Ya se sabe que ganar en la Provincia es clave para cualquier competencia electoral en la Argentina. Su volumen demográfico le da ese lugar indiscutible. Desde el inicio formal de la campaña, luego de la inscripción de las candidaturas, la «batalla bonaerense» volvió a mostrar su relevancia. El oficialismo apuntó sus cañones contra Axel Kiciloff, con un discurso que por momentos inspirado en el macartismo de la década del ’50 del siglo pasado, señalándolo de «comunista».

Las dos fuerzas principales que disputarán la elección nacional en octubre tienen un desafío parecido pero invertido en territorio bonaerense. Todas las encuestas coinciden en algo: María Eugenia Vidal tiene más respaldo que Mauricio Macri, y la fórmula de Alberto Fernández y CFK está un poco por encima que la candidatura del exministro Axel Kicillof para gobernador. Es decir que hay un desafío de «arrastre» en ambos campamentos. En un caso es de arriba hacia abajo y en el otro al revés.

La mayoría de los antecedentes indican que la apuesta del Frente de Todos, que la locomotora de la boleta, el binomio presidencial, le sume a Kiciloff los puntos que necesita para ganar la elección, es más fácil de realizar que el proceso inverso, al que apuesta el macrismo.          

«Los datos históricos muestran que la tendencia más habitual es que el efecto arrastre se produzca de arriba hacia abajo, que el candidato presidencial empuje al gobernador», le dijo a Tiempo el sociólogo Fernando Larrosa, director de la consultora Ceis. «Juntos por el Cambio apunta a generar un efecto inverso. No es una apuesta fácil –agregó Larrosa–. El electorado bonaerense, en especial el del Conurbano, donde está entre el 60 y el 70% de los votantes, mira más al presidente que al gobernador. Por eso es más difícil para Vidal ayudarlo a Macri en el GBA que en el interior provincial, donde el presidente también tiene más de respaldo.»

El sociólogo Carlos De Angelis, coordinador del Observatorio de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, coincidió. «No hay una ciencia exacta en esto –dijo–. Pero lo más habitual es que quien encabece la fórmula tironee al candidato a gobernador, en especial en situaciones de elecciones parejas, como parece ser esta. En imagen y aprobación de gestión Vidal está 10 puntos arriba de Macri. El tema es que una cosa es preguntar para una encuesta y otra es votar. A la gobernadora no la ayuda la estrategia de polarización del gobierno nacional, que apunta a disolver terceras opciones. Suponiendo que alguien quisiera cortar boleta para acompañarla a ella y poner otra figura para la presidencia, ¿con quién sería?» «En el caso del peronismo –destacó De Angelis–, el desafío de arrastre es más clásico y más fácil de lograr.»

Las campañas

De un modo muy trabajoso, el peronismo tuvo un logro cuya traducción electoral se verá en toda su magnitud el día de la elección, la unidad. La carrera para ganar una contienda tiene otro elemento que es tan central como la construcción política, la campaña. El macrismo tiene una maquinaria muy aceitada en esta materia y cuenta con el respaldo del 80% de los medios de comunicación que practican un proselitismo explícito y también implícito, que por momentos parece El gran hermano de George Orwell.

Los consultores que hablaron con Tiempo también hicieron un análisis de las campañas electorales de las dos fuerzas principales.  

«Estamos en una pelea reñida –sentenció Larrosa–. El gran dilema son los indecisos. Uno podría pensar que se parecen más al votante de Cambiemos por su relación distante con la política, pero la verdad es que no es tan fácil predecir cómo votarán.»

Sobre la estrategia de Kiciloff, Larrosa remarcó que «habla de economía. No es una estrategia clásica. Los temas provinciales, como seguridad y educación, no están tan presentes en su discurso. Quizás fue una decisión tomada hace dos meses, cuando el clima respecto de la situación económica era peor que el de ahora. En ese marco podía ser funcional a su estrategia, pero hoy me parece que pierde efectividad». 

De Angelis destacó «la campaña de proximidad de Kiciloff. Es potente y le está ganando ese terreno a Vidal, que está encerrada en la base militar de Morón y se la ve muy cercana a Macri». «Además, la moderación ahora está del lado del exministro, con la montaña de agresiones que le están tirando.» «De todos modos –agregó el sociólogo–Axel tiene que provincializar un poco su mensaje. Tiene un discurso muy nacional.» 

En el caso de la estrategia de Vidal, Larrosa sostuvo: «Siempre juega a lo mismo y por ahora le ha servido. Mostrarse como víctima de un sistema y nada más. Esa posición de víctima y luchadora contra un sistema le sirvió. De todos modos, su imagen está peor que hace dos años y hoy está en un empate de la negativa con la positiva, pero es una candidata muy fuerte.»

Sobre el postulante de Roberto Lavagna a la gobernación, Eduardo Bali Bucca, Larrosa remarcó que «está complicado. Su intención de voto se ubica lejos de la que tiene Lavagna, entonces no sabemos si esos votantes van a votarlo o cortarán boleta». 

Se dice que la elección bonaerense es la madre de todas las batallas. Y en esta ocasión podría decirse que esa batalla se llama: el desafío del arrastre.