Como si el segundo semestre comenzara en agosto, el presidente Mauricio Macri protagonizó un verdadero «super martes» que empezó con un corte de cintas en el aeropuerto internacional de la Ciudad de Córdoba y concentró el fuego durante la tarde con la billetera en la mano: a las 17 Macri se mostró con los principales dirigentes sindicales de la CGT para anunciarles la devolución de los 29 mil millones de pesos que el Estado les debe a las obras sociales sindicales y una hora después siguió de cerca a su ministro del Interior Rogelio Frigerio durante la conferencia de prensa que encabezó para firmar un acuerdo con todos los gobernadores para restituirles el 15% de los fondos coparticipables que eran retenidos desde 2006. 

La devolución (ver aparte) busca encontrar una salida al primer fallo que le obsequió la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cuando declaró la inconstitucionalidad de esa retención de fondos. Los dos enroques vespertinos fueron las nuevas claves de una semana que empezó con la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas (donde el mandatario deslizó la importancia de la intervención castrense en la seguridad interior) y que concluirá con las visitas del secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, y del secretario general saliente de la ONU, Ban Ki-moon.  

En el plano sindical, la devolución de casi 30 mil millones de pesos a las obras sociales sindicales tiene dos aristas: puertas adentro de las tres fracciones de la Confederación General del Trabajo, implicó un desembolso inédito en los últimos 15 años que fue anunciado cuando faltan tres días para la realización del plenario de secretarios generales de los sindicatos que integran los tres sectores confederales que, hasta ahora, se unificarán el 22 de agosto mediante un triunvirato impulsado por el líder camionero Hugo Moyano, que pegó el faltazo al Salón Blanco de la Casa Rosada para presenciar la devolución del Fondo Solidario de Redistribución. En la CGT Azopardo dicen que el titular de ese sector destila bronca contra Gerónimo «Momo» Venegas, su propio secretario de Interior en la conducción cegetista y jefe de la Unión Argentina de Trabajadores y Estibadores Rurales (UATRE), uno de los gremios que padece los más altos niveles de precarización y esclavismo en el campo y que tiene en su máxima jefatura a un dirigente implicado en las revelaciones de los Panama Papers, como titular de la firma Gerónimo Venegas Corp, radicada desde 2013 en Florida, Estados Unidos. El «Momo» fue el único sindicalista que estuvo en la primera fila este domingo, durante el anunciado regreso de un presidente al acto central de la feria anual que la Sociedad Rural Argentina realiza en el predio que controla en Palermo, sobre las tierras públicas del Parque Tres de Febrero. 

El mejor amigo sindical de la Mesa de Enlace es acusado desde el cegetismo unificador hasta el límite de la sobreactuación y la amnesia selectiva. Ahora le adjudican mover sus fichas para evitar que se constituya el triunvirato que promueve Moyano antes de retirarse: un trío integrado por Juan Carlos Schmidt, jefe del gremio de Dragado y Balizamiento, y secretario general de la Confederación Argentina del Trabajadores del Transporte (CATT). La mano derecha de Moyano será acompañada por Héctor Daer del gremio de Sanidad y compañero de bancada de Sergio Massa en la Cámara de Diputados. Daer tiene el apoyo del metalúrgico Antonio Caló, jefe de la CGT Alsina y será acompañado por una tercera pieza que lleva el nombre Carlos Acuña, jefe de los estacioneros y bancado por Luis Barrionuevo. Esa troika tendrá su primer bautismo de fuego este viernes, durante el plenario de secretarios generales de las tres fracciones. Dentro de la Casa Rosada aseguran que el mega desembolso que Macri anunció en el Salón Blanco podría cambiar las correlaciones del próximo viernes, un evento donde no participará el titular del Sindicato de Peones de Taxis Omar Viviani, que ya cuestionó el terceto, al calor de la excelente relación que mantiene con el ministro de Transporte de la Nación Guillermo Dietrich. Pero por debajo del juego superestructural de las tres fracciones, late la caída del empleo, el incremento de los despidos y el brutal despedazamiento del salario ante una inflación que promete superar el 40% a fin de año. La acumulación en la depreciación salarial preanuncia reclamos de reapertura de paritarias que la Casa Rosada pretende contener con una agenda que combina gestos, comunicación, billetera y lobby, pero muy pocos cambios en la política económica.

La apuesta impulsada por el ministro de Trabajo Jorge Triaca buscó cerrar filas con la CGT y dejar afuera a las dos Centrales de los Trabajadores Argentinos de todo tipo de acuerdos, luego de haberles propinado una masiva ola de despidos estatales que todo el cegetismo prefirió callar. Luego de la foto con los «gordos», el ministro del Interior Rogelio Frigerio anunció la devolución del 15% de la coparticipación que retuvo el Estado Federal desde 2006 y una ventana para presentar una nueva ley de coparticipación que cumpla con uno de los mandatos constitucionales más postergados que la Corte le hizo valer a Macri a dos días de ser electo. La conferencia de prensa donde Frigerio se mostró como un poderoso interlocutor del Gabinete Económico con los «gobernas» fue posterior a una foto con 20 de los 24 gobernadores, un vicegobernador, y los tres mandatarios que reclamaron los fondos judicialmente y se alzaron con un fallo determinante del máximo tribunal que le dio seis meses de plazo al presidente electo para cumplirlo, tal como lo explicó Tiempo en su edición del domingo pasado. La foto de mayor peso, por su extensión federal, y por la presencia de mandatarios provinciales de todos los pelajes tuvo otro invitado clave: el titular de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, uno de los arquitectos de la estrategia del Ejecutivo sobre el Congreso Nacional. Tanto en el Senado como en la Cámara Baja, el oficialismo tiene grandes obstáculos para afrontar … como el tratamiento de la reforma electoral que el gobierno pretende aplicar en todo el país, con la Boleta Única Electrónica que ya funcionó en la CABA y en Salta (y la limitación de las PASO) o el debate del presupuesto para el año que viene. El menú no termina ahí. Cambiemos deberá afrontar la embestida de la oposición contra los vidriosos jefes de la Agencia Federal de Inteligencia que designó Macri, como el representante de futbolistas Osvaldo Arribas y su señora 8, la subdirectora Silvia Majdalani, titular de la Comisión Bicamercal de Seguimiento de Organismos de Inteligencia que jamás movió un dedo para controlar el funcionamiento de las catacumbas estatales.

En el Senado la relación con las provincias esta cruzada por la dependencia fiscal de cada distrito con las arcas federales. Parte de esa alquimia tuvo su desenlace inicial con un acta acuerdo que, en la letra chica, habla de ajuste y equilibrio fiscal. En Diputados, la relación política con la oposición depende de la negociación con el PJ, que postergó el acordonamiento del kirchnerismo al final del receso invernal y al 22 de agosto, fecha de la accidentada reunificación confederal. La agenda legislativa del segundo semestre se anticipa caliente: este miércoles cristalizarán los cuestionamientos contra Arribas y Majdalani y el jueves empieza el tratamiento de la reforma electoral. Para entonces habrá aterrizado el canciller de Obama, el católico ex combatiente de Vietnam John Kerry que podría plasmar un nuevo acercamiento con la Alianza del Pacífico, luego de la febril gestión de Macri para desarticular la Unasur y reducir al Mercosur a un mero acuerdo aduanero.

Al pacto coparticipable le falta una pieza: la provincia de Buenos Aires, cuya gobernadora, María Eugenia Vidal, ya recurrió a la Corte para reclamar la reparación financiera que el macrismo piensa poner en juego, con anuencia judicial, para acordonar con obras públicas la corrosividad del ajuste que sostiene la gestión económica.

El proceso esta en marcha y sus contramarchas tendrán un impacto directo en el debate legislativo del segundo semestre. La mesa ya está servida, con un super martes que desbordó la billetera del presidente.