“¡La casta tiene miedo! ¡Los zurdos tienen miedo!” El grito guerrero, furioso, rabioso flota en el salón Diamante del Hotel GrandView, en el Once. En el bunker de La Libertad Avanza, la alianza que comanda el economista mediático y aspirante a diputado Javier Milei, hay clima pesado de fiesta. También sobre la calle Azcuénaga, donde las huestes anarcocapitalistas agitan banderas amarillas y negras que llevan tatuada una serpiente cascabel y la consigna “Dont tread on me” (no pases sobre mí): la bandera de Gadsden, ícono del libertarismo estadounidense. En el nido libertario celebran la llegada de los primeros guarismos de las PASO: casi 14 puntos. Son la tercera fuerza en la Ciudad de Buenos Aires. Elección histórica para el liberalismo rancio maquillado de moderna celebrity. “¡La casta tiene miedo! ¡Los zurdos tienen miedo!”, aúllan los libertarios en la noche de Balvanera, mientras muestran a las cámaras sus banderitas que dicen “Vida y propiedad privada”. Y en serio, dan miedo.


“Ver C5N esta noche es mejor que tener sexo”, escucha al pasar el cronista de Tiempo entre los grupitos de jóvenes militantes. En el lobby del hotel hay referentes de la vieja Ucedé, negacionistas, youtubers, cosplayers y vaya uno a saber qué otro ejemplar liberal.


Franco llegó desde Córdoba. Luce una elegancia ejemplar, con reloj de alta gama y saco fino al tono. Es groupie ortodoxo de Milei y libertario, dice, desde la cuna: “Reducir al Estado y defender la propiedad privada son los pilares. Hoy Javi la rompió toda y en noviembre llega al Congreso. Tiemblen zurdos”, se despide el cordobés.


“¡Javi, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo!” Es el prólogo en tono de cancha que, pasadas las 22, se produce cuando el líder toma el micrófono. Sus groupies deliran y el economista ofrece su mejor perfil, por supuesto el derecho, a la hora de ser retratado en mil y una selfies. Entonces, Milei toma la palabra por asalto. Verborrágico como siempre, despotrica contra los zurdos, los impuestos, los kirchneristas, las palomas de la derecha y varios demonios más.


“Si no damos un giro de 180 grados, vamos camino a ser la villa miseria más grande del mundo”, lanza el hombre de raro peinado nuevo. Luego hace silencio como para tomar envión y muerde una vez más: “No solo estamos en condiciones de sacar a los K, dejarlos en tercer puesto y que no vuelvan nunca más. Estamos en condiciones de sacar a las tibias palomas”, dice en referencia a los dirigentes de Juntos por el Cambio, sus competidores en el carril derecho. Para cerrar, lanza su advertencia: “En noviembre vamos a ganarles a las tibias palomas que pactan con los K”.


El cierre es a toda orquesta, desbordada. Milei celebra en la calle con sus tropas, se agitan las banderas de la cascabel y al final debe ser rescatado por los muchachos de seguridad. En la noche del Once, los libertarios dejan la calle Azcuénaga y encaran por Rivadavia. Reptan hacia el Congreso. Todo indica que en noviembre llegarán.