El festejo de fin de año de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, incluyó un discurso desopilante que hizo referencia al tratamiento de una potencial situación de crisis en caso de un terremoto en San Juan, donde este último fin de semana hubo siete sismos de 5,6 en la escala de Richter, y una catarata de elogios para sus más altos funcionarios, entre ellos, ciertos adherentes al Partido Liberal Libertario con terminales en la Corte. Es el caso del nexo entre el Ministerio y el Poder Judicial, Gonzalo Cané, que desde su cuenta de Twitter dijo en septiembre pasado que el pañuelo de las Madres “no representa a los argentinos” y que “los trapitos son extorsionadores”.

En conjunto con sus pares de Provincia, la señora ministra empezó el año de forma inédita con la fuga de los condenados a prisión perpetua por el Triple Crimen, que mantuvo azorada a la opinión pública (y publicada) durante semanas. Esa telenovela del terror continuó con la tan ansiada detención del narco Ibar Pérez Corradi, que fue hallado en la Triple Frontera donde estuvo años con el conocimiento de la DEA. El asunto es que Pérez Corradi no declaró –como esperaba el oficialismo- contra el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, sino que señaló al dirigente radical Ernesto Sanz, parte de la alianza de gobierno, como presunto receptor de una supuesta coima de 200 mil dólares.

Mientras esto sucede y desde los diarios oficiales se anuncia que las fuerzas federales llegarán a todos los barrios marginales del país por el asunto de la “seguridad” y con la experiencia de la Villa 31 de Retiro donde (dicen) haber bajado la estadística de homicidios; en Provincia como informó Tiempo, arribaron 9300 agentes de Gendarmería, Prefectura, PSA, y Policía Federal, pese a que la Dirección de Estadísticas de la Bonaerense adujo que lograron bajar la cifra de delitos contra la propiedad y los homicidios intencionales en relación a 2015.

¿Para qué envían 9300 agentes federales, si tienen controlado el delito? Para contener la protesta social en los márgenes teniendo en cuenta el calor del hambre de la protesta de diciembre. La desocupación en el distrito más poblado del país trepó a 10, 3% en el último trimestre, según el Indec.

En Argentina las fuerzas de seguridad del Estado matan a un joven cada 25 horas. Así lo informó CORREPI hace días. Pese a ello, en este video se la ve a la ministra bailando con prefectos. Esa fuerza está involucrada en el secuestro y la tortura de dos jóvenes del barrio Zavaleta como denunció La Poderosa. Pero ningún funcionario de Bullrich se presentó a dar explicaciones en el barrio. Sí se prestan a bailar un carnaval del espanto.

Este escenario de fiesta para pocos se da en el marco de la detención de tres agentes de la Policía Federal y del allanamiento de la comisaría 12 por la investigación del secuestro extorsivo de un comerciante del barrio de Caballito. Y la caída de dos hermanos de la Federal que robaron una cementera y fueron capturados infraganti. Ni hablar de la cúpula de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que está siendo investigada luego de que se revelara un sistema de recaudación ilegal que incluía –según la Justicia platense- a varios comisarios y subcomisarios del distrito que gobierna María Eugenia Vidal.

Además de hacer el trencito con mujeres de uniforme color caqui y bailar al ritmo de las trompetas, Bullrich forma parte de la narrativa de este gobierno neoliberal. El relato consiste en arrancar las memorias populares y producir un cambio cultural basado en el olvido y la frivolidad. Por eso los pretendidos cambios en la conmemoración del 24 de marzo y la persecución del último gobierno que se despidió con una plaza llena y perdió las elecciones por menos de dos puntos.

El neoliberalismo necesita para constituirse un chivo expiatorio: los nadies organizados son un problema para este modelo de supresión del otro como sujeto de derecho. Anhelan una sociedad de consumidores consumidos lo que provoca una sensación de “deuda”, “carencia” o “pérdida”. Porque es francamente ilusorio pensar en una sociedad igualitaria con la religión neoliberal de que cada persona es una empresa y no existe la mediación del Estado. Esta fallida (instalación) de Bulrrich de fiesta en su Ministerio confirma la sensación de secta psicótica de algunos funcionarios de este elenco de gobierno.

Se parecen demasiado a fanáticos de Sai Baba con cuentas no declaradas en Panamá. Gustan del color blanco y del blanqueo familiar. Ahí también cultivan el olvido.