Hay una máxima que suele adjudicársele al peronismo, pero que en realidad puede aplicarse a casi todas las fuerzas políticas de cierta envergadura. Es: el que tiene los votos conduce.Por eso es que cuando se pierden las elecciones hay una inevitable crisis de conducción. A partir de la derrota electoral de 2015, el Justicialismo entró en ese proceso. En estos meses han circulado explicaciones que repartieron palos para todos lados: que la culpa fue de Daniel Scioli y su campaña; que fue de Cristina Fernández y su modo armar; que fue de La Campora que no militó a fondo; que fue la candidatura de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires; que tendría que haber habido PASO con la participación de Florencio Randazzo. Todos estos argumentos -y más- estuvieron en el trasfondo de la ruptura del bloque del Frente para la Victoria en Diputados, en el distanciamiento del Movimiento Evita, en la aparición de agrupaciones de intendentes con nombres para todos los gustos, los esmeralda, los fénix.

Sin embargo, el año electoral arrancó y la regla de «el que tiene los votos» comenzó a producir su efecto. Se cristalizó en la foto que todos los sectores del peronismo bonaerense se tomaron el viernes pasado en la quinta de San Vicente en un claro mensaje de búsqueda de unidad.

Lo cierto es que las fragmentaciones que hubo en la dirigencia peronista no tuvieron un correlato en la sociedad. No hay huestes de votantes que siguen a cada tribu. En rigor, la mayoría los bonaerenses que manifiestan su voluntad de votar al FpV siguen teniendo su corazón puesto en la misma figura: CFK, en primer lugar, y luego Scioli.

Es lo que indican los números de la última encuesta de la consultora Dicen, a la que tuvo acceso Tiempo Argentino. El sondeo midió la intención de voto en la provincia de Buenos Aires, planteando un escenario de internas abiertas en el FpV.

Los números, basados en alrededor de 1000 casos, son los siguientes: la potencial fórmula Cristina senadora- Scioli diputado tuvo el 34% de intención de voto y la dupla de Florencio Randazzo y Julián Domínguez obtuvo el 9,7. Esto en caso, de utilizar las primarias abiertas.

El segundo lugar es para Cambiemos, que con la fórmula Elisa Carrió-Jorge Macri, sin primarias, midió 24 puntos. Luego apareció la dupla de la ancha avenida del medio, Sergio Massa y Margarita Stolbizer, con 18,4% y le siguió la de Néstor Pitrola y Jorge Altamira con el 1,3. El resto fueron indecisos que rondaron los 10 puntos.

Así como la derrota electoral disparó una crisis de conducción en el peronismo, estos números explican en parte el reagrupamiento. Más allá de los pases de factura y las zancadillas que se han hecho entre sí los «compañeros», todos ellos saben medir hacia donde sopla el viento con el dedo índice. Y el viento de una porción muy fuerte del electorado bonaerense, la del tercio predominante se podría decir, sopla hacia el Sur y tiene en la ex presidenta a su principal referencia.

Los 9,7 puntos de Randazzo no son nada despreciables en esta época. Pero con esa cifra el ex ministro no alcanzaría la proporción necesaria para para poder participar en las listas del FpV.
Florencio juega al suspenso y aún no confirmó nada. Lo único que dejó trascender es que descartó la propuesta del presidente de la Cámara de Diputados, el macrista Emilio Monzó, que le ofreció ayudarlo con la campaña si se decidía a encabezar una tercera lista peronista, a lo que el ex ministro respondió, por ahora, tajantemente no.
Otro dato que indica que el Justicialismo ha comenzado a amucharse de nuevo, fue el pedido explícito de Cristina para que sus simpatizantes participen en la marcha que organizó la CGT para el próximo 7 de marzo. Ese mismo día la ex mandataria deberá presentarse en Comodoro Py para ser indagada por el juez Claudio Bonadio.

El massista Héctor Daer, que forma parte del triunvirato de la Cegetista, intentó tomar distancia de CFK luego de las declaraciones de la ex presidenta. El gremialista pidió «no partidizar» la marcha, pero el viento ya está soplando para otra parte. «