Una gran cantidad de dudas y una certeza: polarización entre el kirchnerismo y el macrsimo. Así arranca el año electoral y el gobierno nacional se juega su destino. Lo dijo claramente el dirigente más político del macrismo, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó: “Tenemos que garantizar el triunfo en la provincia de Buenos Aires”. Monzó, arquitecto de los acuerdos que le permitieron a Mauricio Macri tener la estructura territorial que le faltaba, sabe de lo que habla. La misma definición es válida para la oposición. Una derrota del oficialismo le pondría un freno a la restauración neoliberal. Allí radica la importancia de la batalla electoral de este año. A pesar del carácter distrital de la votación, el resultado bonaerense, como siempre, será leído en clave nacional.

El análisis del escenario bonaerense tiene la dificultad de que los candidatos no están definidos. Sin embargo, es posible poner el termómetro en los interrogantes centrales.

El dilema peronista

“El fantasma que recorre la provincia y es central es qué pasará finalmente con el peronismo, si habrá convergencia o división”, remarcó Ignacio Ramírez, de la consultora Ibarómetro. “Ese, para el mí, será el dato de este año”. Según el consultor, el escenario político no se ha modificado demasiado en comparación con octubre de 2015. “Así que, en la foto de hoy, si hay unidad del FpV, sería esperable que todas las fuerzas logren resultados similares”.

En la primera vuelta de 2015, el FpV, en la categoría presidente, ganó en territorio bonaerense con 37 puntos; Cambiemos quedó segundo con 32 y el Frente Renovador tercero con 22. Hay varias encuestas que comienzan a arrojar una intención de voto similar a estas cifras, lo que avalaría la teoría de Ramírez.

Para Juan Manuel Aurelio, de la consultora Aresco, el kirchnerismo «no mide muy distinto si encabezan Cristina (Fernández), (Daniel) Scioli o Florencio Randazzo. Hay un tercio de núcleo duro. Cristina tiene el piso más alto, pero, al mismo tiempo dificultades para crecer”.
Aurelio, al analizar geográficamente el voto, remarcó que el FpV tiene su bastión en el Conurbano y “en especial en la tercera sección electoral”.

Esa sección incluye a La Matanza, Florencio Varela y Lomás de Zamora, entre otros municipios, y tiene 4.132.955 electores. Es la más poblada de la provincia. En la primera, por caso, que también tiene mucha densidad de población, el kirchnerismo pisa fuerte pero compite cabeza a cabeza con Sergio Massa y los pueblos del interior son el bastión de Cambiemos.
Ricardo Rouvier no coincidió con Aurelio en que cualquier candidato del FpV mide lo mismo. “Cristina es la que mejor está. Ronda los 32 puntos de intención de voto. Elisa Carrió y Sergio Massa, según nuestra última medición de diciembre, están empatando en torno a los 21 puntos”. Sin embargo, aclaró el encuestador, “Cambiemos como espacio mide 27, lo que implica que Lilita no logra captar todo ese electorado”.

La apuesta del macrismo

El PRO ha tenido éxito electoral apostando a la “gente nueva”. María Eugenia Vidal es una muestra. La especialidad de Jaime Duran Barba es armar campañas en las que “los nuevos”, que no vienen de la militancia partidaria, producen el “cambio” reemplazando a la “vieja política”. Por eso es que en el entorno del ministro de gobierno bonaerense, Federico Salvai, sostienen que apuestan a figuras nuevas y pica en punta el neurólogo Facundo Manes, lo que por ahora dejaría fuera de juego a Carrió, en provincia.
“El macrismo ya hizo varias veces la jugada de poner personas que no vienen de la política y muchas veces le funcionó”, remarcó Ramírez. “El que no tengan muchos candidatos no me parece una debilidad tan grande. Hay nuevas figuras que pueden crecer con velocidad. La disputa discursiva será si se plebiscita de nuevo al kirchnerismo o la gestión actual”. “La gran debilidad del gobierno -agregó el consultor- es que no puede mostrar ningún logro de gestión”.

Aurelio, por su parte, remarcó: “El candidato en los principales distritos será el presidente”. Esta visión coincide con la evaluación de Ramírez, respecto de no presentar como algo tan trascendente que haya figuras nuevas encabezando las listas. “Se va a juzgar la gestión y se tratará de nacionalizar la elección”.

Rouvier puso el foco sobre Vidal y remarcó: “Un misterio es que no sabemos cuánto de su popularidad, que es mucha, podrá trasladarse al candidato que encabece la lista de Cambiemos. Eso es muy difícil del medir ahora”.

Massa, el tercero

Varias encuestas, no solo la de Rouvier que se citó en esta nota, muestran un descenso en la intención de voto de Sergio Massa, que hace pocos meses parecía liderar. Como sucede varias veces con las posiciones políticas, donde radica la fortaleza del tigrense también se encuentra su debilidad. Su apuesta a tratar de pararse en el centro de la polarización entre el kirchnerismo y el macrismo le permitió apostar a ser un candidato catch all (atrápalo todo). Pero su debilidad es, por ejemplo, que tiene muy buena imagen entre varios votantes de Macri, que en las urnas prefieren la expresión pura. Algo similar le sucede con sectores que optaron por Scioli en el balotaje de noviembre de 2015.

“Massa es un misterio –disparó Rouvier–. No tiene la proporción de votantes que debería respecto de su nivel de imagen. Hay votos peronistas opositores que se los lleva Cristina y otros que se los saca Macri”.

En la misma sintonía, Aurelio sostuvo que el diputado nacional “tiene que tomar posiciones más claras y diferenciarse del gobierno. Eso le traerá un costo con los votantes de Macri entre los que tiene buena imagen, pero no le queda otra salida. Si Cambiemos crece, él se debilita”.
Y Ramírez, por su parte, señaló: “Este año tuvo un comportamiento muy zigzagueante. Hoy está en un no lugar. Con esa postura volverá a ser tercero cómodo, aunque saque un buen porcentaje”.

Un dato singular de las encuestas de Rouvier es que medido por sello político, el FpV mide más que el PJ. Tiene 32 puntos y el PJ solo 6,7. Algo similar sucede entre Cambiemos y la UCR. «