El nombre puede sugerir que el intento fue asociarlo con una embarcación militar: la fragata. La explicación, sin embargo, es más sencilla. El motivo por el que decidieron llamar al grupo de ese modo comparable (quizás allí sí haya alguna inspiración) con el que impulsó la nominación del grupo de diputados peronistas que en el año 2002 comenzaron a reunirse en las oficinas del entonces diputado nacional Gerardo Conte Grand. Él tenía su lugar de trabajo en la calle Talcahuano y por eso se bautizó al grupo con ese nombre. Con La Fragata sucede algo similar. Se reúnen en la calle Fragata Sarmiento. Sus miembros son, en su mayoría, profesores, investigadores, militantes políticos.

El grueso se identifica con el mundo peronista, por llamarlo de algún modo, pero ponen el acento en que también hay miemrbos que vienen  del «progresismo democrático» y que la intención es mantener una gran apertura para sumarse.

Dos miembros del Grupo La Fragata hablaron con Tiempo. Fueron la socióloga y profesora de la UBA Sol Prieto, y el politólogo, profesor de la universidad Torcuato Di Tella, Germán Lodola. Esto fue lo que dijeron.   

«Una de las causas que motorizó que comenzáramos a reunirnos fue la preocupación por el rumbo del actual gobierno. No sólo por lo que ocurre en el aspecto económico y social sino también en el plano institucional», destacó Lodola. «Este abordaje nos permitió convocar a gente que no venía sólo del peronismo. Tenemos miembros que vienen, digamos, del progresismo democrático.» 

Sobre esta composición de Fragata, Sol Prieto agregó: «Lo que nos une son dos ejes básicos: el compromiso con la democracia, es decir, con la defensa de las libertades individuales, con impulsar un debate con volumen, vibrante, y también la defensa de las políticas de inclusión social.»  «Lo que surgió en las primeras reuniones –agregó la socióloga– fue un diagnóstico sobre el presente. Cambiemos representa un proyecto de redistribución regresiva del ingreso, de relegitimación de las jerarquías en las relaciones sociales, y además  encarna un enrarecimiento muy importante del clima democrático.» 

Más allá de este diagnóstico, lo que hizo interesante el documento iniciático, la ópera prima de Fragata, fue justamente que no se centró en la descripción detallada del proyecto macrista sino en la necesidad de construir una alternativa. Por eso el principal destinatario del escrito, que circuló por distintos medios días atrás, fue la oposición política, que fue interpelada desde el título del escrito: «Estar a la altura».

«Parte del éxito de Cambiemos se basa en haber logrado una organización y una cohesión que la oposición no puede conseguir –destacó Prieto–. La oposición está dividida, atomizada. Eso le impide generar un discurso alternativo, superador del actual gobierno. Cambiemos funciona mejor resolviendo sus internas y los problemas en la acción colectiva. A Macri le estaba yendo mal en las encuestas y se empezó a hablar de (María Eugenia) Vidal para el 2019. Esa postulación comenzó a hacer ruido y la propia Vidal se bajó. Es decir: todo se resolvió de un modo bastante ágil y con costos muy bajos desde el punto de vista político.»

La fragmentación podría considerarse un rasgo constitutivo de las fuerzas que ocupan el rol de la oposición en la Argentina. Durante los 12 años del ciclo kirchnerista, hasta el surgimiento de Cambiemos, sucedió algo similar. Quien detentaba el poder del Estado, en ese caso del Frente para la Victoria, mostraba un alto nivel de organización y la oposición aparecía desmembrada. Al cambiar el rol de los actores, también parece haberse modificado su capacidad de cohesión.

Al ser consultado por esta definición, Lodola sostuvo: «Es cierto. Parece que es el Estado el que logra armar los partidos de alcance nacional en la Argentina. Quien esté en el oficialismo es el que puede hacerlo». «De todos modos–agregó– el desafío de la oposición, a nuestro criterio,  es resolver un problema de convivencia. Eso es anterior al tema del liderazgo. Esto lo planteo porque suele ser muy habitual el argumento que sostiene que el problema del peronismo y de la oposición, en este momento, es que no surge un liderazgo. Nosotros creemos, como dije, que primero hay que resolver la convivencia. Hay que comenzar a dialogar, para después pactar reglas de juego que permitan dirimir un liderazgo y preservar la cohesión.»»El gobierno –remarcó Lodola– es una derecha organizada y con un piso electoral bastante alto. Necesitamos una candidatura potente para competir y no tiene por qué ser puramente peronista.»

Sobre los mismos puntos, Prieto sostuvo: «Lo ideal sería que la oposición no fuera algo meramente electoral, que haya algún tipo de programa que cohesione. Pero si uno es realista, lo que estamos planteando es una norma para definir el liderazgo y que todos acepten las reglas y el candidato que surja. Pueden ser las PASO u otro sistema el que se use para resolverlo».  «