo. «La gente aplaudía desde las ventanas de las casas cada cosa que se hacía, nadie se oponía ni horrorizaba. La presión de la dictadura ya había llegado al máximo», señalan crónicas de la época.

Si bien los gremios coordinaron acciones, los trabajadores y trabajadoras desbordaron a las direcciones sindicales burocráticas. El Cordobazo no tuvo «padres», aunque quedaron en la memoria colectiva figuras como Elpidio Torres de Smata, Agustín Tosco de Luz y Fuerza, René Salamanca de Smata y Atilio López de la UTA.

También tuvieron un notable protagonismo muchas compañeras de la militancia y de los sindicatos participantes, como documentan en el libro El Cordobazo de las mujeres. Fue una de las más altas expresiones del ascenso del pueblo a la lucha en la década del ’70. La intensidad y conciencia alcanzadas eran tan altas que el poder debió recurrir a una represión sin precedentes en la historia, a través de los campos de concentración y exterminio.

Una contratapa del periódico de la CGT de los Argentinos tiene los nombres de compañeros muertos ese día y una frase que dice «…hasta que podamos reconquistar la Libertad y la Justicia Social y le sea devuelto al pueblo el ejercicio del poder».

Hoy, como entonces, los trabajadores seguimos peleando para concretar estos sueños. Con su impulso, no frenaremos hasta que la libertad y la justicia social sean establecidas como forma de vida. «