El secuestro quedó asentado entre los papeles de la burocracia del Hospital Neuropsiquiátrico Alejandro Korn de Melchor Romero de La Plata: «Siendo las 11:45 horas, se hacen presentes dos personas manifestando pertenecer al ‘Ministerio’ y deseando hablar con la Sra. Coordinadora; que posteriormente ingresan al aula donde se dictaba clase, juntamente con dos personas armadas y proceden a retirar a la alumna María Rodríguez, quien no pertenece al plantel de empleados del establecimiento, a quien detienen sin dar razones». La nota, firmada por el director interino del Hospital, Jorge J. Rosa, lleva fecha del 17 de junio de 1976 y da cuenta de la exposición de Angélica de Trimani, coordinadora del Curso de Auxiliares de Enfermería que se dictaba en el neuropsiquiátrico platense. Ese día, a esa hora, María Nilda Rodríguez, estudiante correntina de medicina en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y de enfermería en ese hospital, ingresó en la extensa lista de desaparecidos de la capital bonaerense. Nunca se supo nada más de ella. Pero el informe que fue hallado en un edificio apartado –en una bolsa que decía «varios»– por un equipo de trabajadores y profesionales que se dieron a la tarea de recuperar el archivo del hospital, permitirá rectificar la fecha del secuestro en su legajo de la Conadep en el Archivo Nacional de la Memoria.

El miércoles pasado la llovizna impregnó todo de humedad en la localidad de Melchor Romero, en las afueras de La Plata. Teresita Rodríguez llegó al Hospital Dr. Alejandro Korn acompañada por su hija y caminó hacia el sector de Hemoterapia, donde dejó una muestra de su sangre para sumarla al banco de datos genéticos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) con la esperanza de que puedan identificar a su hermana Nilda entre los más de 600 restos que aún esperan ser identificados. Teresita viajó desde Corrientes para dejar su muestra en el mismo hospital donde 46 años atrás un grupo de tareas se había llevado a su hermana. Esto fue posible gracias a una serie de políticas públicas que viene implementando la Provincia de Buenos Aires a través de un convenio entre la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y DDHH y el Ministerio de Salud, que busca que los 75 hospitales públicos del territorio bonaerense se conviertan en centros de recep-ción de muestras.

Teresita llegó a La Plata después de que el director de Investigación y Memoria de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia, Víctor Hugo «Beto» Díaz, la llamara por teléfono y le propusiera donar su sangre para la Iniciativa Latinoamericana de Identificación de Personas Desaparecidas (Ilid) que impulsa el EAAF y que en la provincia coordina su área.

El encuentro se produjo gracias a que el Archivo Provincial de la Memoria (APM) incorporó el documento que aportaba la fecha y circunstancias precisas de la desaparición de Nilda Rodríguez, y que fue cursado al Archivo Nacional de la Memoria para que se rectifique la fecha en su legajo de Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). «Encontrar ese documento permi-tió este encuentro. Porque consultamos al EAAF y nos dijeron que no tenían muestras de la familia. Entonces la llamamos», reconstruyó Díaz.

A través de la Dirección Provincial de Hospitales, Salud puso en funcionamiento la Coordinación de Derechos Humanos que tiene por objetivo la creación de Áreas específicas en los hospitales provinciales. Eso permitió que la construcción del archivo del Hospital Alejandro Korn tomara fuerza bajo la nueva área de Derechos Humanos, que coordina Camila Azzerboni. «La denuncia sobre Nilda la encontramos por casualidad hace cinco años, con otra gestión que no quiso que la hagamos pública. Hoy por suerte eso cambió», recordó la coordinadora.

La historia de María Nilda Rodríguez es similar a la de muchos estudiantes del interior en la UNLP: llegó a La Plata desde Monte Caseros, Corrientes, en 1974 para estudiar Medicina. Vino con su padre, Luis Humberto Rodríguez, un camionero que pudo enviar a su hija a la universidad, y se asentó en una pensión. Según indica su legajo académico cursó hasta el segundo año, en 1975. En 1976 estudiaba enfermería en Melchor Romero. Tras su secuestro, su padre comenzó una búsqueda frenética en la ciudad que dio magros resultados.

«De Monte Caseros vino mucha gente a La Plata a estudiar», recordó Teresita en una charla informal realizada en el Archivo del hospital con directores, trabajadores y coordinadores del establecimiento, de la Universidad, de Salud y de Derechos Humanos. Nilda era la mayor de cuatro hermanas.

«Mi papá vino con mi tío a buscarla. Estuvieron como dos años acá. Habló con mucha gente que ocupaba lugares de importancia, pero le dijeron: ‘Se tiene que aguantar, su hija en algo estaba metida'», recordó.

Papeles

En esa búsqueda, el padre de Nilda consiguió en agosto de 1976 que el Ministerio de Bienestar Social, le extendiera una nota firmada que recuperaba la información que los integrantes del Archivo del Hospital hallaron cuarenta años más tarde. Esa nota mecanografiada en hoja membretada, lleva la firma de Miguel Maldonado, director de la Escuela de Técnicos en Bienestar Social (de la que dependía la escuela de Enfermería). Además, en ella señalaba que los secuestradores vestían de civil y que habían exhibido credenciales del «Servicio de Investigaciones del Estado».

Cuarenta y seis años después, Teresita aportó la información de ese documento que guardaba su padre, que falleció en 2008. Ese documento aportó, además, otro dato: que el director interino del hospital había radicado la denuncia en la Comisaría VII de la zona.

En los años ochenta, Teresita denunció el caso de su hermana en la Conadep y en el Juicio a las Juntas. Pero el legajo en la Comisión Nacional de Desaparición de Personas tenía un error en la fecha del secuestro que persistió hasta estos días. Ese error será enmendado gracias al documento hallado por los integrantes del Archivo del Hospital Alejandro Korn para que en el expediente de María Nilda Rodríguez conste la fecha exacta de su secuestro: «17 de junio de 1976 a las 11:45».

El documento fue hallado hace cinco años, poco después de que por impulso de trabajadoras sociales, acompañantes terapéuticos y trabajadores del establecimiento, crearan el archivo. «No estaba entre los papeles del archivo del hospital, estaba en otro lugar, en una pila tapada con una bolsa que decía ‘Varios'», recordó Pilar, una de las trabajadoras sociales del equipo.

A esos documentos que se juntaron el miércoles por primera vez, la UNLP sumó la ficha académica de Nilda Rodríguez de la Facultad de Medicina. Allí consta su trayecto académico, que la casa de estudios platense utilizará para reparar su legajo y donde se sindica la baja. Ahora constará la razón: desaparición forzada.

«Le dolía la pobreza»

«En febrero del 76 mi papá tuvo una charla con Nilda para que se quede en Corrientes, pero ella no quiso. Le decía que se venía una época fea en el país. Y en el pueblo decían que todos los universita-rios estaban en cosas raras», recordó Teresita Rodriguez. Después de donar su muestra de sangre la hermana de la estudiante desaparecida compartió una charla en la sede del Archivo del Hospital, instalado en una vieja construcción donde hasta la dictadura había funcionado el Club Alborada, institución fundada por internos, trabajadores y profesionales en la década del 60.

Allí estuvo acompañada por el director del Archivo Provincial por la Memoria, Guillermo Clarke; por Beto, el Director Provincial de Hospitales, Juan Riera y la coordinadora de áreas de Derechos Humanos de Hospitales, Noemí Logiurato. También estaba Guadalupe Godoy, de la Prosecretaría de Derechos Humanos de la UNLP, la coordinadora de DD HH del hospital, directoras, trabajadores y trabajadoras, y profesionales.

Algunas reconstrucciones realizadas por organizaciones de derechos humanos aseguran que Nilda Rodríguez militaba en el PRT, pero en su familia no hay constancia de esa afiliación. En cambio sí la recuerdan como una joven preocupada por la injusticia social a la que la pobreza le dolía.

«Ella era muy empática. Se preocupaba por la gente. En Monte Caseros cuando se involucraba para ayudar a alguien que necesitaba algo, hasta que no lo conseguían no lo dejaba. Era muy amorosa. Y para ella no debía existir la pobreza, no la aceptaba», contó la hermana.

Nilda es la única mujer entre los ocho desaparecidos de Monte Caseros. «No se puede hacer duelo si uno no sabe qué pasó en cada momento de su vida. Es muy difícil”, dijo Teresita. Su nombre integra los homenajes en su pueblo natal, y también está junto a los de trabajadores y estudiantes del Hospital desaparecidos y desaparecidas en una placa instalada en la puerta de la actual Escuela de Enfermería. «