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(Foto: Pedro Pérez)

El juicio oral y público contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner comenzó finalmente este martes, apenas unos minutos después de las 12. El Tribunal Oral Federal número dos abrió el debate pese a los cuestionamientos previos –todos rechazados-, el pedido de la Corte Suprema para revisar las objeciones de los acusados (que duró menos de 24 horas hasta que el máximo tribunal desanduvo sus propios pasos) y el intento del defensor del ex ministro Julio De Vido, Maximiliano Rusconi, por insistir con esos planteos.

La ex jefa del Estado llegó en silencio y se ubicó en una tercera fila, detrás del lugar en el que estaban sentados De Vido, el empresario Lázaro Báez y su primo político Carlos Kirchner. Taciturna pero conversando todo el tiempo con su abogado, Carlos Beraldi; con una carpeta debajo de sus manos, vestida con un traje azul y camisa blanca y bebiendo esporádicos tragos de agua, soportó estoica la tediosa lectura de la acusación en su contra. Por la longitud de la lectura, el tribunal estableció un cuarto intermedio hasta el lunes.

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(Foto: Pedro Pérez)

La sala de audiencias, la misma en la que se celebraron los dos juicios por encubrimiento del atentado contra la AMIA y escenario del juicio en el que fue condenado y marchó preso el ex vicepresidente Amado Boudou era una hoguera. Literalmente. La calefacción puesta sino al máximo a una temperatura muy cercana causó que poco a poco los sacos y abrigos fueran quedando desacomodados sobre las sillas.

El presidente del tribunal tuvo un gesto imperceptible que pareció congraciarse con la ex mandataria: omitió su segundo nombre. La mencionó como “Cristina Fernández de Kirchner” y eludió el “Elisabet”, que con deliberada intención comenzó a usar el juez Claudio Bonadio en las causas en las que le dictó procesamientos a granel. A los otros 12 imputados los identificó por sus nombres completos.

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(Foto: Pedro Pérez)

A poco de abierto el debate, el abogado Rusconi intentó interponer una cuestión previa a la lectura de los cargos. El presidente del tribunal, Jorge Gorini, se lo impidió: “las partes van a tener su oportunidad de realizar manifestaciones antes del cuarto intermedio, tras la lectura de la acusación”.

Rusconi insistió y, con el micrófono cerrado, elevó su vozarrón para denunciar que algo –que no se entendió- era “inadmisible”. Gorini respondió: “no lo estoy escuchando, no le doy la palabra”.

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(Foto: Pedro Pérez)

La única nota discordante, menor por cierto, la dieron los celosos policías y el personal de seguridad que custodiaban la sala de audiencias. Preocupados, ambos, en que los periodistas no tomaran fotos con sus celulares, se mantuvieran sentados en sus butacas y en advertirles que si salían de la Sala para –por ejemplo- ir al baño,  no podrían volver a ingresar. “Tenemos orden del tribunal”, alertaba una joven uniformada poco proclive a analizar la irrazonabilidad de lo que estaba acatando.