En los alegatos del juicio por la represión militar en el cuartel de La Tablada, la querella y la fiscalía coincidieron en pedir prisión para el ex general Alfredo Manuel Arrillaga, como «autor mediato de homicidio con alevosía en perjuicio de José Alejandro Díaz». El 1 de abril será el alegato de la defensa y el 12 el Tribunal Oral Federal 4 de San Martín dictará el veredicto final.

Todo comenzó cuando un grupo del Movimiento Todos por la Patria (MTP) ingresó a La Tablada «con la convicción de impedir nuevos alzamientos militares», como aseguró Ernesto ‘Coco’ Lombardi, uno de los miembros de la querella. Entre esos militantes ingresó Díaz, de entonces 29 años. La clave para identificarlo en fotos y videos de la época fue una vincha que tenía en la cabeza para cubrir la herida de un proyectil 7,62 milímetros, calibre del FAL, sin orificio de salida. Junto con él, en la guardia, estaban otros 10 militantes del MTP, tres soldados y tres desertores. Desde un primer momento las fuerzas de Arrillaga supieron que había conscriptos y desertores allí. Sin embargo, su orden fue no dejar a ningún militante del MTP con vida.

A lo largo del juicio se probaron todas las denuncias que se vienen sosteniendo desde aquel 23 de enero de 1989: que hay cuatro desaparecidos que estaban con vida al momento de la rendición y que mediante una trama entre la Justicia y el Ejército se quiso ocultar. La querella considera al ex general Arrillaga coautor del hecho, por eso pidió cárcel común.

Las mentiras

Los militares armaron una coartada para ocultar que Díaz e Iván Ruiz, del MPT, fueron detenidos y posteriormente fusilados y desaparecidos. La versión oficial sostenía que mientras ambos estaban al cuidado del sargento Ricardo Esquivel, lo mataron y se fugaron. Sin embargo, durante el juicio se tuvo por acreditado que estuvo todo armado por el juzgado de Morón. Hubo varios militares retirados que reconocieron que en los testimonios de esa época mintieron por órdenes de sus superiores, para encubrir estos crímenes de Estado.

Según se reconstruyó en el juicio, los soldados y desertores que lograron escapar de la guardia se identificaron con Carlos Naselli -primer militar con el que entraron en contacto- y señalaron como atacantes a Ruiz y Díaz, quienes fueron sometidos a interrogatorio bajo tortura en los fondos del cuartel por el teniente Jorge Varando, entre otros. Luego, ambos fueron trasladados al puesto de comando de Arrillaga donde los volvieron a torturar y los sacaron del cuartel en un Ford Falcon blanco.

«Esa fue la última vez que se los vio con vida, fueron asesinados y sus cuerpos posteriormente desaparecidos», detalló el abogado Lombardi.

En los alegatos de la querella quedó en claro que el plan criminal estaba en marcha: las personas que se encontraban dentro de la guardia no podían salir del lugar por las balas que caían sobre el edificio, por lo que se encontraban condenadas a morir en su interior por el fuego. Algunos, fortuitamente, lograron hacer ceder un barrote y escaparon. No corrieron la misma suerte los heridos, quienes murieron allí calcinados.

“Los familiares y compañeros de los desaparecido del MTP queremos que haya una condena ejemplar y dejar denuncias hechas para poder hacer otros juicios donde se investigue la desaparición de Carlos Samojedny y mi papá, Francisco Provenzano. Ambos se encuentran desaparecidos desde la rendición. Fueron detenidos e interrogados y posteriormente desaparecidos. Por ello queremos más juicios para poder tener justicia ante estas terribles violaciones a los Derecho Humanos”, expresó Irene Provenzano, hija de un militante desaparecido.

Después de 30 años de impunidad, se conocerá la sentencia de la Justicia para el ex general Arrillaga, que estuvo a cargo del operativo y que es el único militar sentado en el banquillo de los acusados. A lo largo del juicio fueron apareciendo varios cómplices judiciales y militares. Entre los testimonios también se pudo reconstruir la muerte del sargento Ricardo Esquivel, ocurrida durante el combate: fue asesinado por una tropa del ejército.