“Siempre supe que lo único que quería hacer en la vida era jugador al fútbol”, escribe, dice y abre su autobiografía Ariel Arnaldo Ortega. El libro, elocuente, se llama Burrito, y fue editado por Planeta. Ortega, que se retiró del fútbol en 2012, repasa ahora su trayectoria en 286 páginas, con fotos inéditas y estadísticas desde su debut en River en 1991. Porque el Burrito es un jugador diferente, como pocos, tierra jujeña de Ledesma al mundo.

“Si algo debo reconocer que me llamó la atención, por sobre todas las virtudes que Ariel tiene, es su amor por la pelota. Tuve la suerte de jugar con cuatro fuera de serie, como Diego Maradona, Enzo Francescoli, el Negro Omar Palma y Ariel Ortega. Pero, indudablemente, el Burrito fue quien mejor captaba esa esencia del fútbol de potrero tan nuestra”, relata Hernán Díaz, ex compañero del Burrito en River y la Selección, en el prólogo del libro.

En 20 capítulos, Ortega repasa cómo abandonó el rugby para dedicarse al fútbol con el apoyo de su familia, el debut en Primera, la mirada de los otros que lo situaron como un crack de maravillas, ser campeón, la Argentina y un Mundial, su relación con Ramón Díaz, la Copa Libertadores, los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, las derrotas en el juego y en la vida, Europa, la experiencia en Europa, Newell’s y volver a ser campeón, de nuevo River, y el exilio y la lucha. 

Sin embargo, la historia de Ortega no cabe en un puñado de páginas. Las gambetea.