A Mauricio Macri le gusta que lo defiendan. Desde la derrota electoral de 2019, que lo obligó a dejar el poder, el expresidente valora a quienes no reniegan de su gestión, por más cuestionada que haya sido. Al principio fueron muy pocos. Quizás por eso el fundador del PRO se sintió reivindicado este martes, cuando los diputados y senadores del macrismo abandonaron el recinto para repudiar el discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa.

El presidente recordó que el año pasado había ordenado la presentación de una querella criminal para investigar el destino de los 44.000 millones de dólares que entregó el Fondo a su gestión. Luego advirtió que la firma del acuerdo «tampoco releva al Poder Judicial de avanzar en esa investigación». Apenas escucharon esa frase, todos los legisladores del PRO dejaron sus asientos. Lo mismo hizo el alcalde Horacio Rodríguez Larreta, cuya salida confirmó la premeditación de la movida, orquestada por Cristian Ritondo, el titular del bloque en la Cámara Baja. Si no fuera porque el enroque es parte de un endurecimiento de ese partido de derecha en un momento crítico para el Gobierno, el éxodo también pareció una encendida defensa política a favor de Macri. El expresidente podría desfilar por tribunales si hubiera avanzado la «querella criminal» que presentó hace un año el producador del Tesoro, Carlos Zannini.

Fernández habló del tema por dos razones. Sabía de antemano que la alusión a la paternidad de la deuda alinearía a todo el PRO detrás del expresidente, pero también necesitaba aclararle a las entrañas del bloque del Frente de Todos, y al kirchnerismo en especial, que la firma del acuerdo de renegociación no clausuraba la posibilidad de continuar con la investigación penal. Todo lo contrario a lo que piensa buena parte de la coalición oficialista, cuyos integrantes dan por hecho que la firma de un nuevo acuerdo implica sepultar las chances de impugnar su origen ilegítimo.

Lo mismo piensan en el entorno de Macri. Un nuevo acuerdo transforma en abstracto cualquier reclamo sobre la etapa 2018 – 2022. La interpretación final correrá por cuenta de la Justicia y del valor que tengan los argumentos presidenciales para impedir que el caso quede en la nada. El tema aparece lejano en el radar del expresidente que había agendado con anticipación una reunión con los dirigentes del PRO en la casa que alquila en Accasusso. La cita se concretó después del discurso presidencial y cuando fue el escenario elegido por Macri y la titular del partido, Patricia Bullrich, para plantear el voto en contra del acuerdo.

«Pato» insistió con definirlo como «una bomba de tiempo» para la próxima administración a partir de 2024. Los pagos comienzan en 2026 y es parte de una lectura que Bullrich repite desde hace un mes. Ahora cuenta con el guiño de sus seguidores más fieles dentro del bloque, como Gerardo Millman, Fernando Iglesias y Waldo Wolff, que podrían transformarse en la cabeza de playa de una movida que buscará que un sector del bloque amarillo se oponga por completo al pacto.

El PRO tiene 50 bancas. No hay cálculos sobre los votos que podría arrastrar la posición más ultra, pero la última reunión en Accassuso confirma que Macri busca incidir en la votación y jugar fuerte, como parte de la ofensiva que mantiene desde el año pasado para mantener sus aspiraciones de poder.

Macri vuelve a jugar fuerte para retomar la disputa por el liderazgo del PRO, mientras Rodríguez Larreta no le obstaculiza el camino. El alcalde tiene una cuota importante de poder, pero el operativo que armó el año pasado para jubilar a Macri por anticipado tocó su techo en las elecciones legislativas. En esa tensión, Bullrich también reclama su parte, pero cada vez que tiene a Macri delante termina cuadrándose ante su jefe político. Esa distribución de poder podrá plasmarse en la votación que hagan los escaños macristas en Diputados, cuando llegue el momento de evaluar el acuerdo. Aún así, la posición mayoritaria del espacio sigue siendo coincidente con evitar el default, la lectura que mantienen sus socios radicales y de la Coalición Cívica. El amperímetro de esas coincidencias se basan en dar quórum y varía entre la aprobación y la abstención.

Este jueves, el titular del bloque de la UCR, Mario Negri, buscó ser concreto sobre las aspiraciones de su partido respecto a la votación: «Soy miembro de la Mesa Nacional de JxC, cada uno tendrá su opinión personal, pero yo respeto el compromiso que hemos hecho entre nosotros y somos serios. Hemos afirmado que no queremos default. Cuando tengamos el proyecto nos vamos a juntar en JxC para que las distintas miradas que pueda haber encuentren un punto de unidad», aseguró el diputado.

Su punto de vista coincide con la decisión partidaria que adoptaron el martes de no abandonar el recinto. El bloque esta partido entre los 33 que responden a Negri y los 12 que abandonaron el espacio en diciembre y constituyeron el bloque Evolución Radical, que lidera Rodrigo De Loredo. De ambas tribus pueden salir la mayor cantidad de votos a favor del pacto, tal como lo impulsa el presidente del Comité Nacional de la UCR, Gerardo Morales.

En la Coalición Cívica se jactan de mantener «un republicanismo responsable» sobre la deuda. Así como sus 11 voluntades estaban dispuestas a acompañar el Presupuesto 2022, que finalmente naufragó, ahora analizan con cautela la posibilidad de acompañar o abstenerse. Varios de sus integrantes ya anticiparon que votarían a favor, pero se acoplarán a la decisión orgánica que, posiblemente, tome la fundadora del partido, Elisa Carrió. Las posiciones de cada socio de JxC todavía no se han cristalizado. Lo harán cuando hayan analizado en detalle la letra chica de la carta de intención que el Ejecutivo asegura que enviará entre jueves y viernes. Desde ese momento comenzará una carrera contra el tiempo que se pondrá en juego la semana próxima, porque el oficialismo planea que el texto sea analizado en la Comisión de Presupuesto desde el lunes hasta el miércoles. Ese día, siempre de acuerdo al cronograma tentativo, esperan que el pacto tenga dictamen para ser tratado el próximo jueves para que ingrese de inmediato al Senado. Esa hoja de ruta también despierta agudas resistencias en JxC y refleja que todavía queda un largo camino para que se definan las posiciones finales, aunque sólo queden veinte días para el próximo vencimiento de la deuda con el Fondo.