«Lo primero que hay que aclarar es que no se tapa una obra mural así porque sí. Y mucho menos por un cambio de gestión: no se tapa una obra de arte por ningún motivo.» Más que una queja, la frase del artista plástico platense Pablo Motta es una declaración de principios ante la decisión del gobierno de la provincia de tapar el mural de la fachada de la Biblioteca Central bonaerense «Ernesto Sábato» para reemplazarla por una del chaqueño Milo Lockett. La decisión política molestó a la comunidad artística platense, que consideró un atropello la decisión de destruir una obra que tenía poco más de un año.  
«Me avisaron cuando la obra ya había sido tapada», dijo Motta a Tiempo, pocas horas antes de que el miércoles, Milo Lockett comenzara a pintar un mural en la fachada de la Biblioteca. Su realización fue publicitada por la subsecretaria de Políticas Culturales de la Secretaría de Cultura bonaerense, Alejandra Ramírez.
Durante la jornada, el chaqueño firmó autógrafos, posó para las fotos y aclaró que trabajó ad honorem. Pero para eso, antes la provincia tapó con pintura blanca la obra que el profesor de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP, había realizado con técnica de aerosol y que representaba personas en relación con la lectura, la naturaleza y la ciudad.
El trabajo destruido había sido finalizado en enero de 2015, cuando el entonces director de la Biblioteca, José Clavijo, convocó al artista que ya había ganado un concurso en el Ministerio de Economía. La realización insumió una semana de trabajo para bocetar, proyectar y pintar la obra, por las que el artista solo recibió dinero para viáticos y gastos de materiales. «Si alguien dona una obra mural espera que dure en el tiempo. Generalmente se restauran a los cuatro o cinco añosm dependiendo del clima al que esté expuesto o el vandalismo. Pero pueden durar hasta diez años», se lamentó Motta.
La polémica por la destrucción de la obra comenzó en las redes sociales y causó enojo en el ambiente artístico de la capital provincial. «La sensación que causa la destrucción de una obra que tiene apenas un año es de censura. En nuestro entorno, la imposición de una obra sobre la otra no cae bien, molesta», analizó Francisco Ungaro, artista plástico, muralista y docente en la Universidad de La Plata.
Para la actriz del colectivo Trabajadores Organizados de la Cultura (TOC), María Ibarlín, la destrucción del mural de Motta representa uno de los «gestos de avasallamiento que tiene este gobierno», que se suma a la «falta de política de acompañamiento para el arte local».
En declaraciones al portal Contexto de La Plata, Milo Lockett dijo que «estos proyectos son altruismo puro». Y aseguró que «la pared» sobre la que pintaba le fue asignada al azar.  «