La cuenta regresiva está en marcha. El triunvirato ya quedó en la historia. En junio, antes de que comience el Mundial que se jugará en Rusia, la CGT tendrá un nuevo secretario General.

La confirmación de que el próximo 5 de abril se reunirá el Consejo Directivo tras tres meses de inactividad deja en claro dos cuestiones: que los “gordos” e “independientes” tienen el quórum asegurado y que el reparto de cargos puertas adentro está cerrado. La reunión que se llevó a cabo esta semana y de la que participaron dirigentes del MASA y del Transporte se transformó, luego del anuncio de la puesta en marcha del proceso, simbólicamente en la confirmación de que tendrán un lugar en la nueva mesa directiva que se elegirá junto a con el nuevo secretario General.

Garantizado el quórum, el triunviro Héctor Daer deberá trabajar para que el Consejo Directivo apruebe el proceso que derivará en el próximo secretario General. Para que eso suceda se deberá aprobar la convocatoria a un Comité Central Confederal (CCC) que incluya en su orden del día la convocatoria al congreso donde se definirá la futura conducción. Cuando llegue ese momento ya todos los cargos estarán repartidos y el nombre del nuevo titular será un secreto a voces.

En la carrera por quedarse con el sillón Azopardo, Héctor Daer parece número puesto. Sin embargo, nadie se anima a confirmarlo públicamente. La intención es llevar las negociaciones en silencio. Para elegir las nuevas autoridades todas las actuales deben renunciar. Los nombres que acompañarán al futuro secretario General en el Consejo Directivo empezarán a definirse. La único incógnita que queda por develar es que harán los grandes gremios industriales, SMATA y la UOM puntualmente.

La importancia de los nombres que integrarán el próximo Consejo Directivo son claves, tanto como el nombre del futuro secretario General, para saber cuál será el perfil de la central obrera. Todo parece indicar que la CGT será oficialista y dialoguista. La confirmación de que los Camioneros de Hugo Moyano no participará formalmente de la vida interna de la central parece no dejar lugar a duda de que los gremios combativos tendrá que dar la batalla fuera de los límites orgánicos y en la calle.

El proceso que está en marcha no solo terminará con un nuevo Secretario General de una CGT unificada, sino que también terminará de darle al gobierno de Mauricio Macri su CGT oficialista.